El día fue pasando lentamente frente a mis ojos, mi mirada fija en la ventana de la sala que daba al jardín delantero. Cada minuto, cada segundo de cada hora parecían días enteros aferrados a pasar lentamente con el fin de hacerme sufrir cada vez más.
Mi mamá salía de la cocina, bajaba las escaleras e iba a cada momento hasta la sala que era en donde me encontraba yo con el televisor encendido simulando que lo veía. Entraba en la habitación haciendo como que limpiaba o iba por alguna cosa, pero a mí no me engañaba. Incluso Caitlin se sentó frente a mí y me miró con gesto de preocupación.
— ¿Lo querías mucho? — preguntó la niña después de mucho tiempo de haber llegado a la sala.— Lo quiero. — corregí yo sin molestarme.
La niña asintió lentamente sin dejar de mirarme, se pasó una mano por la cara distraídamente y volvió a decir:
— Ya quiero que se arreglen las cosas entre ustedes. Lo extraño. — exclamó con un hilo de voz.— Solo ha pasado un día, Caitlin. — dije yo esbozando una triste sonrisa que se vio más como una mueca de dolor.
— Sí, pero tu también lo extrañas, ¿no?
— Muchísimo. — repuse yo dejando salir un suspiro.
Se hizo un silencio en el que ninguna de las dos abrió la boca y solo se escuchó el susurro de las hojas arrastradas por el viento en el exterior y el débil sonido que hacía el televisor.
— Caitlin, deja en paz a tu hermana, por favor. — mi mamá asomó de pronto la cabeza por la entrada de la habitación y se dirigió a la pequeña que estaba frente a mí.
— No estaba molestándome. Solo me hacía compañía. — dije yo de pronto.
— Está bien.
Sus pasos se volvieron a oír fuera de la sala y se perdieron poco a poco. Caitlin y yo volvimos a guardar silencio y posamos la mirada en el aparato que estaba ahí frente a nosotras, pero yo sabía que ni siquiera ella lo miraba.
El día se acabo, y con él fin de este, llegaba el inicio de una nueva semana, un día más de clases, y por lo tanto, la seguridad de ver a James por los pasillos de la escuela.
Caminé hasta el espejo arrastrando los pies, me veía fatal: tenía unas enormes ojeras bajo los ojos, el cabello enmarañado y la piel tan pálida como la de Christie.
Se oyeron unos golpes en la puerta e inmediatamente mi mamá apareció por detrás de esta.
— ¿Irás a la escuela hoy?— ¿Y por que no tendría que ir? — pregunté yo volviéndome a ella.
Sabía perfectamente el por qué pensaba que no podría ir a la escuela aquel día.
Mi mamá era estricta conforme a la escuela, pero siempre se doblegaba al vernos sufrir, cedía ante nuestro dolor y yo lo apreciaba, pero ¿qué pasaría si James y yo nunca volvíamos a estar juntos? ¿nunca volvería a la escuela?
ESTÁS LEYENDO
Miradas del corazón [COMPLETA ✔️]
RomanceEn un mundo guiado por las apariencias, April Wilson es arrastrada inevitablemente a ser la chica nueva de la preparatoria del pueblo al que su papá es enviado por motivos de trabajo. La muchacha llena de pesimismo y mala conducta piensa que su vida...