🔸La chica nueva🔸

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— ¡Viva, llegamos! — gritó Caitlin a mi lado con tanta emoción que me dejó sorda por un instante.

— Sí, viva... — dije yo con desánimo.

Me desperecé un poco y miré por la ventana del auto.
El Condado de Moore era justo como me lo había imaginado, un pequeño pueblo de Tennessee con poca gente, tiendas pequeñas y gran aburrimiento. Con forme más miraba el desierto paisaje que empezaba a rodear nos, eran más mis ganas de salir corriendo de ahí, de volver a San Diego y olvidarme de que tenía que vivir en ese lugar, pero eso era imposible. Ya no había escapatoria para algo que estaba completamente encima de mí.

— Miren, hemos llegado — anunció mi papá segundos antes de que se estacionara —. ¿No es linda? — preguntó.

Observaba con gran orgullo una casa del color del ladrillo, enorme y muy bonita, teniendo en cuenta de que era para el futuro gerente del único banco del pueblo.
El camión de mudanza ya estaba fuera esperándonos. Todos salieron del auto, excepto yo, que miraba la casa aún desde dentro del vehículo.

Mi mamá hablaba con una emoción poco disimulada. Empezaba a hacer preparativos para el jardín delantero, mientras Caitlin decía algo sobre una alberca.

— ¿No vas a bajas, April? — preguntó mi mamá mientras se acercaba a la ventanilla del auto.

— No. Voy a quedarme aquí hasta que haya despertado de esta pesadilla — dije mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.

— No seas pesimista e infantil. Ven, la casa es muy bonita — y tras decir esto se alejó para ayudar a mi papá con algunas cajas.

Convencida de que mi berrinche no llevaría a nada, bajé del auto y caminé hasta la casa.
Era verdad, era muy bonita, pero eso no hacía que me olvidara de nada. Eché un vistazo a los lados, algunos vecinos observaban la escena con atención, talvez estaban curiosos de saber quiénes eran aquellos extraños que se habían cambiado al lado de su casa.
Una mujer de edad mayor, de cabellos entre canos y mirada dulce me hizo una seña con la mano, pero yo solamente me limité a hacer un leve gesto con la cabeza y luego entré en la casa sin más.

— ¡Iré a escoger mi cuarto antes de que April se apodere del mejor! — gritó Caitlin corriendo escaleras arriba rápidamente.

— ¿Puedo...? — pregunté a mi mamá, que entraba en la casa con una enorme caja en las manos.

— Después de que me ayudes a acomodar un poco podrás escoger tu habitación — dijo ella mientras colocaba la caja en el piso.

— De acuerdo — acepté a regañadientes  y empecé a sacar algunas cosas de la caja más próxima que tenía.

— Eso va en la cocina — dijo ella al instante.

Durante gran parte de aquella tarde la pasé con mi mamá colocando todo en su lugar, limpiando y decidiendo donde iba cada cosa; mi papá por su parte ayudó a los de la mudanza a bajar las cosas del camión y después a subir o colocar los muebles en sus respectivos lugares.
Al final, la casa quedó irreconocible, casi tan perfecta como la que habíamos dejado en San Diego.

Miradas del corazón [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora