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Después de pasar un día cobrándole a los deudores de mi padre, llegamos a casa. Ya es casi de noche y él no parece estar por ningún lado. Le preguntamos a la empleada y nos dice que está en el estudio, bebiendo junto a sus hombres. Él casi nunca se emborracha, pero cuando decide hacerlo, es terrible, no saldrá de ahí hasta mañana. Nos sentamos a cenar solo Chad y yo, tengo bastante hambre y termino de cenar rápidamente. Mi hermano termina también y mira el reloj en su muñeca. 

—Tengo que irme —me informa mientras se acerca y me da un beso en la mejilla— nos vemos más tarde. 

—¿A dónde irás? —pregunto un poco sorprendida. 

—A encontrarme con un nuevo amigo —explica, sonríe y sale del comedor. 

Me pregunto quién será su nuevo amigo, él no es de hacer muchas amistades, aunque pudo conocer a mucha gente mientras no estuve aquí. Recojo los platos y los llevo a la cocina, luego, subo a mi habitación, pues quiero tomar un baño. Pongo a llenar la bañera mientras busco en el armario una bata y una pijama para ponerme cuando salga. Agrego el jabón, que hace mucha espuma y cuando todo está listo, recojo mi cabello en un moño y entro en el agua tibia. Cierro mis ojos e intento relajarme, aunque no he hecho más que pensar en Shawn. Cuando enciendo la radio, ahí están sus canciones, cuando enciendo la televisión, ahí está él y las noticias de su regreso, creo que olvidar a alguien famoso es casi imposible. Me pregunto si ya se habrá ido, si habrá regresado a casa con su familia o continuará con su gira. Quisiera saber si está aún aquí y tal vez verlo por última vez, aunque eso no es posible, debo resignarme a no volver a tenerlo cerca. 

Tras un largo rato, decido salir de la bañera, busco mi celular, que está sobre el lavamanos y veo que ya son casi las nueve, no puedo creer que haya pasado tanto tiempo ahí. Me envuelvo en la toalla y me pongo la bata. Abro la puerta y me encuentro con uno de los hombres de mi padre: Adrien, acostado sobre mi cama. 

—¿Qué estás haciendo aquí? —le digo. 

Se levanta un poco para mirarme y me doy cuenta de que está bastante borracho.

—Te estaba esperando —responde. 

—¿Qué demonios quieres? ¿Cómo se te ocurre entrar a mi habitación así como así, sin preguntar?

—Pues perdón, no pensé que fuera a molestarte. 

—Levántate de mi cama, ya. 

—No tienes por qué ponerte así. 

—Claro que tengo por qué, imbécil, estás invadiendo mi privacidad. ¡Fuera de aquí!

—¿Tienes que ser tan odiosa siempre?

Diciendo eso, se pone en pie y se tambalea un poco, en verdad está muy borracho, si él está así, no me imagino cómo estará mi padre. 

—Yo nunca había sido odiosa contigo —le digo— ni con ninguno de los hombres de mi padre, pero me molesta que irrumpas en mi habitación de esa manera. 

—Es verdad, pero ahora lo estás siendo, ¿Dónde estuviste durante todo este tiempo?

—Estaba resolviendo unos asuntos personales. 

—¿Entonces es mentira que fueron ustedes quienes secuestraron a ese cantante?

—¿No crees que estás haciendo demasiadas preguntas? Eso no es tu problema. 

Hace ademán de responderme, pero no lo hace, me mira con sus ojos inyectados en sangre, da un paso hacia mí, pero se tambalea de nuevo. 

—No sé por qué sigues aquí —digo mientras señalo la puerta— ¡Fuera!

Síndrome de Estocolmo || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora