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A la mañana siguiente despierto temprano, esperando que mi padre no haya madrugado. Shawn despierta poco después y me sonríe.

—¿Descansaste? —pregunta en un susurro.

—Sí —respondo en un tono similar— ¿Y tú?

—Sí, dormí muy bien.

—Voy a ver si no hay moros en la costa, y te indico si puedes salir.

Él asiente y yo me levanto de la cama. Busco las llaves, abro la puerta despacio y me asomo, encontrándome con mi padre, que está en el pasillo, justo frente a la puerta de la habitación donde debería estar Shawn.

—Esther —dice cuando nota mi presencia— ven un momento.

Camino hacia él despacio, dejando la puerta de mi habitación cerrada. Mientras me acerco, voy entrando en pánico lentamente, va a descubrir que Shawn no está donde debería y si lo ve en mi habitación, me matará.

—¿Qué necesitas, papá? —pregunto tratando de disimular mis nervios.

—Iba a ver al cantante, ¿cómo se llama? Sean o algo así.

—Shawn.

—Como sea, imagino que tienes la llave de la puerta.

—Sí, pero está en mi habitación, no recuerdo dónde la dejé anoche.

—Pues ve a buscarla.

Asiento y me pregunto qué voy a hacer ahora, cuando me dispongo a irme, suena su celular, espero que eso lo distraiga mientras se me ocurre alguna idea.

—Búscala mientras contesto esta llamada —dice sacando el celular del bolsillo.

Camina hacia la sala y yo corro a mi habitación, creo que tengo una pinta espantosa, al verme entrar, Shawn frunce el ceño y se acerca.

—¿Se dio cuenta? —pregunta.

—No —respondo— pero si no entras en esa habitación ya, nos veremos en serios problemas, sígueme.

Me asomo de nuevo al pasillo para comprobar que mi padre no está cerca, escucho su voz en la sala, tenemos que hacer esto rápido. Salgo casi corriendo y él me sigue, abro la puerta de la habitación y lo dejo pasar primero, luego la cierro tras de mí y lo ato a la silla.

—Espero que olvide que iba a venir —comento.

—Yo también —dice él— no quiero que me tome por saco de boxeo de nuevo.

Le sonrío y salgo de la habitación con el mayor de los disimulos, mi hermano está en el pasillo, espero que no nos haya visto entrar.

—Buenos días, Esther —saluda.

—Buenos días, Chad —respondo.

Se acerca y me da un beso en la mejilla.

—¿Vamos a hacer algo de desayuno? —pregunta.

—Claro.

Lo acompaño a la cocina y preparamos algo juntos, al parecer no me descubrió, de lo contrario, ya me hubiera dicho algo. Mi padre termina su llamada y se sienta en el comedor.

—Parece que todo está calmado ya —comenta—mañana mismo podremos regresar a la ciudad.

Me alivia lo que dice, pues eso significa que se marchará pronto, así, Shawn correrá menos peligro. Casi creo que se olvidó de él, pero no, se levanta de la silla y se acerca a mí.

—¿Ya abriste la puerta? —pregunta.

—Sí —respondo— está sin llave.

—Iré mientras está el desayuno.

Camina hacia la habitación y yo lo observo, seriamente preocupada por lo que vaya a hacer, pero no puedo intervenir, debo seguir preparando el desayuno y fingir que no me importa Shawn en lo más mínimo, aunque es mentira. Odio admitirlo, pero tengo ciertos sentimientos hacia él y eso no está bien, pronto tendré que olvidarlo y si sigo acostumbrándome a su presencia, la vida se me va a volver difícil. Mientras preparo el chocolate, pues a mi padre le gusta beber una taza todas las mañanas, pienso en hacerle ciertas preguntas a mi hermano.

—¿La familia de Shawn ya pagó?

Chad me mira y deja de batir los huevos para responderme:

—Aún no, les queda una semana de plazo.

Una semana es todo el tiempo que me queda cerca de él, no puedo evitar sentir tristeza, me va a costar olvidarlo. Asiento y me dispongo a servir el chocolate. Me pregunto qué estará haciendo mi padre con Shawn allá adentro. Poco después lo veo salir, se sienta en el comedor y me observa mientras le sirvo el chocolate.

—¿Te ha dado problemas? —pregunta mientras toma la taza y la acerca a sus labios.

—No —respondo— ningún problema.

—Su familia debe estar por pagar, debo regresar a la ciudad para indicarles cómo hacer el pago. Tengo buenas noticias, hemos podido recuperar el cargamento que nos habían robado.

Esa noticia me hace sonreír, aunque gracias a que robaron ese cargamento, pude conocer a Shawn. Mi hermano sirve el resto del desayuno y nos disponemos a comer. Paso el día limpiando la cabaña con ayuda de mi hermano y solo después del almuerzo, entro a ver a Shawn, pues voy a llevarle algo de comer. Para mi sorpresa, mi padre no lo golpeó, está sano y salvo. Me acerco y le desato las manos para entregarle el plato con el almuerzo.

—¿Qué te dijo mi padre? —le pregunto.

—Me dijo que mi familia viajó aquí a buscarme, y que si en una semana no han pagado, me matará él mismo —responde mirándome.

—En verdad espero que paguen pronto.

—También yo, seguramente tu padre ha matado ya a muchas personas, no quiero hacer parte de esa lista.

—Eso es indudable, aunque no sé exactamente de cuántas estamos hablando.

—¿Alguna vez te ha ordenado que mates a alguien?

—La verdad es que no, por suerte, he herido a varios, pero ninguno ha muerto. Pensaba que podría ordenarme que te mate, pero no me atrevería a hacerlo.

—¿Por qué?

—Es difícil matar a alguien a quien conoces, que ha hablado contigo y han compartido tiempo juntos, además, tú me agradas y no mereces que te hagamos ningún daño. Ya ha sido suficiente con tenerte aquí durante todos estos días e interrumpir tu vida.

—No pasa nada con eso, de igual manera he disfrutado mi estadía aquí, seguramente, nunca volveré a tener tanto tiempo libre y alejado del mundo de la fama.

Es verdad lo que le digo, si ni quiera me atreví a golpearlo, mucho menos me atrevería a matarlo aunque me costara muy caro. Lo observo mientras come y me pregunto si una vez esté libre, se olvidará de mí pronto. Solo sé que a mí, en lo personal, se me hará difícil olvidarlo a él. Pero no quiero pensar en eso, nuestro tiempo juntos tiene un límite y se acerca, debo tratar de no tomarle más aprecio, aunque sea difícil.

Síndrome de Estocolmo || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora