Han pasado tres años desde la última vez que se vieron. Ahora, Taehyung está a punto de cumplir su sueño de exponer en una galería.
Y, pese al pasado, Jungkook necesita formar parte de un momento como ese.
Cuando sus caminos vuelven a cruzarse, Taeh...
-Te juro que esto es el mayor ejercicio de autocontrol que he hecho en toda mi puta vida, porque cuando lo vi dándole un beso, bueno, quise matarlo. Y es solo un niño. Un niño que encima parece un buen tipo...
Mi hermano me sirvió un café.
-¿Preferirías que fuera un imbécil?
-No, mierda, no.
«Entonces ya estaría muerto», pensé.
Luego resoplé mientras Hoseok atendía a otros clientes que acababan de entrar en la cafetería. Yo jamás había sido celoso, pero durante los últimos meses sentía un desasosiego en el pecho que cada vez se iba haciendo más grande. La inseguridad me carcomía. Y el miedo. Lo mucho que me acojonaba pasar el resto de mi vida así, borroso dentro de mí mismo, sin poder tocarlo nunca más.
Vi a mi padre a través del cristal y me obligué a poner buena cara cuando entró y me dio una palmadita en la espalda antes de sentarse en el taburete de al lado.
-¿Cómo va eso, amigo? -preguntó animado.
-He tenido días mejores -admití.
-Vamos, cuéntame tus movidas.
Hoseok fingió que buscaba un trapo bajo la barra para no reírse delante de él y yo terminé haciéndolo en una sonrisa torcida, mientras pensaba en lo afortunado que era por tener una familia así; porque a pesar de sus defectos y de sus virtudes, no cambiaría nada de ellos.
-Mi movida se llama Taehyung. Creo que lo conoces.
Mi padre me miró con cautela, porque habíamos hablado de ello, pero no después de que apareciera de nuevo en mi vida. No como ese día, cuando no estaba muy seguro de tener filtro.
Hoseok terminó de cobrar y se acercó a nosotros.
-Puedo escuchar, se me da bien -me alentó.
-Bien. -Me froté el mentón-. Tengo varios problemas. El primero es que necesito convencerlo para que acepte ir a París con esa beca que le han propuesto.
-Debería aceptar. Es una gran oportunidad. Quizá tu madre pueda hablar con él...
Hoseok parecía expectante desde el otro lado de la barra, como si estuviera encantado de ver el espectáculo. A veces me sorprendía lo bien que me conocía mi hermano, teniendo en cuenta todas las trabas que le había puesto para hacerlo años atrás.
-El segundo es que quiero matar al chico que sale con él.
-Hijo, eso no es... -suspiró-. No está bien.
-Y el tercer problema es que quiero follarmelo.
-Jungkook -mi padre tragó saliva un poco nervioso.
-De hecho, solo pienso en eso. ¿Algún consejo, papá?
-Ha sido mejor de lo que pensaba. -Hoseok se echó a reír con una carcajada ronca, y cuando quise darme cuenta, los tres estábamos haciéndolo, aunque mi padre seguía teniendo las mejillas encendidas y terminó tosiendo, algo azorado.
-Tienes muchos frentes abiertos -comentó.
-No es nada alucipreocupante -bromeé.
-No, no lo es -me sonrió.
-Venga, vamos a dar una vuelta.
Nos despedimos de Hoseok y salimos de la cafetería. Echamos a andar hacia el paseo de la playa y lo recorrimos en silencio, solo disfrutando de ese rato juntos. Cuando nos sentamos en el muro que bordeaba la arena, miré a mi padre; con sus gafas de pasta, su sonrisa eterna y el cabello más largo de lo que a mi madre le gustaba y algo revuelto por el viento. Me dieron ganas de fumarme un cigarrillo, pero no lo hice porque sabía que él preferiría que no tuviera ese vicio.
-Papá...
-Dime, amigo.
-Si algún día tengo hijos, solo espero ser la mitad de bueno de lo que tú eres con nosotros.
-Me lo han puesto muy fácil.
Parpadeó para contener la emoción, y yo sonreí y me limité a rodearle los hombros con un brazo mientras contemplábamos juntos el azul del mar y a los surfistas que buscaban las olas bajo el sol de la mañana tranquila.
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