Capítulo 15.

9.3K 721 98
                                    

POV Elsa

Me desperté con el sonido de la alarma tintineando cerca de mi oído. Con los ojos cerrados estire el brazo tratando de apagarla, en un movimiento en falso aterrizó en el suelo. Bufé. Intenté levantarme, pero algo me lo impedía. Mi mano tocó el brazo de alguien que me rodeaba la cintura. La piel de Jack se sentía fría. Giré un poco la cabeza para poder verlo mejor.

Su cabello totalmente blanco estaba desparramado por la almohada y algunos mechones se le pegaban a la frente. Sus labios estaban entreabiertos y sus ojos estaban plácidamente cerrados. Su respiración era lenta; calmada.

Negué con la cabeza divertida.

-Jack.. -empecé a susurrar y a moverlo suavemente-. ¡Jack!

Al escuchar mi gritó abrió los ojos sorprendido y un poco desorientado.

-¿Pero qué...?

-El que ayer nos hayamos declarado amigos no significa dormir abrazada a ti -lo interrumpí con burla.

Él miró a su brazo que aún rodeaba mi cintura y lo quitó cuando sus mejillas se tornaban de un color rosado.

-Lo siento, tuve algunas pesadillas ayer y eras lo más cerca que tenía para abrazar -dijo nervioso haciéndome reír.

-No te preocupes -le levanté calzándome con las pantuflas que descansaban cerca de la cama-. ¿Tienes hambre?

-Mucha.

-Entonces baja -le saqué la lengua encaminándome a la puerta.

-Que buena amiga -alzó ambos dos dos pulgares volviéndose a dejar caer en la cama boca abajo.

Cerré la puerta detrás de mí, viendo como una melena rojiza pasaba como un borrón cerca de mí.

-Regresaron -dije lo bastante alto para que me escuchara, parándose en seco, girándose con una amplia sonrisa dibujada en su rostro.

-¿Sabes qué día es hoy?

-Déjame pensar -apoye mi mano derecha en la barbilla, adoptando un aspecto pensativo-. ¿Sábado?

-Nuestro primer sábado en ésta casa -me corrigió abriendo los brazos lo máximo que le alcanzaba-. También con los bebés.

-¿Y tendríamos que festejar? -pregunté tallándome los ojos.

-Bueno, iremos a comer para festejar. Y al centro comercial -apuntó antes de darse la vuelta y emprender de nuevo su camino hacia la habitación.

Me quedé viendo su silueta hasta que desapareció antes de abrir la puerta de su habitación y deslizarse por dentro.

Bajé casi corriendo por las escaleras, para después encontrarme en la soledad de la cocina.

-¿Ya tienes el desayuno? -un peliblanco entró en la cocina tallándose los ojos dejando que un leve bostezo se escapara de sus labios.

-No -busqué en el refrigerador; vacío-. Al parecer no hay nada más que plátanos.

-¿Qué? -él abrió los ojos azules haciendo que se iluminaran por la luz. Su mirada era lasciva, lo que me hizo rodar los ojos.

Iba a decir algo. Pero una rubia demasiado emocionada interrumpió la conversación entrando.

-Hola -saludó y nos evaluó a ambos-. ¿Por qué no se han cambiado?

-¿Para qué cosa? -Jack pasaba su mirada reiteradas veces entre mi amiga y yo.

-¿Mérida te contó? -en cambio me preguntó ella, ignorándolo.

-Un poco, sí -afirmé.

-¿De qué cosa? -repitió el peliblanco, recargándose en la mesa mientras cruzaba los brazos.

-Es nuestro primer sábado aquí -expliqué-. Ellos quieren ir a comer como modo de festejo... aunque no sé por qué.

-Por no habernos matado uno a otros -la chica dio un salto con una felicidad irradiando en su rostro-. Y haber creado una cierta amistad entre nosotros.

-Perfecto -Jack se separó poniéndose derecho-. Entonces creo que deberíamos de festejarlo.

Pasó a mi lado guiñándome un ojo.

-¿Usaron protección? -me preguntó Rapunzel al oído haciéndome sobresaltar.

-¡No!

-¿No? Elsa... -su voz adoptó un tono de regaño, a lo que mentalmente me golpeé la cabeza contra la pared.

-No hicimos nada. Por cierto, deberías de recoger las cobijas.

Su piel adoptó un color rosado sacándome una leve risa. Pasé a su lado guiñándole un ojo, con destino a mi habitación.

POV Mérida.

Ocho adolescentes caminaban por el pasillo del centro comercial. Claro, apenas nuestros pasos se escuchaban por el ruido que había en el exterior.
Algunas personas curiosas posaban la mirada en nosotros; confusas. Seguramente preguntándose qué haríamos con cuatro bebés de plástico.

-Al parecer fue una mala idea venir -murmuró Anna a mi lado, cuando una viejita se nos quedo viendo mucho tiempo.

-Bueno, eso pensé yo -habló Hiccup, cogiendo una papa frita y bañándola en ketchup-. Pero nadie me hace caso. No es normal ver a ocho adolescentes cargando bebés de plástico.

-Lo hubiéramos dejado en casa.

-Claro, si empezaran a llorar y no los callaran, los profesores sabrían que no estamos y resta puntos.

-Pero estaría peor si lloraran aquí, frente a todas las personas.

Jack dejó caer la cabeza un poco, ocultando la risa que empezaba a brotar de su garganta.

-¿De qué te ríes?

-Perdón -alzó la cabeza y pude ver sus ojos azules reluciendo-. Pero me imaginé a la viejita que no quita sus ojos de nosotros echándonos agua bendita si los bebés empezaran a llorar.

-¿En serio Jack? -el rubio a su lado lo miró perplejo-. ¿Eso te da risa?

-Sí -la sombra de una sonrisa cruzó por sus ojos.

Ignoré la conversación sobre lo cual idiota era Jack que se estaba desarrollando en la mesa.
Me recargué en la silla tomando varias papas fritas llevándolas a mi boca y saboreándolas.
Miré por encima del hombro como la anciana antes mencionada nos seguía viendo pasando sus ojos reiteradas veces entre los bebés y nosotros.
Sacudí la cabeza sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.
Acosadora.

Amor por el Proyecto. (Jelsa, Kristanna, Mericcup, Eugenzel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora