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Tal como lo calculé, falta poco para las dos de la madrugada cuando llego. Me duele la cabeza terriblemente, estaciono la camioneta y bajo. Abro la puerta, entro y enciendo las luces. Todo está tan oscuro y silencioso. Creo que podré dormir un par de horas, tal vez eso me ayudaría a sentir menos dolor, es como si me hubieran quitado una parte del corazón y el pecho se hubiera quedado medio vacío, jamás imaginé que fuera a ser así de terrible. Me dirijo a mi habitación y me acuesto en la cama, deseando que Shawn estuviera ahí a mi lado, poder sentir su presencia. Pongo una alarma para las cinco, esperando que mi padre y Chad no lleguen demasiado temprano. Apago la luz y cierro los ojos. 

Después de soñar con Shawn, me despierto cuando escucho la alarma, afuera comienza a amanecer y me pregunto qué estará haciendo para este momento, si estará despierto o dormido. Espero un rato antes de levantarme y ejecutar mi plan. Voy a la habitación donde debía tener a Shawn, dejo caer la única silla que hay contra el suelo, de manera que se rompa un poco y parezca que me golpeó con ella, pienso hacerles creer que escapó, y debo cuidar cada detalle. Busco un poco de cuerda y la froto en mi cuello de manera que deje marcas. Luego, voy a la cocina, tomo un cuchillo y me hago una pequeña herida en la frente con la punta para que salga un poco de sangre. Luego, corto la cuerda con el cuchillo y la dejo junto al mesón. Me miro en el espejo, creo que me creerán lo que les voy a contar, además, mi padre cree todo lo que le digo. 

Son más de las seis cuando escucho el sonido del auto, ya están aquí. Corro a la habitación y me acuesto en el suelo junto a la silla rota, no sin antes tirar las llaves cerca a la puerta. Escucho la voz de mi padre llamarme y cierro los ojos, creo que hubiera sido una extraordinaria actriz. Entran en la casa y sé que me están buscando, oigo sus pasos acercarse, tengo que quedarme donde estoy, no moverme ni un milímetro. 

—Aquí está —grita Chad y se acerca, creo que se puso de rodillas junto a mí. 

—¿Qué demonios le sucedió? —grita mi padre— ¿está viva? Levántala de ahí, por Dios, ese desgraciado intentó matar a mi niña, mi princesita. ¡Dime si está viva!

Mi padre suena angustiado, siento que Chad me toma en sus brazos y me lleva a alguna de las habitaciones, no voy a abrir los ojos aún. Me deja sobre la cama y se sienta junto a mí. 

—Trae el alcohol, parece que respira, mira cómo tiene el cuello, y esa herida en la frente, ¿Dónde demonios está ese condenado cantante? 

No escucho a mi padre contestarle, pero oigo sus pasos alejarse. 

—Por favor despierta, hermanita, no sabes cuánto te necesitamos papá y yo. 

Lo escucho volver y luego siento el olor del alcohol cerca de mi nariz. Abro mis ojos lentamente y parpadeo varias veces, mi hermano y mi padre me miran aliviados. 

—Dios mío, Esther, ¿estás bien? —dice Chad. 

Todo está saliendo tal como lo planee, miro a mi hermano y luego a mi padre. 

—¿Dónde está el cantante? —pregunto con voz muy débil. 

—Al diablo con el condenado cantante —dice por fin mi padre— ¿te sientes bien? ¿necesitas un médico?

—Solo me duele mucho la cabeza, ¿pueden traerme una pastilla?

Intento ponerme en pie y Chad de inmediato me detiene, mi padre corre a buscar una pastilla y me la trae junto a un vaso con agua. La tomo y respiro profundo, es hora de contarles una historia fantástica. 

—Por favor, dinos qué pasó —dice mi padre. 

—Antes de la medianoche, escuché ruidos en la habitación y entré a ver qué ocurría con el cantante, parecía estar durmiendo sentado en la silla, así que, me di media vuelta para salir e irme a dormir, no se cómo se desató los pies, pero se levantó y mientras abría la puerta, me tomó del cuello e intentó estrangularme. Intenté soltarme, pero no pude, y no traía el arma conmigo, pronto quedé inconsciente, creo que después me golpeó con algo, pues siento que tengo una herida en la cabeza —con las yemas de los dedos, toco la herida de la frente y hago una mueca de dolor— no sé qué haya pasado, tal vez escapó, pero no debe ir lejos, debe estar en el bosque. 

Síndrome de Estocolmo || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora