Capítulo 19: Distancia

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Había pasado poco más de tres meses desde el fracasado atraco. Aquella noche habían conseguido el dinero para que Fátima pudiera pagar sus deudas, pero todo lo demás había salido terriblemente mal. El plan dentro del casino fue un verdadero desastre, un hombre murió y con ello quedaron secuelas que aun tres meses después seguían latentes. Por fortuna la policía no había podido dar con ellas ni conectarlas de ninguna manera al robo. Al menos habían hecho un buen trabajo ocultando sus identidades ese día para que no tuvieran forma de saber que ellas habían sido las que entraron a robar. La ventaja de eso era que podían seguir haciendo una vida normal sin el miedo a que las fuesen a arrestar. Para el mundo ellas seguían siendo inocentes, bueno, hasta cierto grado, pues parecía que llevaban tatuado en la frente lo de ex convictas.

Habían aprendido con el tiempo que la marca que dejaba la prisión era una muy difícil de borrar. Por ese motivo no les quedaba más remedio que seguir conformándose con un trabajo de mierda y una vida que consistía de ir a firmar en el juzgado todas las semanas y no poder ser realmente libres. O por lo menos ese era el caso de Zulema, que por tener los peores cargos criminales en su expediente, no tenía forma de conseguir un mejor curro, y odiaba con todas sus fuerzas el que tenía en el lavado de autos. Sin embargo, lo estaba aguantando por Fátima, porque sabía que necesitaba ayudarla con los gastos del departamento donde vivían juntas y no podía quedarse sin trabajo. Claro que, para ella estaba siendo muy difícil manejar esa vida común y corriente que tenían todos a su alrededor. Lo estaba intentando, pero a veces se dejaba llevar por sus instintos y hacía algo que le diera esa descarga de adrenalina que tanto extrañaba. Desde la noche del casino no había vuelto a hacer un atraco tan grande, en realidad porque sola no podía y no le interesaba hacerlo con cualquiera de todos modos. Pero a veces cometía pequeños robos en alguna tienda o joyería, nada a lo grande, simplemente algo que le recordara que estaba viva y que su vida no era como la de la gente normal. Con Fátima todo iba perfecto, su hija y ella cada vez se volvían más cercanas, habían descubierto que tenían más cosas en común de las que creían; como gustos musicales o de películas, además, pensaban igual en muchas cosas, por lo que disfrutaban compartiendo el tiempo juntas. A partir del atraco la chica había podido solucionar sus problemas de deudas y eso le había traído mucha tranquilidad. Su hija por fin comenzaba a sentirse en paz y feliz, en todos los sentidos, pues llevaba las últimas semanas saliendo más y más con el chico que había conocido la primera noche que fueron al casino. Fátima decía que no eran novios aún, pero Zulema sabía que estaban muy cerca de serlo, y realmente le daba gusto ver a su hija tan contenta. Pero con su hija enamorada significaba que la joven tenía que dividir su tiempo entre su novio, el trabajo y por último ella. Lo cual había provocado que tuviera que pasar bastante tiempo sola, sobre todo algunas tardes cuando llegaba del curro y Fátima le decía que iba a salir. La soledad en realidad no le molestaba, pero mentiría si no dijera que quería poder compartir su tiempo libre con alguien. Una persona con la que pudiera hablar, tener sexo, incluso compartir el silencio o hasta discutir. Solo venía un nombre a su cabeza cuando pensaba en alguien con quien pudiera tenerlo todo a la vez; Macarena. En las últimas semanas se había encontrado a sí misma extrañando a la rubia más que nunca. No sé habían visto desde la noche del atraco luego de que se despidieran en su casa después de haber follado en el ascensor. En esos tres meses no habían hablado ni siquiera por teléfono, no se habían visto ni de lejos, y ni un mensaje de texto habían compartido. Simplemente cada cual había hecho sus vidas fingiendo que la otra no existía.

Pero así como Zulema se encontraba pensando constantemente en Maca, la rubia tampoco parecía poder sacarse a la morena de la cabeza. Había estado saliendo con un tío durante el último mes, pero en realidad no se trataba de una relación seria, solo era una forma de distraer sus pensamientos de la persona con la que verdaderamente le gustaría estar. No estaba enamorada de él, y cada día que pasaba comprobaba más que por quién sentía algo era por Zulema. No quería aventurarse a ponerle un nombre a ese sentimiento, porque eso sería muy precipitado considerando que nunca tuvieron una relación y que su corta historia consistió de discusiones y unos cuantos polvos. Aunque en realidad entre ellas había mucha más historia que esa, y Maca lo sabía. Venía de muchos años atrás, y por esa misma razón es que entendía que jamás iba a poder existir algo entre la mujer mayor y ella. Estaban demasiado marcadas por el pasado como para poder empezar de cero. Pero no estaría siendo honesta consigo misma si dijera que no le gustaría que las cosas fuesen diferentes. Pues una cosa sí era segura, extrañaba demasiado a Zulema y se estaba muriendo por volver a encontrarse con ella.

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