Capítulo 27: La puta vida duele

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*1 mes antes*

Su madre acababa de morir esa noche, y Zulema había decidido huir de todo. No para siempre, pero al menos por un tiempo. Necesitaba alejarse de las personas que quería, por irónico que eso sonara. Pero sabía que sí seguía cerca de su hija y de Maca terminaría haciéndoles más daño. Estaba acostumbrada a joderlo todo, incluso antes de hacerlo ya podía sentir que en cualquier momento estallaría como una bomba nuclear que acaba con todo a su alrededor. Y la tragedia de esa noche solo se lo había confirmado. No estaba feliz por la muerte de su mamá a pesar de haber ido a su casa con la intención de matarla. Pero pronto se dio cuenta que aunque el infarto que sufrió terminó con su vida como ella misma lo había deseado, eso no le trajo ninguna satisfacción. Estaba harta de que su vida consistiera de muertes, pérdidas, crímenes y una constante lucha por alcanzar una libertad que aun después de salir de la cárcel no había encontrado. Y fue entonces que se dio cuenta que en realidad de lo que buscaba huir esa noche no era de los demás, sino de sí misma, de esa versión suya que todo lo echaba a perder. Pero como eso era imposible, decidió marcharse para evitar seguir envenenando a todo el que se le acercara. No era la víctima en nada de lo que había pasado y tampoco pretendía serlo. Ni siquiera podía culpar a su hija por haberse distanciado y haber creído en las palabras de su abuela. Cualquiera lo hubiera hecho, porque ella no era una persona de fiar, nunca lo había sido, y no podía esperar de la gente un amor incondicional cuando pocas veces ella misma lo había dado. Lo de Macarena era asunto aparte, pero le dolía tanto como su relación echada a perder con su hija. Su corazón le gritaba tantas cosas acerca de la rubia, todas ellas terminaban resumidas en lo mismo; la amaba. En serio la amaba, y no se arrepentía de la relación tan inesperada que habían tenido, pues fueron las semanas en las que más feliz se sintió. Donde por fin supo lo que era tener un hogar y una persona que la quisiera a pesar de su vida delictiva. Porque la rubia no solo la aceptaba siendo como era, sino que hasta compartía los mismos deseos de buscar esa adrenalina que tanto necesitaban. Pero ahora que lo pensaba con la cabeza fría, entendía que a pesar de que sus sentimientos por la mujer más joven eran reales, definitivamente no eran sanos para ella. No solo la estaba llevando por el camino del crimen y veía como comenzaba a disfrutar de ello hundiéndose cada vez más en un mundo del que era difícil salir después. Sino que también le hacía daño con su amor, un amor que no borraba el pasado de maldad y malos tratos de su parte hacia ella, y por el que se arrepentía todos los días. Todavía recordaba cuando Sandoval quiso hacerle un diagnóstico en la cárcel poco antes de morir, alegando que era una psicópata de manual. Y sinceramente a veces hubiera querido realmente serlo. Porque así no sentiría todo lo que estaba sintiendo, no le dolería el pasado, la melancolía o la puta vida. Si fuera una psicópata no sentiría culpas constantes que la atormentaban como un demonio en un rincón de la habitación. Y aunque luego repitiera que ese sentimiento era el más inútil de todos, era el que la acompañaba todos los días de su vida. Pero lo peor de todo es que no había forma de librarse de él, porque a estas alturas ya no existía nada que pudiera hacer para que las cosas cambiaran. Estaba condenada a vivir eternamente siendo presa de sí misma, y le tocaba aceptar que todo lo bueno que le esperaba en la vida ya había pasado.

...
Estuvo algunos días quedándose en un motel barato a las afueras de la ciudad. Era una completa mierda y le recordaba constantemente la miseria que era la totalidad de su vida. Luego de una semana decidió hacer un atraco en una gasolinera porque necesitaba dinero, ya que le había dejado el último botín a Maca y a su hija, y no pensaba regresar a su curro. Con el dinero que robó esa noche dio parte del pago para una roulotte, era una caravana pequeña, pero suficiente para lo que necesitaba. Dormir y poder moverse de un lugar a otro sin tener que estar preguntándose dónde iba a pasar la noche. Con el paso de lo días pensó en regresar al departamento de su hija, o por lo menos llamarla para decirle que estaba bien y que no se preocupara. Pero cada vez que estaba a punto de hacerlo perdía el valor y terminaba de auto convencerse que tanto la chica como Macarena estarían mejor sin ella a largo plazo. Los primeros días recibió montones de llamadas por parte de las dos, hasta que decidió simplemente apagar su teléfono e ignorarlo todo. Sabía que no estaba haciendo bien, que no debía irse de sus vidas de esa manera tan abrupta. Sin embargo, se sentía tan frustrada consigo misma que simplemente decidió aislarse del mundo y no dar señales de vida hasta que estuviera lista para hacerlo. Una noche decidió llamar a Maca desde otro teléfono, lo único que quería era escuchar su voz aunque fuera un segundo, por eso tan pronto la rubia respondió, ella cortó la llamada. El corazón se le quería salir del pecho con solo oírla, ahí se dio cuenta de cuanto la extrañaba realmente. Las siguientes dos noches la volvió a llamar, y a la tercera estuvo a punto de hablar cuando Macarena la enfrentó pidiéndole que dijera algo. Pero al final terminó siendo una cobarde. Porque sí, ella que tanto se jactaba de que no le tenía miedo a nada, había algo que verdaderamente le aterraba, y era enfrentarse a sus propios sentimientos. El amor la llenaba de miedo, porque cada vez que intentó dejarse llevar por él, terminó con el corazón hecho mierda.

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