5. Taehyung

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Me puse bastante nervioso cuando la profesora Park Roseanne me llamó al terminar la clase para concertar una hora de tutoría conmigo. Así que mientras aguardaba en la sala de espera, no podía dejar de mordisquearme la uña del meñique. Ella abrió la puerta de su despacho un minuto después de la hora acordada y me sonrió. Eso me relajó un poco. Me había volcado tanto en los estudios que me aterrorizaba la idea de haber cometido algún error en el último examen, haber bajado la nota o decepcionar a alguien.

Ella ocupó su silla en cuanto me acomodé al otro lado de la mesa. Me mordí el labio para intentar contenerme, pero fue en vano.

-¿Qué es lo que he hecho? -solté a bocajarro.

Odiaba esa parte de mí. La impulsiva. La que me impedía gestionar bien las emociones, controlarlas y digerirlas poco a poco. Ese lado un tanto oculto que tiempo atrás me hizo desnudarme una noche cualquiera delante de él, preguntándole por qué nunca se había fijado en mí. Por alguna razón, aquel recuerdo me asaltaba con frecuencia.

-No has hecho nada, Taehyung. O sí. Has hecho mucho y muy bien. - Abrió una carpeta que estaba encima de la mesa. Sacó algunas fotografías en las que se veían obras mías-. Te he recomendado para la exposición que se celebrará dentro de un mes en Guam. Creo que serías el candidato perfecto, porque encajas con el perfil.

-¿Lo dice en serio? -parpadeé para no llorar.

-Será una gran oportunidad. Te lo has ganado.

-Es..., no sé qué decir, señorita Park.

-Un «gracias» bastará. Solo serán tres obras, pero es perfecto porque la exposición atraerá a bastantes visitantes. ¿Qué te parece?

-¡Me parece que voy a gritar de la emoción!

Park Roseanne se echó a reír y, tras comentar por encima algunos detalles, yo le di las gracias un millón de veces mientras me ponía en pie y cogía mi maletín. Cuando salí de la facultad, alcé la vista al cielo y respiré hondo.

El viento era cálido y agradable. Pensé en mis padres, en lo orgullosos que estarían, en lo mucho que me habría gustado compartir ese éxito con ellos..., y luego busqué rápidamente el teléfono móvil entre todos las cosas que llevaba en el bolsillo pequeño de la mochila y marqué el número de Namjoon.

Esperé impaciente hasta que contestó al quinto tono.

-¿Estás sentado? -pregunté excitado.

-Esto..., sí, bueno, en la cama. Tumbado. ¿Te sirve?

-Oh, mierda, ¡no me digas que estabas con Jin!

-Va, suelta lo que ibas a contarme.

-Me han seleccionado..., voy a exponer... -Cogí aire-. Solo tres obras, pero es...

-Mierda, Taehyung. -Hubo unos segundos de silencio y supe que mi hermano se había emocionado. Y que se levantaba de la cama, porque oí sus pasos antes de que recuperara el aliento-: No tienes ni idea de lo orgulloso que estoy de ti. Enhorabuena, TaeTae.

-Todo es gracias a ti... -susurré.

Y aunque él lo negó, sabía que era cierto.

Cuando todo se rompió tres años atrás, había estado unas semanas enojado con mi hermano, casi sin dirigirle una palabra. Así me comporté al principio, antes de comprender que él no tuvo la culpa. Namjoon no tomó la decisión.

Namjoon no lo jodió todo. Namjoon no eligió qué camino recorrer.

Pero por aquel entonces no quería verlo.

No quería admitir que Jungkook se desbordaba cada vez que algo resultaba excesivo para él, que a la mínima complicación tomaba un desvío y dejaba encima del armario las cosas que no podía controlar, que nunca terminaba de implicarse con nada ni nadie del todo.

Y quizá la culpa fue mía, por idealizarlo.

Jungkook no era ideal. Como él mismo me había enseñado, había partes feas, de esas que todos deseamos rascar y pulir hasta hacerlas desaparecer.

También zonas grises. Virtudes que a veces pueden llegar a convertirse en defectos.

Cosas que un día fueron blancas y que con el paso del tiempo terminaron oscureciéndose: los sueños, la valentía.

Sacudí la cabeza y giré en una esquina a la derecha.

Llamé al timbre. Bogum respondió y abrió.

Cuando terminé de subir las escaleras, él ya estaba esperándome apoyado en el marco de la puerta. Llevaba el pelo despeinado y la camisa remangada; pensé que estaba guapo y sonreí antes de lanzarme sobre él y abrazarlo con fuerza.

-Menudo entusiasmo... -bromeó.

-¡Voy a exponer tres obras! -grité.

-Mierda, cariño, no sabes cuánto me alegro...

Tragué saliva, con el rostro escondido junto a su cuello, odiando que hubiera dicho esa palabra que no me gustaba escuchar y que siempre le pedía que no usara.

«Cariño...» La seguía oyendo con la voz ronca de Jungkook. Con deseo. Con amor.

Abracé más fuerte a Bogum, obligándome a dejar de pensar en otra cosa que no fuera la buena noticia. Le di un beso en el cuello y subí hasta encontrar sus labios suaves. Él cerró la puerta mientras yo le rodeaba la cintura con las piernas. Nos movimos por su apartamento hasta que me dejó caer en la cama. Lo miré mientras, de pie frente a mí, se desabrochaba la camisa.

-Vuelvo en un segundo -me dijo y, tras un par de minutos en los que oí ruido en la cocina, regresó con dos cervezas en la mano-. Pensaba que tenía una botella de champagne, pero no. Tendrá que servirnos esto.

-Esto es perfecto. -Cogí el destapador y quité las tapas.

-Por ti. -Nuestras cervezas tintinearon al chocar-. Por tus sueños.

-Y por nosotros -añadí.

Bogum me miró agradecido antes de darle un trago y terminar de quitarse la camisa. Se tumbó a mi lado, en la cama, y me atrajo hacia él. Me besó. Me calmó.

Me llenó.

Enredé las piernas entre las suyas pensando que nada podría ser mejor.

Enredé las piernas entre las suyas pensando que nada podría ser mejor

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I Want To Hold Your Hand² ✿KookTae✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora