Capítulo 34.

6.1K 563 118
                                    

POV Hiccup.

Me desperté más temprano que todos, ya que en el reloj marcaban la 6:02. Sonreí al regresar mis recuerdos a hace unas horas, ¡al fin me había animado a decirle y pedirle que fuera mi novia! Miré al resto de la sala, y ni uno de los que estaban presentes en la sala se despertaban tan temprano... o eso pensaba al ver a Rapunzel mirando a Ester que estaba durmiendo entre las piernas de Eugene. Miré a Punzie detenidamente, sus ojos y labios estaban hinchados y sus ojos a pesar de eso, también se notaban llorosos.
Quería matar al idiota de mi amigo por hacerle eso a una chica que lo quería demasiado. Mérida se encontraba dormida profundamente en mi pecho, su pecho subía y bajaba lentamente y eso me hacia tener la seguridad de que estaba profundamente dormida.

Volví a mirara a Rapunzel y noté que ella me miraba a mí, cuando nuestros ojos se encontraron ella me sonrió forzadamente y yo suspiré apartando a mi novia muy lentamente de mí para ir con Punzie.
Cuando logré apartarla con cuidado y sin despertarla me acerqué a Rapunzel y le tendí la mano, ella la aceptó y la dirigí hacia mi cuarto para poder hablar sin despertar a nadie.
Cuando llegamos se derrumbó abrazándome, cosa que me tomó por sorpresa pero yo aun así el acepté el abrazo y se lo devolví con cariño.
Se escuchó como empezó a sollozar y yo no quería detenerla, quería que se desahogara.
La guíe hacia la cama y la senté con cuidado ahí. Ella me miró con aquellos grandes ojos verdes cristalizados por las lágrimas.

-No dormiste.

Ella suspiró tratando de calmarse. Pusó su mano en su pecho y empezó a respirar profundamente.

-Sólo unas cuantas horas -me dijo débilmente-. Por cierto, ya era hora que te declararas a Mérida.

Sonreí, aunque sabía que eso no le haría ponerse mejor.

-Es un idiota.

Ella agachó la mirada haciendo que su cabello se moviera a sus hombros.

-Rapunzel. -Seguí hablando, tomando toda su atención, haciendo que me mirara atentamente-. No llores por un idiota, tú vales más que Ester. Y si Eugene le sigue el juego es un imbécil que no sabe lo que se pierde.

-Hiccup... pero aun así duele, yo en verdad lo amo.

-Y él te ama a ti -confirmé-. No permitas que un animal del bosque te lo quite o que te lastime. Eres una chica muy dulce y linda, espera a que Eugene se arrepienta de lo que está haciendo. Lo hará.

Ella volvió a sonreír pero ahora no forzadamente. Ahora era una sonrisa sincera, de esas que siempre se le veía en el rostro.

-Gracias...

-Tranquila, no dejes que te afecte.

La abracé y ella me devolvió el gesto.

-Creo que me gané más cariño de Chinuelo en toda la noche.

-¿Ahora quieres reclamarte cómo su madre?

-No -se rió.

Nos sumimos en un silencio abrazador.

-Ahora entiendo por que mi amiga te ama.

-Por que soy hermoso -contesté riendo cuando nos separamos.

-Egocéntrico, eso es lo que eres.

-Eso fue directo a mi ego, me siento ofendido.

Los dos reímos hasta que me llegó la vaga idea de distraerla.

-Rapunzel, tenemos que ir al supermercado. ¿Quieres acompañarme?

-¿Quiénes?

-Si quieres sólo tu y yo. Aprovechando que los demás están dormidos.

Ella asintió.

-Claro, sólo déjame arreglar esto. -Se señaló los ojos lloros y rió.


-¿Qué vamos a comprar?

Yo mire la lista, teníamos demasiadas cosas que comprar. Estaba haciendo frío el día de hoy, así que ella tenia una sudadera al igual que yo.
Se había puesto un poco de maquillaje para disimular el enrojecimiento de sus ojos. Y su cabello estaba agarrado en una coleta alta. ¿Cómo es que Eugene podía seguirle el juego a Ester, teniendo a Rapunzel?

-Sígueme y después termináremos más rápido.

Y así los hicimos, caminamos por todos los pasillos para encontrar las cosas que necesitábamos. Hasta que ella se detuvo en los chocolates.

-Punzie... tenemos que seguir -dije al notar que no tenía intención de moverse.

-¿Me compras paquetes de chocolates? -preguntó con una voz aniñada.

Ella se giró a verme con extrema dulzura.

-Claro -suspiré.

-¿Y mantequilla de maní?

Y así terminamos con el carrito del supermercado lleno de dulces y chocolates.

Cuando llegamos a la casa todo estaba desordenado y Mérida se lanzó a mis brazos protegiéndose de Ester.
Miré bien toda la escena que estaba pasando frente a mis ojos y apreté los labios para no tratar de reír, de reojo vi como Punzie abría los ojos como platos. Explicación; Ester sólo tenía una ceja, la otra la tenia depilada.

-¿Qué paso? -Rapunzel le preguntó a las chicas cuando llegaron corriendo a agarrar a Ester para que no tratara de matar a mi novia.

-¡Tu cállate Rapunzel! -gritó Ester-. Tú y tu amiga han armado éste plan. -Apuntó a su ceja depilada-. ¡Y ahora me quiero vengar! ¡Suéltenme!

Anna y Elsa tenían agarrada a Ester por ambas manos impidiéndola avanzar.

-¿Por qué lo hiciste? -le susurré al oído a Mérida.

-¡Por meterse donde no le llaman!

-¡Yo no me he metido donde no me llaman! ¡Suéltame Elsa!

Miré al suelo y venía caminando una pequeña cosa peluda. Sus ojos verdes se posaron en los míos y después nos miró a todos reclamando atención.
Y si no fuera suficiente, Chimuelo se puso a ladrar a las chicas y después llegaron mis amigos apuntando sus celulares al rostro de Ester.
Ahora quería matar a toda la casa de locos. Los únicos normales; yo y Rapunzel.

Amor por el Proyecto. (Jelsa, Kristanna, Mericcup, Eugenzel) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora