🔸Oscuro abismo🔸

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Tibias lágrimas que contrastaban con mi  helado rostro resbalaban por mis  hasta caer limpiamente

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Tibias lágrimas que contrastaban con mi  helado rostro resbalaban por mis  hasta caer limpiamente. Era así como yo me sentía, caer de pronto de un precipicio, a un hoyo negro sin fin, sin fondo, a un abismo oscuro…

Cerré los ojos fuertemente haciendo que más lagrimas cayeran de ellos y los presioné fuertemente con ambas manos, rogando que todo fuera un sueño, pero el aire frío seguía gritándome al oído que todo era verdad.
Fui hasta mi casa nuevamente. Estaba molesta, triste, ofendida, furiosa… eran tantas cosas que mi corazón experimentaba a la vez, que sentía no poder más con ellas. Crucé el vestíbulo sin mirar a ninguna parte, no quería saber nada de nadie, no quería que me hablaran, que me miraran…

— April...

Una mano me detuvo antes de que llegara hasta las escaleras y me di vuelta ante el tacto.

Julie me miraba como si no supiera lo que había pasado, como si no comprendiera nada de aquello. La odié en ese momento, quise tomarla por los hombros y zarandearla hasta que no quedara nada de ella y su odioso gesto de indignación e hipocresía.

— ¡Déjame! — grité  con toda la ira y coraje saliendo de mí sin poder evitarlo.

La muchacha soltó mi mano y dio un paso hacía atrás, no tenía idea de qué tanto se reflejaba el enojo en mi rostro, pero debía de ser suficiente como para que la hubiera hecho retroceder de esa manera.

— ¡¿Era lo que querías?! ¡¿Es a eso a lo que has venido, verdad?! — exclamé aproximándome a ella, quien retrocedió los mismos pasos que yo me avancé — ¡A presumir que has tomado la vida que yo he dejado en San Diego y de paso a destruir la que yo he formado aquí!

— Yo no… —  empezó ella a defenderse tomando un tono de voz más fuerte y decidida.

— No quiero verte — repuse con los dientes apretados de tal forma que sentí que casi rechinaban —. Nunca más, ¿has entendido?

Julie me miró sorprendida, pero no dijo nada más, solo me observó con la boca abierta cuando me di vuelta y subí las escaleras lo más rápido que pude hacia mi habitación. Abrí la puerta de golpe y la cerré con el mismo ímpetu, caminé hasta mi cama y me tiré sobre ella. No recordaba haber sentido ese dolor alguna otra vez, era un dolor que quemaba por dentro, como carbones al rojo vivo, un dolor desesperante, que no parecía tener solución por más que se le buscara.
En mi mente aún veía a James retroceder ante mi caricia, ante mi tacto, rechazándome de esa forma y el dolor se intensificó aún más. Mordí la almohada para ahogar un grito, pretendiendo que de esa forma el dolor cesara un poco, pero era inútil.

Perdí la noción del tiempo, no sé cuántos minutos, o talvez horas había permanecido ahí. Abrí los ojos y observé la ventana, el cielo estaba oscuro y desde ahí se alcanzaba a ver la luna. Me puse en pie y fui hasta ahí apoyándome de lo que encontraba a mi paso, cuando mi mano palpó algo que no estaba ahí antes, una tela de hilos gruesos y suaves. Bajé la mirada, era la bufanda que le había regalado a James. La tomé entre mis manos y la coloqué contra mi rostro, su perfume aún estaba en ella, como un recuerdo de lo que antes había tenido conmigo.

Miradas del corazón [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora