Prólogo

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Venecia año 1543.

Ella iba caminando de regreso a su casa en una tarde fría y solitaria, iba vestida como cualquier niña de 17 años en ese momento. Una boina lisa color lila, un largo abrigo a juego y zapatos de tacón color crema.

Ella tenía una hermosa sonrisa que resaltaban sus labios pintados de borgoña, ya que venía de un pequeño musical, la ocasión lo merecía.

Iba a unas pocas cuadras antes de llegar a su hogar, con un pequeño bolso blanco colgando de su mano. Dando un paso tras otro la niña comienza a escuchar unos sonidos detrás de suyo, no le da importancia ya que es normal a aquellas horas del día, lo que no fue normal es como una mano la toma por la cintura y otra por la mano.

Ella creyendo que querían robarle, suelta el pequeño objeto y pisa el zapato detrás de ella para poder salir corriendo. Pero no sirvió de nada. El sujeto apareció detrás de ella, la volteó violentamente y le soltó

-Tú no tienes por qué vivir.

Acto seguido la golpeo con un palo que tenía en una mano arrojándola al suelo. Siguió golpeándola en todo el tórax y piernas. La sangre brotaba de ella en lo que los reflejos del débil sol hacían ver un rojo brillante.

-Aun muerta serás un buen regalo. - agregó este con una sonrisa maliciosa.

La niña iba perdiendo la conciencia cuando a su lado comenzó a escuchar susurros que la llamaban. No había nadie allí, solo un pequeño charco de agua del que salían hermosos reflejos de luz dorada.

-Ven a mí. - susurro esta voz.

-Estoy alucinando mientras muero. - pensó la niña.

Inconscientemente logro estirar un brazo hasta tocar el agua del charco. Era fría y ligera. Ella comenzó a cerrar los ojos mientras sentía que la voz la inundaba, hasta que ya no sintió nada.

-Abre los ojos niña. - volvió a decir la voz, solo que esta vez la hoyo fuerte y clara.

- ¿Estoy muerta? - pregunto la chica.

-Así es. - respondió la voz. - pero logramos recuperar tu cuerpo antes de que hagan algo desagradable.

-¿Desagradable? Acaban de matarme. - chillo la niña.

- ¿Dónde estoy? - pregunto mientras giraba sobre si misma contemplando el lugar.

Era azul pálido, igual a un amplio jardín solo que en otras tonalidades, al seguir girando la cabeza visualizaba algo en lo que creyó que se reflejaba. ¿Hay espejos? Creyó.

Al detenerse en uno observo que su aspecto no era el mismo. Su cabello, negro como el carbón pasó a volverse en una melena plateada que caía como cascada sobre su espalda. Sus ojos que eran azul claro, pasaron a tornarse grises, con aun una pequeña cantidad del color anterior ¿Qué me pasó? - preguntó completamente petrificada.

-Te elevaste pequeña.

- ¿Disculpa?

-Lo que hay dentro de ti, me llevó justo a tiempo para poder sacar tu alma del cuerpo antes de que sea tarde. Te traje aquí, a tu nuevo hogar. La niña la contempló, incapaz de creer todo lo que esta mujer decía.

-Bienvenida. - se limitó a contestar la mujer.

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