|44| No te quedes en el pasado, la vida continua.

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Habían ganado, habían ganado la batalla de los bastardos como se le llamo. Jon caminaba por los pasillos de su querido Winterfell y disfrutando la nieve que caía, había llegado el invierno. 

Sabiendo que no tenía ninguna reunión con los lords, tomo un caballo y cabalgo hacía el bosque hasta llegar a una cabaña que se encontraba algo gastada por el paso del tiempo y nadie cuidándola. 

Jon se sentó en la cama de su Rhaenys y olió una de sus ropas, todavía tenia su olor. Se odiaba a si mismo por no haberle enviado algo, al no haberle preguntado nada a el tal Chris y se arrepentía tanto de no estar con su mejor amiga, ella siempre estuvo para el y de pequeños tenían un futuro ideal para ambos, iban a recorrer el mundo para liberar a los esclavos y luego se unirían a la guardia nocturna, otra opción era recorrer por el mundo, casarse y no tener ninguna regla para ninguno de los dos. Jon no pudo evitar soltar una risa triste, extrañaba a su mejor amiga y ahora que estaba en Winterfell se sentía más incompleto que nunca.

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Había acabo, todo había acabado y lo primero que Rhaenys hizo fue a ver a sus hijos. Al llegar a la catacumbas se encontró a todos juntos y que se relajaron al ver a su reina, además vio a Arya la cuál tranquilizaba al pequeño Jon. 

Cada hijo de la peli-plateada fue recibirla, no importaba si unos eran humanos y los otros humanos, todos tenían emociones y adoraban a su madre. 

Desde aquel día se empezaban a preparar para lo que se venía, para la lastima de Rhaenys, Arya se tenía que ir ya que al igual que ella, tenía planes y quería hacer que los Frey pagaran por la muerte de su hermano y madre. 

Todo estaba mucho más tranquilo en Valyria, la gente estaba mucho más feliz que nunca. Los esclavos ahora tenían casas por si solos, tenían trabajos y no sufrían malos tratos, varia gente venía hasta Valyria por un mejor futuro, estaba claro que todos al llegar tenían miedo pero se acostumbraban a ello, y desde la pequeña batalla con los amos, se ganaron a un par más de aliados, todo transcurría bien.

Era un día común y Rhaenys se encontraba sentada en el su trono junto a sus dragones bebes mientras observaba los mapas del Poniente. 

-Majestad, hay unas personas que desean verla.- hablo un guardia en Valyrio. Existía más de una religión en Valyria. Los siete, dioses vikingos, el señor de la luz, otros dioses de ciudades cercanas y la Targaryen le encantaría que los viejos dioses también estuvieran pero lo complicado sería tener los antiguos árboles. Como habían muchas religiones, también se hablaban muchas lenguas pero la importante era el Valyrio.

-Haz que pasen.- comentó Rhaenys. 

Las grandes puertas fueron abiertos mostrando a un pequeño grupo armados con vestimentas cálidas y que se aseguraban de la protección de una mujer pelinegra, y de tres niñas algunos años más que Arya y que también era pelinegras.

-Están en presencia.- empezó a hablar Vanya comentando todos los títulos de Rhaenys.

-Majestad, es un honor poder conocerla. Mi nombre es Ellaria Arena y estas son mis hijas Obara, Tyene y Nymeria Arena.- hablo la pelinegra. 

-Majestad.

-Venimos desde Dorne para hacer alianzas.- comentó la mujer. Aquellos extranjeros de Dorne se encontraban totalmente sorprendidos. Rhaenys era una mujer joven y hermosa, no importaba si ya había pasado por dos partes y uno de mellizos, seguía siendo perfecta y el hecho de que se encontraba sentada en un trono con llamas blancas y a su alrededor con cuatro dragones, se ganaba la mirada de muchos.

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