🔸Una visita inesperada🔸

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Entramos en el parque

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Entramos en el parque. El rocío de las hojas de los árboles había desaparecido por completo, pero éstas ahora estaban brillantes a pesar de su tonalidad algo amarillenta. Cruzamos el lugar hasta llegar a la banca, pero no nos detuvimos, seguimos nuestro camino envueltos en ese silencio ya típico, y me sentí un poco incomoda, pues con Christie nunca se prolongaban. Talvez era por eso que James se llevaba tan bien con ella.

— ¿Tienes algo que hacer esta tarde? — pregunté yo interrumpiendo aquel silencio.

— ¿Me estas pidiendo que salga contigo? — exclamó James con una sonrisa un poco pícara.

— No, yo no… solo preguntaba — dije al instante sintiendo como mis mejillas se encendían un poco.

— Le dije a Christie que la ayudaría a ponerse al corriente con las materias — comentó él poniéndose un tanto serio.

— ¿Por qué es que falta tanto? — pregunté curiosa.

— Ella esta enferma — dijo James con el mismo tono de seriedad.

 
No pregunté más sobre la enfermedad de Christie, al parecer era un tema que James no quería tocar en aquel momento, aunque no entendía el motivo de ello.
Salimos del parque y cruzamos la calle hasta la acera y luego continuamos nuestro camino.

 
— Este… ya he llegado — dije deteniéndome frente a mi casa.

James se detuvo a mi lado y guardamos silencio por un momento. Su mano aún estaba sobre mi hombro.

 
— Bueno… hasta mañana. — exclamó quitando su mano y sacando su bastón de la mochila.

Lo desdobló y lo apoyó en el suelo.

— Hasta mañana. — dije yo con un hilo de voz.

 
James se dispuso a emprender su camino por la acera, pero antes de hacerlo hizo algo que me tomó completamente por sorpresa. Colocó nuevamente su mano sobre mi hombro, pero esta vez se acercó a mí y beso mi mejilla.
Me quedé casi de piedra al sentirlo tan cerca de mí, y noté como mi corazón latió con fuerza dentro de mi pecho.

— Adiós — dijo él con una sonrisa para después alejarse  poco a poco.

Me quedé ahí plantada, observándolo avanzar lentamente. Tenía una mano en mi mejilla, justo en donde él me había besado. Parpadee varias veces al notar que había estado ahí por lo menos cinco minutos y luego, sin evitar sonreír me dirigí a mi casa.

— Hola, ¿cómo estuvo tu día? — preguntó mi mamá desde la cocina en cuanto entré.

— Bien — dije yo sin pensarlo dos veces.

 
La verdad era que no me había ido tan bien: había sido objeto de burla de unas chicas tontas que no hacían más que reírse de los estúpidos comentarios de la reina de las tontas, había estado celosa la mayor parte del día de una chica que apenas conocía y aparte de todo, la escuela no era mi fuerte. Pero por otro lado, la compañía de James parecía calmar todas aquellas malas experiencias.

Miradas del corazón [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora