Capítulo 28: A partir de ahora

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Se quedaron en silencio durante lo que pareció ser una eternidad. Ninguna de las dos sabía qué decir o cómo iniciar una conversación luego de un mes sin verse. Sobre todo considerando la forma tan abrupta como había terminado su relación. O más bien, como Zulema había acabado con lo que tenían. Macarena se acercó a la cama sin decir nada y acomodó la almohada que la enfermera había estado intentando colocar previamente en la espalda de la mujer mayor. La morena no dijo nada, solo dejó que la rubia la ayudara a encontrar una posición cómoda dentro del dolor que estaba sintiendo en ese momento. Zulema se quejó cuando intentó moverse y sintió como si todo su cuerpo volviese a quebrarse una vez más.

—Con cuidado. —le dijo Maca asegurándose que la almohada estuviese bien acomodada.

—Me duele hasta el dedo chico del pie, estoy hecha una mierda. —protestó la mayor con un gruñido cuando se recostó sobre la almohada y ni así el dolor disminuyó. —Gracias. —susurró luego de que la rubia la ayudara a colocarse la sábana hasta su pecho, ya que hacía bastante frío en la habitación; Macarena permaneció en silencio y prefirió no mirarla a los ojos a pesar de la cercanía. —Ni siquiera merezco que me ayudes.

—No, no te lo mereces. —respondió la rubia alejándose de ella.

Zulema bajó la mirada y suspiró.

—Lo siento. —fue lo único que pudo decir aun sabiendo que eso no sería suficiente para ganarse su perdón.

—Te fuiste de un momento a otro sin tomar en cuenta mis sentimientos. —le reclamó yendo directo al grano, ya se había callado demasiado durante las últimas semanas.

—Lo sé, Maca.

—No te importó romperme el corazón en mil pedazos. —su voz se quebró y tuvo que respirar profundo para no romper en llanto. —Tanto que me pediste que nunca te abandonara, que si algún día quería irme te lo dijera antes de tomar una decisión, y terminaste haciendo justo eso.

—Rubia...

—No me llames rubia. —le pidió con un nudo en la garganta. —Ya yo no soy tu rubia. No soy nada en realidad. Tú te encargaste de romper con todo y me dejaste muy claro que ya no querías estar conmigo.

—Maca, sé que no tengo justificación, y no pretendo que olvides lo que hice. Pero yo te juro que mi intención nunca fue lastimarte. —le explicó sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos, el hecho de que Macarena le dijera que ya no era su rubia realmente le había dolido, pero sabía que no podía esperar otra cosa de su parte, ella misma se había encargado de arruinarlo todo. —Creí que alejándome de ti te haría un bien, porque sabía que tú merecías algo mejor. Y sigo pensando que mereces tener a alguien mejor que yo a tu lado. Yo no te hago bien, no te convengo.

—Ese es el problema siempre contigo, Zulema, que solo piensas en ti, en lo que tú quieres. A mí no me tomaste en cuenta para nada, no me preguntaste qué sentía, o qué quería yo. Solo asumiste lo que tú creíste que era mejor para mí. Tú pensaste que me hacías un bien, tú decidiste irte, tú te desapareciste un mes entero, tú me sacaste de tu vida. Siempre tú, tú y tú. —comenzaba a alterarse. —No eres capaz de pensar por un segundo en lo que sienten los demás, porque estás tan metida en tu propio mundo que no ves el mal que haces.

—Por favor, Macarena, trata de entenderme, yo solamente quería evitarte un sufrimiento más grande.

—¿Y pensaste que yéndote como lo hiciste lo lograrías?

—Me equivoqué, debí hablar contigo antes y decirte lo que sentía. Pero esa noche que me fui estaba fatal, solo quería irme lejos, necesitaba respirar.

—Si me hubieras llamado más tarde esa misma noche, o al día siguiente, o incluso hasta un par de días después, lo hubiera comprendido y hasta aceptado. Pero un mes entero sin enviarme por lo menos un mensaje para decirme que estabas bien, eso es simplemente injusto. Y que me hayas llamado varias veces y no fueras capaz de hablarme nada aun cuando te supliqué que lo hicieras, me parece una crueldad de tu parte. ¿Cuál era tu intención? ¿Jugar conmigo? ¿Eso era lo que querías, burlarte de mí? Porque si era eso, déjame decirte que lo conseguiste.

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