|45| La llegada a Westeros.

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Estaba nerviosa Rhaenys, muy nerviosa, nunca pensó que tardarían tanto volver a Westeros y sentía todo su cuerpo inquieto. 

Gracias a Loki consiguieron un espía en las tropas de Daenerys, gracias aquello supieron que ella iría a Rocadragón y que es un lugar que los Lannister iban a suponer, aunque también debían tener cuidado ya que su tía tenia a Varys a un buen maestro de susurros pero no estaba ni cerca de lo bueno que era Loki. Mientras que Rhaenys gracias a Kilgharrah fueron a un castillo abandonado que al igual que Valyria esta lleno de magia y lo que evita que se destruya con el tiempo. Aquel lugar se llamaba Erebor y pertenecía a la antigua casa Sardothien.

Aquel enorme castillo estaba construido dentro de una gran montaña y con el tiempo todos se olvidaron de la gran casa Sardothien y su gran castillo, pero Kilgharrah tenía la habilidad de no olvidar.

Rhaenys desde lo lejos podía ver el enorme castillo de Erebor mientras que sus nueve dragones volaban. Ya los cuatro primero en nacer eran adultos, los bebés habían crecido un bastante pero le faltaba mucho para una guerra y además estaba Helarion que esté si que tenía un gran tamaño gracias a sus padres. 

Cuando ya estaban cerca de la costa, a Rhaenys ni siquiera le importo mojarse su vestido, ella tan solo se bajo del bote y corrió hasta la arena, ahí se recostó en ella mientras disfrutaba su textura. 

-¡Mami!- exclamo Naerys y vio a sus tres hijos jugando en el agua. 

Estaba claro que Rhaenys no era el tipo de reina que no podían soportar nada lo de clase, manchar su vestido o ese tipo de cosas, ella era una mujer libre criada en la naturaleza y como una guerrera, ella no sabía ni siquiera bordar, ella sabía el arte de la lucha, algo de pociones, venenos, sus curas y ese tipo de cosas. 

Luego de divertirse en el agua fueron hacía la entrada del castillo, había unas grandes puertas y en sus costados dos grandes serpientes de piedra simbolizando el escudo de la casa Sardothien. Ni siquiera la Targaryen espero para que alguien abriera las puertas ya que ella lo hizo con dificultad por el peso de aquellas. En lo alto de podía ver el majestuoso castillo y antes de llegar a el habían caminos para subir hasta el. 

El castillo estaba hecho en una montaña, era enorme y cuando llegaron a la entrada principal se notaban que habían varios pisos bajo tierra ya que habían vidrio en aquellas paredes. Ya adentró era algo oscuro por la poca luz que entraba pero recorrieron los caminos hasta llegar a la sala en donde había un gran trono, Rhaenys se quedo admirándolo. 

-Mira mami.- exclamo Jon y los pequeños corrían hacía las ventanas que habían detrás, ellos se encontraban varios metros de altura y desde ahí se podía ver que alguno de sus hombres continuaban bajando. 

-Con cuidado mis amores, no sabemos si es firme el vidrio.- comentó Rhaenys.

La curiosidad de Rhaenys creció al ver una puerta a uno de los costado y se acercó a ella, ahí había una gran mesa de forma de una gran serpiente y en ella había un gran mapa de todo Westeros y además había varios objetos que simbolizaban las naves, los hombres y ese tipo de cosas.

-Comencemos.- comentó Rhaenys.- Igor, tu y un grupo de tus hombre irán a explorar el castillo por si hay gente o algún indició de ella. 

-Claro majestad.- hablo Igor. 

-Mami ¿Podemos explorar el castillo? Porfi.- rogó Naerys. 

-Yo los cuidaré majestad, conmigo estarán a salvo.- hablo Eimon y la Targaryen asintió. 

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