Escucho su voz llamándome, pero sé que estoy soñando, Shawn no puede estar aquí, no puede estar diciendo mi nombre. Me pesan los párpados y me duele todo el cuerpo, hago un esfuerzo enorme por despertar, pero me cuesta demasiado. Después de mucho intentarlo, de mucho luchar por abrir los ojos, lo logro, pero no sé si sigo soñando, o si es que en verdad, estoy muerta. Miro alrededor, estoy en una habitación desconocida y sentado junto a mí está Shawn, mirándome con sus bellos ojos cafés. Lo miro sorprendida, su mano sostiene la mía, creo que si lo estoy tocando es porque es verdad.
—¿Qué haces aquí? —pregunto, pero siento la boca seca y se me dificulta un poco respirar.
—Vine a verte —responde él, y me sonríe— sé que dijiste que no regresara jamás, pero estabas muy grave y quería verte aunque fuera por última vez.
—¿Sabes algo de Chad y de mi padre? —pregunto y comienzo a recordar los sucesos ocurridos antes de que me hirieran.
—Tu hermano está bien, en la habitación de al lado, recuperándose, y tu padre murió, lo siento.
Siento el nudo en mi garganta y las lágrimas quemar en mis ojos, papá murió sintiéndose decepcionado de mí, pensando que soy una traidora y espero que no supiera que iba a abandonarlo sin decir nada o entonces también habría muerto odiándome. Nuestros últimos días juntos fueron un desastre, lo pasamos casi sin hablarnos y sintiendo resentimiento uno hacia el otro. Qué tristeza tan grande que me causa saber que nunca volveré a verlo, pero más aún, que murió como un criminal, que pasó su vida entera haciendo daño y esperando que sus hijos repitieran la historia.
—Gracias por venir, Shawn —le digo entre sollozos.
Él me sonríe y en medio de la tristeza por la muerte de mi padre, siento un poco de alivio, un poco de felicidad porque volví a verlo, aun cuando no creía que eso volviera a suceder nunca.
—Tu hermano me contó que pensaban irse —dice— para Los Ángeles.
—Así es, en unos pocos días, pero no creo que ahora sea posible —digo preguntándome qué sucederá con el tan anhelado viaje.
—¿Por qué no?
—No sé cómo sean las cosas ahora que mi padre murió.
—¿Aún quieres irte?
—Creo que eso sería lo mejor.
Estira su mano y aparta un mechón de cabello que cae sobre mi frente, casi en seguida, un médico y dos enfermeras entran en la habitación. Me preguntan cómo me siento y ponen un medicamento en el suero, me informan que más tarde me harán algunos exámenes y tal vez mañana me pueda ir. Les agradezco y me pregunto cuánto tiempo pasé inconsciente, calculo que nos atacaron un poco antes del mediodía, y aunque miro por la ventana, no puedo decir qué hora del día es.
—¿Cómo te enteraste? —le pregunto a Shawn.
—Alguien me dijo, de inmediato empaqué algo de ropa y salí en el primer vuelo que viniera para aquí. Hace muy poco llegué, vine del aeropuerto directamente porque temía que fuera demasiado tarde.
Le sonrío, pues sé que si ha venido hasta aquí es porque en verdad le importo.
—Creo que iré por un café —me anuncia.
Yo solo asiento, pues imagino que no ha comido nada, suelta mi mano y sale de la habitación, dejándome a solas. Después de un largo rato, aparece una mujer en la puerta, me mira con curiosidad y yo me pregunto de quién se trata.
—¿Esther? —pregunta.
—¿Sí? —digo, y estoy a punto de preguntarle quién es, hay algo en ella que se me hace familiar, pero no la ubico.
Trae un elegante vestido blanco y unos zapatos de tacón del mismo color con bolso a juego. Tiene el cabello oscuro recogido en un elegante moño, es esbelta y muy bella. Se acerca con paso firme, acerca una silla a la cama y se sienta con toda la delicadeza del mundo.
—Yo soy Diana, tu madre.
—¿Qué? —mi sorpresa es indisimulable, esta mujer que está frente a mí no puede ser mi madre, no tengo ni un solo recuerdo de ella, se fue dejándome muy pequeña, y cómo es que aparece de un momento a otro.
—Sé que tengo que pedir perdón por haberte abandonado cuando eras casi una bebé, pero quiero que entiendas que la vida junto a tu padre no era la mejor. Sé que no debí dejarlos, pero yo sabía que algún día iba a regresar. Me enteré de la muerte de Dimitri y de inmediato viajé a verlos.
Simplemente no puedo creer lo que me está diciendo, la observo y me doy cuenta de que para mí es como si la viera por primera vez.
—¿Dónde estuviste durante todos estos años? —le pregunto.
—Vivo en Los Ángeles, mis padres murieron hace unos años y yo quedé a cargo de su empresa.
—Parece increíble, pero Chad y yo pensábamos irnos para allá.
—Ahora pueden irse conmigo, si lo desean.
Todo esto es muy difícil de asimilar, parece que mi vida cambió de repente y aparecieron personas que nunca creí ver. Ella me dirige una sonrisa amable, y yo no sé qué decirle, nunca imaginé que fuera así, se ve tan distinguida y elegante, como toda una dama.
—¿Cómo te sientes? —me pregunta.
—Me duele bastante la espalda —respondo— pero estaré bien.
—Quise venir a verte antes que a tu hermano, porque sé que para ti soy una completa desconocida, mientras que él si me recuerda, al menos un poco.
—Papá me dio una foto tuya cuando era niña, aún la tengo guardada.
—Varias veces quise venir a verlos, pero él no lo permitió, me decía que si me había ido, tenía que ser para siempre.
—Nos has hecho falta.
Ella sonríe y estira su mano para tomar la mía y darle un ligero apretón. Shawn aparece en la puerta con un vaso de café en sus manos y me mira sorprendido, como esperando a que le explique.
—Shawn, ella es mi madre —le digo.
Ella se levanta y camina hacia él. Extiende su mano y él la estrecha.
—Mucho gusto, soy Diana.
—Y yo soy Shawn, encantado de conocerla.
—Me alegra conocerte, he escuchado tu música y me encanta.
—Muchas gracias.
—No pensé que se conocieran —dice mirándolo a él y luego a mí.
—Es una larga y complicada historia —le digo— algunas partes son muy extrañas, luego te la contaremos.
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Síndrome de Estocolmo || Shawn Mendes
Fanfiction«Famoso cantante desaparecido.» Decían los periódicos, proclamaban los noticieros, informaba la radio. El mundo entero se preguntaba ¿Donde está Shawn Mendes? Solo Esther Hunter y su familia saben la respuesta. Fanfic de Shawn Mendes. Gracias por l...