Ese chico.

1.9K 150 4
                                    

Siento cómo el frío viento golpea mi cara de frente. Todo gira a mi alrededor a una velocidad increíble. Lo único que veo son luces de colores difuminadas en rayos.  Mi cabello se remolinea en el aire y me da constantes golpes en la cara. Suelto de manera insegura una mano de la cadena que sujeto para intentar colocar el cabello rebelde detrás de mis orejas. Es imposible pues en cuestión de segundos sale nuevamente disparado por todas partes. Es un momento indudablemente feliz. Puedo sentir una eterna sonrisa en mi rostro, sé que eso, sin duda, provocará un dolor de mejillas pero no me importa porque disfruto el momento como una niña de seis años lo haría. Sí, también el estómago revuelto esta ahí y espero que no tenga repercusiones cuando me baje del juego mecánico.

- ¡Eso estuvo IN-CRE-IBLE! - grita Sheccide mientras corre hacia un puesto de algodones de azúcar. Corro detrás de ella, quiero vivir la experiencia completa. Yo pido uno lila y Sheccide pide uno azul celeste. 

Comenzamos a recorrer los pasillos abarrotados de la feria que acaba de llegar a la ciudad. En eso, suelto mi algodón que cae al piso como si estuviéramos en cámara lenta. Me quedo paralizada y mis ojos se cristalizan. Dentro de mi, escucho nuevamente el llanto de un chico. Es un llanto desgarrador, no retumba pero te deja con los vellos de punta. Puedo sentir en ese llanto sufrimiento, sufrimiento de verdad. Un tipo de sufrimiento que un chico de tan corta edad no debería vivir. Puedo sentir, además, desesperación. Como si con ese llanto tratara de expresar todas las emociones que explotan dentro de él. 

- _________ ¿qué sucede? - me pregunta Sheccide con un notable gesto de preocupación. 

- Es él. Esta sufriendo. Necesita ayuda. - digo en voz poco audible.

- ¿Quién ______? ¿Quién necesita ayuda? - pregunta aún más preocupada. 

- Nadie. No es nadie. - trato de sonar convincente mientras me reincorporo y miro mi algodón de azúcar destrozado en el suelo. 

- Regresemos por otro. - intenta animarme Sheccide. 

- Así esta bien, no te preocupes. Papá dentista ¿recuerdas? - hago una mueca de escalofríos. 

                                                                   *** 

Tomo mis patines de cuatro ruedas y bajo las escaleras brincando. Estando en la entrada de mi casa me siento en el escalón de la puerta. Me quito mis viejos converse rojos, me pongo mis patines y la protección necesaria. La cual compré después de dos caídas que dejaron mis manos amoratadas ya que es lo primero que suelo meter cuando voy a caer sobre mi retaguardia. Comienzo patinar pero la satisfacción no me dura mucho tiempo. Puedo sentir las gotas de lluvia golpear contra mi. Poco a poco va subiendo la intensidad. Olvido que tengo los patines puestos e intento correr. El golpe resulta inesperado aunque no debería. Estoy sentada en la calle frente a mi casa, sobre un charco de agua. No me levanto pues estoy tratando de sobar mi espalda baja cuando lo vuelvo a escuchar. Pero ésta vez no llora. No. Esta vez ríe. Ríe por lo bajo como si se estuviera burlando de un mejor amigo. Es una risa cálida, amable. 

Realidades equivocadas - (Draco Malfoy y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora