|5| Lo que creías ser malo, puede ser bueno.

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Rhaenys sabía que aquel día en que puso su vida a manos de un hombre iba a ser uno de los comienzos de su historia. Sabía que cualquier hombre quería ser el rey de los siete reinos y al casarse con la legitima heredera de aquel trono, el podía ser el rey. La Targaryen sabía que primero debía darle un heredero aquel lord William Burgess y era una de las cosas que le aterraba, no el hecho de no ser una gran madre, sino que sabía que William Burgess la iba a violar todas las noches hasta que tuviera su hijo dentro de ella y aquello le aterraba, además del parto que sabía que era doloroso y podría morir en el intento.

No era un día común en Tikal, hace algunos años su lord William de la casa Burgess había perdido a su esposa y a su hijo en el parto pero esta vez iba a ser distinto, esta vez su lord se casara con una dragona. 

La Targaryen se encontraba en un pequeño banquito y al frente de ella había un espejo mientras que sus doncellas preparaban su vestido. Rhaenys no sabía como sentirse en aquel momento, desde que tenía memoria, ella decía que se iba a casar con Jon, era un bastardo sin nada que heredar pero a ella no le importaba y ahora se encontraba viéndose como sus doncellas arreglaban los últimos detalles. Su vestido era rojo sangre con algún que otro diseño color oro. Su prometido, el lord William Burgess le había preguntado como quería su vestido, y Rhaenys se alegraba que por lo menos podía escogerlo y escogió uno que le gustara pero se imaginaba con aquel mismo vestido pero con otro hombre y otro lugar. 

El palacio de Tikal se encontraba entre el desierto pero igual tenía bastante árboles lo que era una de las cosas que le gustaba a Rhaenys, ver la naturaleza. Alguna que otras personas murmuraban sobre la chica Targaryen lo que producía que aquello había llegado a oídos en King's Landing. Joffrey Baratheon o Lannister no le dió mucha importancia pero su familia si ya que pensaban que era algún plan para recuperar el trono de parte de Viserys ya que Daenerys estaba con los Dothraki y con un hijo en camino. Aquella noticia también había llegado a oídos de Ned Stark gracias a Varys que le daba algo de comida y información, su primogénito estaba con sus abanderados marchando hacía el sur y Rhaenys, una niña que la consideraba como su hija se iba a casar y no sabía el motivo, era algo complicado para el, aunque se preguntaba como estaría su hijo Jon, tal vez en la muralla no llego aquella información pero todavía recordaba el día en que Jon y el se enteraron sobre la muerte de Naerys y que Rhaenys fue en busca de lo que le pertenece, Ned Stark todavía recordaba como había quedado la espada de su bastardo y el hombre de paja al ser tantas veces golpeado con la espada. 

Los murmullos en Tikal eran mayor pero Rhaenys los ignoraba con la mirada en alto o en varias oportunidades la Targaryen les respondía molesta o ocultaba su molestia pero siempre aquello le dió gracias al lord William Burgess, no era común ver a mujeres en Tikal que enfrenten a los murmullos o cualquier cosa que le molestara, su futura esposa iba a llegar a ser toda una dragona y su hijo un gran guerrero dragón.

Cuando las doncellas desaparecieron, uno de los hombres más cercanos al lord William se acercó a la prometida de su amigo para llevarla a la especie de septo en donde se casarían. Rhaenys no dijo nada ni el acompañante, solo observaba el camino de flores que estaban a sus pies. Ya al estar bastante cerca de la especie de septo se veían otras especies de flores que colgaban sobre ellos y cuando la gente ya los observaba se quedaron cayados. 

En el frente, Eimon el amigo del lord William le entrego la mano de la prometida y el lord tomo aquellas suaves manos. Rhaenys sonreí por educación, no podía dejar de lado esta oportunidad para salvar a su pequeño pueblo y recuperar lo que era suyo aunque ella no se sentara en aquel trono.

-Yo te tomo a ti Rhaenys de la casa Targaryen bajo la protección de mi casa, te tomo como mi esposa, como mi compañera por el resto de nuestros días.- hablo William Burgess.

𝐈𝐍𝐄𝐅𝐀𝐁𝐋𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora