Capitulo 2 - Start Again

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Cuando entré a mi casa, a mi hogar, pude notar que aunque afuera estaba diferente, por dentro seguía igual. La decoración elegante que mi mamá había hecho cuando se casó estaba intacta y el aroma a flores tan característico que siempre hubo volvió a causar en mi la sensación de estar en casa. Tenía miedo que no sucediera, pero lo hizo y sonreí levemente cuando lo noté. Por detrás de mí entró mi hermana y llamó a nuestros padres para darles la sorpresa.
Cuando salieron de la cocina, donde ambos estaban cocinando juntos porque era una tradición de los sábados, mi mamá se quedó paralizada y cuando se dio cuenta que era yo, luego de recorrerme de pies a cabeza con la mirada, corrió a abrazarme, llenarme de besos y decirme lo mucho que me quería y echaba de menos. Por detrás suyo, mi padrastro vino igual de emocionado a abrazarme y besarme.
- Samantha que milagro es este! No sabíamos que vendrías, que sorpresa! – dijo él secándose las lagrimas que había dejado escapar de la emoción.
- Lo sé – respondí yo. Quería darles una sorpresa.
- Ay cariño mío! Por favor dime que luego de 5 años sin verte al menos te quedaras un mes antes de irte de nuevo. – dijo por fin mi mamá una vez que se tranquilizó.
- Quédate tranquila mamá que no pienso irme de aquí en mucho tiempo. – le dije sonriendo.
Cuando me fui de Inglaterra había decidido que no regresaría pero eso todavía no se lo diría. No aun.
- Sam veo que cambiaste de look. – me dijo Juan, mi padrastro.
- Si, antes de venir decidí renovar un poco, hace mucho quería pintarme el cabello de rubio y cortármelo y bueno dije ¿Por qué no?
- Déjame decirte que te queda increíble hermanita. Estas muy guapa, como siempre.
- Tu también lo estas, estos años te sentaron de maravilla. – le respondí alegre.
Y con charlas así de alegres pasaron las horas y fue momento de irse a descansar, antes de lo normas porque el viaje me había agotado, y debía contarle a mi hermana la verdad, no toda porque todavía era muy reciente pero algo debía decirle.
- Anaju quiero hablar contigo. – le dije mientras me ponía el pijama.
- Claro, te escucho Sam
- No voy a regresar a Inglaterra. – le confesé sin pensarlo dos veces. Ella me miró incrédula y sorprendida. En estos cinco años no había regresado porque me iba bien allá, tenía trabajo y no tenía tiempo y de repente le digo que no regresaré a aquel lugar en el que estuve tan bien.
- Pero, ¿Por qué? ¿Qué sucedió? Estabas muy bien allá.
- Es algo que aun no estoy preparada para responderte. Pero la realidad es que me vine escapando. Ocurrió algo que me superó y no podía seguir más allí. No es que yo haya hecho algo malo sino todo lo contrario. Y empezaron a hablar cosas sobre mí que no eran ciertas y no lo soporté. Decidí cambiar de look para que no me reconocieran y huir. Nadie me conoce al cien por cien por lo que nadie sabe que vivo aquí.
- Es decir que, ¿te estás escondiendo? Pero, pueden buscarte por tu nombre.
- Sí, me estoy escondiendo.  Y no, no pueden. Nunca utilice mi nombre real.
- Está bien, déjame procesarlo todo. Cuanto estés lista me cuentas que sucedió. Debió ser algo muy grave para que hayas hecho esto, yo te apoyaré siempre hermana.
- Muchas gracias. – le respondí, ya mas aliviada y la abrace.
- Y ahora que harás?
- Comenzare la universidad contigo y no diré nada de lo que hice en Inglaterra ni que estuve allí. Nadie debe enterarse de eso por favor.
- De acuerdo, yo no diré nada. Mañana vamos y nos inscribimos. Veo que lo pensaste todo muy bien, me sorprendes Sam – me dijo riendo y nos fuimos a dormir.
Al día siguiente fuimos y nos inscribimos, yo en turismo y ella en diseño grafico. Cuando yo me fui ella decidió que antes de estudiar iba a trabajar y se iba a ir de viaje a distintos lugares. Quería disfrutar de los viajes aun siendo joven. Así que eso hizo. Este año justamente comenzaría a estudiar, y ahora lo haríamos juntas. O al menos en la misma universidad.
Luego de inscribirnos dimos un paseo. Añoraba pasar tiempo con mi hermana, era la persona que mejor me había entendido y apoyado. Ella más que nadie sabía cuando necesitaba hablar, cuando necesitaba estar sola y cuando solo necesitaba un abrazo. Ella era una de las pocas personas que permitía que me abrazaran porque yo no era muy amiga de las muestras físicas de cariño, no me sentía cómoda con ellas.
A unas calles de casa, encontramos un café muy bonito para sentarnos a charlar. Me contó acerca de su trabajo. Había estado trabajando como camarera en un restaurante muy elegante y con buena paga, iba cada día a las 6 de la tarde y estaba allí hasta las 1 o 2 de la mañana, dependiendo de la concurrencia de gente. Para poder estudiar le había pedido a su jefa una reducción de horario y ella aceptó. Así que cuando comenzara la universidad solo trabajaría los viernes y sábados por la noche y los domingos durante el día. La paga seria mucho menor pero necesitaba hacerlo, debía estudiar,  quería estudiar, era algo que siempre había deseado pero antes quería cumplirse el capricho de los viajes.
Estuvimos cerca de dos horas charlando en el café, hasta que decidimos regresar a casa.
- Sam – escuche a mi mamá llamarme desde la cocina.
- Dime, aquí estoy
- Quieres cocinar conmigo? Estoy haciendo tu plato favorito.
- Claro que sí! – le dije sin pensarlo. Había extrañado tanto la comida de mi mamá, cocinar con ella, pasar tiempo juntas. La había extrañado a ella en realidad. A todos por supuesto.
Luego de la cena, me puse a pensar en lo tonta que fui al no haber regresado a casa en tanto tiempo. Ni siquiera para las fiestas había regresado, pero tenía miedo.
Mi vida en Inglaterra era lo que siempre había querido, luego de tres años de estar estudiando en la academia me encontré cumpliendo mi sueño de cantar en frente de mucha gente y ser reconocida. Me gustaba serlo pero había algo que tenía claro, no quería que nadie supiese al cien por ciento quien era realmente, mi nombre real, donde vivía. No. Pero no porque me avergonzara o algo similar. Era porque no quería que mi familia estuviera envuelta en todas estas movidas mediáticas.  Nuestra ciudad siempre fue muy reservada y mis padres habían sido criados de esa manera. Entonces, cuando me apuntaron al concurso que me catapultó a la fama, decidí que no utilizaría mi nombre. Decidí usar otro, Amy. En su momento había pensado Samy, como me llamaba mi padrastro, pero era muy obvio, así que le quité la s. Y quedó de esa manera. Estaba feliz con él porque no dejaba de ser yo.
Suerte que lo hice porque gracias al concurso me conocieron muchas personas y gané miles de seguidores. No podía creer que hubiese tantas personas a las que les gustara mi manera de cantar. Y luego de meses, gané el concurso. Desde entonces mi vida tuvo un cambio drástico.
Una discográfica había apostado por mí y empecé a trabajar con ellos. Luego de un año, estaba sacando mi primer disco y el éxito que había tenido era impensable para mis cuatro años atrás cuando me inscribía para la beca.
Lo malo de todo esto era que al ser la revelación del momento, no tenía privacidad. La gente estaba muy pendiente de lo que hacía o dejaba de hacer, incluso los medios. Eso y la cantidad de trabajo que tenia,  me llevaron a no regresar a mi casa. No quería que nadie supiera que vivía allí porque eso significaba perder mi anonimato y la privacidad de mi familia. Debo admitir que no fue fácil, los extrañaba mucho pero lo hacía por ellos, así que resistí.
Las video llamadas eran muy frecuentes entre nosotros. Siempre los mantenía al tanto de todo lo que me sucedía y ellos me tenían al tanto a mí. Pero no era lo mismo que tenerlos conmigo.
Y ahora, luego de cinco años me encontraba aquí con ellos. Y siento como si el tiempo no hubiera pasado. Como si nunca me hubiese ido. Y eso era lo que yo quería. Quería que al regresar a casa todo fuera normal. No quería que nuestra vida fuera transformada por mi fama. En ese momento agradecí no haber dicho nada acerca de mi vida sino no estaría viviendo esta tranquilidad que tanto eché de menos.

¿El sueño o la realidad? (Flamantha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora