Capítulo 3

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Luis y su tío Manolo llegaron a casa para la hora de comer. Nada más entrar, la tía Edna, un poco angustiada le contó a su marido que unos amigos suyos les habían invitado a cenar. El problema es que no tenían a alguien para cuidar de su sobrino, ya que el lugar en el que iban a reunirse era elegante y no se permitía la entrada a los niños.

—¡Oh, Manolo! ¡Oh, es terrible! —exclamó Edna un poco asustada.

—Calma, cariño. Calma. Ya encontraremos una solución. —aseguró su marido.

—Pero, ¿dónde encontraremos una niñera para Luis?

—Preguntaré por el pueblo. —pensó Manolo, —La gente por aquí nos conoce y es muy simpática.

Mientras trataban de solucionar el problema, oyeron llamar a la puerta. Edna abrió y vio a Alex con una pequeña bolsa.

—Buenos tardes, señora Edna. —saludó con una sonrisa.

—¡Oh, Alex! El hijo de Pedro. ¿Qué te trae por aquí? —preguntó Edna.

—Mi padre me ha pedido que viniera a su casa a entregarle este saco de dinero. Ayer no pudo pagarle al señor Manolo debido a que tenia asuntos personales. —le ofreció Alex el saco de dinero.

—¡Oh, ya me acuerdo! —se río Manolo, —Se hizo una esguince y tuvo que recuperarse. Le dije que esperara hasta que pudiera andar para pagarme.

Mientras Manolo cogía la bolsa del dinero, Alex pudo ver la expresión preocupada en el rostro de la señora Edna, —¿Le ocurre algo, señora Edna? —preguntó.

—Oh, Alex. ¿No sabrás por casualidad si hay alguien en el pueblo que pueda cuidar de nuestro sobrino? —preguntó Edna un poco alarmada.

—No, ¿por qué? —respondió Alex confuso.

—Es que unos amigos nos han invitado a un lugar elegante que no permite niños, y no tenemos una niñera para el pequeño.

Alex pensó un rato y dijo, —Yo podría cuidar de él.

—¿Qué? —preguntaron Manolo y Edna con asombro.

—A mis padres no les importará que cuide de él mientras ustedes están fuera. —Alex se ofreció voluntario amablemente. —Son amigos suyos, de modo que puedo cuidar de él. Puede cenar y dormir en mi casa si hace falta.

Edna no podía evitar expresar una sonrisa de alivio y entusiasmo, —¡Oh, muchas gracias!

—¡Luis! Ven aquí, chiquitín. —llamó Manolo a Luis que se estaba lavando las manos.

El pequeño oyó su llamada y se secó las manos. Nada más terminar, se acercó a sus tíos.

—¿Sí, tío Manolo? —preguntó a su tío.

—Él es Alex. Tu nuevo amigo del colegio. —Manolo le presentó a Alex a su sobrino, —Dice que va a cuidar de ti esta noche.

—¡Hola, Alex! —saludó Luis a Alex, muy contento de ver a su nuevo amigo.

—¡Hola, Luis! Adivina qué... ¡Esta noche cuidaré de ti! —anunció su nuevo amigo devolviendo la misma sonrisa.

—¡Qué bien!

—Esta tarde te llevo a mi casa y cenas con nosotros hasta que vuelvan tus tíos, ¿vale?

—¡Sí!

Los tíos de Luis sonrieron aliviados y contentos de que alguien pudiera cuidar de su sobrino mientras ellos ya podían prepararse para ir con sus amigos vecinos al sitio en el que habían quedado.

La Isla PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora