Capítulo 5.

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POV Rapunzel.

No dejaba de dar vueltas y vueltas en la cama, no podía dormir y temía despertar a Eugene... mi reloj marcaban las tres de la mañana. ¡Genial! ¡Mi primera noche en aquella casa y no podía dormir! Al menos los bebés no habían molestado.
Me quedé mirando el techo como si fuera lo más interesante, hasta que no aguante más y me levanté lentamente, tratando de no despertar al chico a mi lado.

Salí de habitación, caminando por aquel estrechó pasillos llenos de puertas para buscar si había algo interesante, la luz de la luna me iluminó por un hueco que había, me acerqué y por lo que alcanze a ver tenía una escalera, lentamente la baje intentando no hacer ruido ¡Funcionó! Subí cuidadosamente por ellas y al llegar me asombre demasiado. Estaba en el tejado, donde se podía admirar todas las construcciones y el paisaje bajo mis pies, busque algún lugar cómodo para poder sentarme. Y así fue, me eche en aquel suelo construido por cemento, admirando la luna y aquellas diminutas estrellas que la acompañaban.

Mis pensamientos retomaron un camino por el que no quería llegar, pero ahora mismo las cosas serían diferentes.
Eugene fue uno de mis mejores amigos, cuando entramos al instituto se fue alejando más de mí. Unas semanas después me enteré que salía con una chica que pertenecía al grupo de las nuevas.

-¿Qué haces aquí? -giré la cabeza un poco para encontrarme al castaño mirándome, él resplandecía con la luz de la luna-. ¿No puedes dormir?

Volví mi mirada hacia su punto inicial, dejando a Eugene fuera de mis vista para remplazar su figura por oscuridad.

-Sí, quise salir un momento para ver si podía dormir, y encontré este lugar, la vista es hermosa -sentí el roce de su cuerpo junto a mío, mis ojos se dirigieron hacia él, que miraba atentamente hacia delante.

-Si lo sé, me gusta la vista.

-¿Por qué estás aquí?

-Te sentí salir, así que decidí seguirte.

-Acosador -bromeé.

-No soy un acosador -replicó-. O no sabes, por qué no me conoces.

-Tampoco me conoces.

-¡Claro que te conozco!

-¿Qué es lo que más me gusta hacer? -pregunté, enarcando una ceja, totalmente divertida.

-Pintar, amas pintar -respondió, retándome con la mirada.

-¿Cuántas veces canto en el día?

-Déjame ver... -se puso la mano en la barbilla, tratando de parecer como si estuviese pensando-. ¡Todo el día! Y eres amante de decir que odias tu voz, aunque sea todo lo contrario.

-¿Color favorito? -seguí preguntando, como si aquello fuese un examen.

-Morado, es demasiado fácil.

-¡Sólo conoces lo que todos conocen! -lo apunté-. Tramposo

-¿Yo? ¡Mientes!

-Tramposo y mentiroso.

Le golpeé levemente en el brazo, parecíamos niños de preescolar, como si volviéramos a ser aquellos chicos inseparables, hasta que empujó bruscamente, dejándome debajo de él.

Me quede quieta, mirando, perdiéndome en aquellos ojos castaños.
Él soltó una risa divertida antes de juntar nuestros labios, dejándome en shock. Traté de alejarlo pero puso más resistencia, segundos después me impulse a seguirle el beso. Claro, estaba mal, y eso lo supe, cuando recordé todo aquellos tres años en los que me había ignorado, humillándome. Me separé bruscamente, dejándolo en el suelo cuando me puse de pie.

-No lo hagas, nunca más.

-¿Por qué no? -sus ojos brillaban, divertidos. Sólo quería esconderme entre las sábanas, olvidar que el beso paso.

-Ya tienes novia -justifique, sintiéndome una niña pequeña ante él.

-¿Y eso qué importa?

-¿Lo dices en serio? -lo miré mal, abrazándome los brazos con mis manos-. Ella esperaría que fueras fiel.

-¿Y no me permitirías explicar la causa?

-No debería de haber una causa, eres inmaduro.

-¿Y es así como no te quisieras enterar que al menos puedo sentir algo por ti?

-¿Qué quieres decir?

Él sonrió, totalmente satisfecho de que a ellas palabras hubieran tomado mi atención.

-Bien, ¿por qué crees que empecé a molestarte? ¿O al menos recuerdas ese día?

Rebusqué entre mis recuerdos, tratando de adivinar a qué día se refería.
Claro; a la mitad del segundo año. Ese día fue el que cambió un antes y un después para convertirme en el blanco fácil de sus burlas.

-Claro que lo recuerdo.

-¡Todo era para tener tu atención! Nos habíamos dejado de hablar, y yo sentía algo por ti. No sabía cómo hacer para tener un poco de atención.

-Así que recurriste a eso -dije, no totalmente convencida.

-Sí... Y aún sigo sintiendo algo -susurró.

-Mientes.

-¿Por qué pensarías que miento? -sus labios se convirtieron en una perfecta línea y sus ojos me miraron con aquel signo de pregunta grabada en ellos.

-¿No fue más fácil que me explicaras el por qué dejarme de hablarme, y después proseguir el que querías arreglar las cosas? -suspiré, a espera de su respuesta.

Y la conseguí. Agacho la cabeza, en un gesto arrepentido.

-Eso pensé -continúe-. Aquello hubiera echo más fácil las cosas.

Sin esperar respuesta alguna giré y caminé hacia las escaleras, bajándolas hábilmente. Caminé tranquilamente hacia mi am habitación, siguiendo el frío calar bajo mis pies descalzos, al igual que las lágrimas que empezaban a amenazar por liberarse de mis ojos. Llegué hacia la habitación, cerrándola cuidadosamente, me tumbé en la cama; totalmente perdida en mis pensamientos. Cerré los ojos, esperando que aquello me llevará hacia las horas de tranquilidad que necesitaba.

Amor por el Proyecto. (Jelsa, Kristanna, Mericcup, Eugenzel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora