1

685 45 23
                                    

Yo esperaba que me pegase de un momento a otro, y sin duda en mi rostro se leía la repugnancia que me inspiraba, porque, de repente, me descargó un golpe violento. Me tambalee y acabé en el suelo. En aquel momento aprovechó para propiciarme una patada en el estómago. Intenté protegerme pero no pude. Una patada tras otra. Otro puñetazo. Me cogió del pelo y me arrastró hasta la habitación donde me tiro en la cama. No podía más. Un golpe tras otro, me sangraba la nariz y las gotas de sangre caían en las sábanas que más tarde tendría que limpiar. Otro golpe. Y otro más. Y cada golpe que recibía era más fuerte que el anterior. Perdí la cuenta. Sabía que no iba a parar hasta que perdiese el conocimiento. Necesitaba salir de ahí lo antes posible pero algo me lo impedía. No podía desaparecer sin más.

Me cogió del cuello asfixiándome. Veía la ira en sus ojos. Las ganas de más. Lo disfrutaba. Disfruta ver como tenía el control, pero eso iba a acabar pronto.

-Vuelve a amenazarme y sabes que la siguiente no serás tú-Me tiró al suelo.

En aquel momento me aparté todo lo que pude de él y dispuesta decidí salir de la habitación antes de que volviese a enfadarse y volviese a tomarlas conmigo.

Oí como la puerta de la habitación se cerraba y por fin pude volver a respirar. Como pude intenté ir al baño. Al llegar observe mi imagen y daba pena. Como me había podido dejar reducir de esa forma.

Tenía los ojos llorosos y el ojo izquierdo hinchado y rojo, probablemente mañana habría un hematoma bastante feo. El labio estaba partido y no dejaba de sangrar lo que provocó que mi ropa se manchase de sangre. Tenía las marcas del agarre en el cuello. Y apenas podía ponerme recta porque en el momento que lo hacía me recorría un pinchazo por todo el cuerpo que obligaba a volver a mi postura inicial. No podía salir así a la calle. Como pude cerré las puertas y me acerqué al lavabo, me lavé la cara y los ojos y presioné la herida del labio con papel, cuando llegue a casa me lo curaré. No quería pasar ni un minuto más en ese lugar.

Con las manos en mi costilla derecha presionando para que pueda caminar algo más recto, salí del baño y me dirigí a la entrada. Volví a mirarme al espejo de la entrada y no me reconocía. Tenía que parar esto como fuese, aunque acabase muerta en el intento.

Tenía que sacar a Charlotte de ahí como fuese posible.

EncubiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora