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A la mañana siguiente, despierto entre los brazos de Shawn, algunos rayos de sol entran por la ventana y el sentimiento de tristeza y desesperanza se apodera de mí. Él todavía no ha despertado, así que, me permito quedarme observándolo hasta que abre sus ojos y me regala una sonrisa triste. 

—Hola —lo saludo. 

—Hola —responde. 

Le doy un pequeño beso y me levanto. 

—Iré a traerte algo para desayunar —le informo. 

Él simplemente asiente, me pregunto cómo se estará sintiendo, si tan mal como me siento yo. Salgo de la habitación y cierro la puerta, bajo las escaleras y me encuentro a mi padre hablando con uno de sus hombres en la sala. 

—Buenos días, hija —saluda al verme. 

—Buenos días, Esther —dice su acompañante. 

—Buenos días —saludo. 

—¿No te has bañado? —pregunta mi padre— sabes que no me gusta que andes así por toda la casa. 

—Ahora lo hago —digo— con permiso. 

Camino hacia la cocina y sirvo café con tostadas, luego, me asomo y compruebo que mi padre ya no está cerca. Corro escaleras arriba hasta mi habitación y entro. Escucho el sonido de la ducha, así que, dejo el desayuno sobre una de las mesas de noche y abro el armario. Busco algo qué ponerme y lo dejo sobre la cama. Poco después, Shawn sale del baño con la toalla alrededor de su cintura y se queda mirándome. 

—Te traje algo de desayunar —le digo. 

—Muchas gracias —responde él.  

Tomo la toalla y la ropa y entro al baño. Cuando estoy bajo el agua de la ducha, me permito llorar, pues sé que nadie va a escucharme y que cuando salga no se notará. ¿Ahora qué haré para olvidarlo? ¿lo lograré? 

Cuando salgo me encuentro a Shawn mirando por la ventana, se da cuenta de mi presencia y gira un poco para mirarme. 

—Tu jardín es muy bonito —dice. 

—Gracias —digo. 

Tengo la sensación de que ninguno de los dos sabe qué decir y es un poco incómodo. Quiero decirle muchas cosas, pero sé que las palabras no saldrán, así que, me acerco a él y lo abrazo con fuerza. 

—Esther —dice mi hermano desde el pasillo— a desayunar. 

—Ya voy —respondo. 

Me separo de Shawn y salgo de la habitación, bajo las escaleras junto a Chad y nos disponemos a desayunar. Mi padre ya está terminando y por suerte, nos anuncia que tiene que irse a resolver unos asuntos, así, no corremos peligro de que vea a Shawn aquí. Termino de desayunar también y subo a mi habitación de nuevo. 

—Creo que es hora de irnos —digo. 

Él me mira con pesar, y comienza a formarse el nudo en mi garganta. Guardo mi celular en el bolsillo y espero a que él esté listo. Salimos juntos y nos encontramos con Chad que está esperándonos en el auto. Me acomodo junto a Shawn, él toma mi mano y yo recuesto mi cabeza en su hombro. El camino se me hace largo y lo agradezco, quiero aprovechar mis últimos minutos junto a él. A medida que nos acercamos al aeropuerto, el dolor en el pecho empeora y la sensación de vacío se hace más profunda. Él me mira y puedo notar la tristeza en sus ojos, eso me rompe el corazón, todavía más. Chad estaciona el auto y el momento ha llegado, el fin ha llegado. Bajamos del auto y nos abrazamos con lágrimas en los ojos. 

—Sé feliz —le digo— que tengas mucho éxito, te quiero. 

—Cuídate mucho —dice él— te quiero. 

Nos damos un largo beso, sin desear que termine, luego, nos abrazamos de nuevo, pero llega el momento de dejarlo ir, Shawn volará varias horas hasta su casa y pondrá miles de kilómetros entre nosotros. Él seguirá siendo la estrella, el artista, el famoso y yo, yo seguiré siendo una chica ordinaria, la hija de un narcotraficante, que tuvo la desgracia de enamorarse de un cantante que jamás podrá ser suyo. Le da un último apretón a mi mano y se aleja, despacio, girando de vez en cuando para mirarme con tristeza. Cuando desaparece de mi vista y de mi vida, me subo al auto y allí, me derrumbo, me rompo en mil pedazos y lloro cubriendo mi rostro con mis manos. Chad pone su mano sobre mi hombro, tratando de transmitirme fuerza. 

—Sé que te duele mucho —dice— llora todo lo que quieras, después, te sentirás mucho mejor. 

—Me duele lo indecible —confieso— porque siento que esperé toda mi vida para conocerlo, y cuando lo encontré, no puedo estar junto a él. 

Y es verdad, me siento como si me hubieran quitado un pedazo de mi alma, el olvido no es una posibilidad, y sé que si ocurre, será dentro de muchos años más y mientras tanto, sentiré sobre mis hombros el peso de los recuerdos que tenemos en común. Seguiré soñando despierta con ese chico amable y dulce, de cabello rizado y desordenado, que entró en mi vida y dejó su huella indeleble en mi alma. Cada pequeña parte de mí está perdidamente enamorada de él, hasta este momento, después de perderlo para siempre, soy consciente de ello y me pregunto cómo llegué hasta este punto. 

Chad conduce de regreso a casa, debemos hacer varias cosas que nos encargó mi padre, espero que el trabajo me distraiga, pensar tanto en Shawn solo va a hacerme sufrir más de lo que ya estoy sufriendo. Al entrar a mi habitación a recoger mis armas, siento la nostalgia golpearme con más fuerza, pero ya he llorado suficiente, así que, me dirijo al baño y me lavo la cara. 

Cuando salgo, no me siento mucho mejor, su ausencia me ha herido en lo más profundo y no será fácil sanar. Jamás volveré a ser lo que era antes, Shawn Mendes marcó mi vida, la dividió en un antes y después de él, y el antes y el después, no se parecen absolutamente en nada.  

Síndrome de Estocolmo || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora