El teléfono sonó una, dos, tres veces… pero no quise levantarlo. No quería que me lo dijeran, no quería que me confirmaran aquel presentimiento que quemaba mi cuerpo por dentro.
Se hizo el silencio, solo escuché de nuevo el repicar de la lluvia contra el cristal y los latidos de mi corazón. Pero aquel instante de suspenso no duraría mucho, pues a los pocos minutos escuché pasos en el pasillo y luego una puerta abriéndose a mis espaldas.
— April…
Mi mamá aún vestida con bata de dormir estaba parada a pocos centímetros de mi cama, mirándome mientras estrujaba sus manos frente a su pecho.
— ¿Christie? — pregunté yo en un susurro casi inaudible.
No contestó con palabras, se limitó a asentir lentamente con la cabeza y bajar la mirada hasta sus pies.
— Es James quien ha llamado… — exclamó con un hilo cuando levantaba la mirada —, ah preguntado por ti.
— ¿Qué le has dicho?
— Yo, pues… le he dicho que estás bien. — contestó encogiéndose de hombros.
Simplemente asentí en la oscuridad, no tenía en mi cabida para nada más que el dolor que comenzaba a inundar mi delgado y ahora destrozado cuerpo.
— ¿Quieres compañía?
— No. Quiero estar sola. — repuse incorporándome y recargando mi espalda en la cabecera de la cama.
— Está bien. — dijo ella dando un paso hacia atrás, para luego salir de la habitación.
La puerta se cerró tras ella con un suave chasquido y volví a quedarme sola en la oscura habitación. Abracé mis rodillas con ambos brazos y escondí mi cara entre ellos mientras cerraba los ojos fuertemente. Una lágrima se escapó de mis ojos, acompañada de un sollozo de mi alma, no quería creer lo que estaba pasando, no quería imaginar lo que estaba a punto de pasar; quería irme de ahí, estar lejos de todo aquello en aquel momento. Deseaba olvidar lo ocurrido y que nada de aquello hubiera pasado.
Me levanté de la cama, el frío del suelo traspasó mi cuerpo como una corriente eléctrica, pero no me importó. Caminé hasta la ventana y vi la lluvia correr por la avenida como un río de agua turbia. El paisaje era desolador, el cielo estaba gris, el agua caía a cantaros, como lágrimas interminables.
Parecía que no había vida alguna en el exterior, algo parecido a lo que yo sentía en mi corazón en aquel momento.Las horas se me pasaron frente a la ventana, con ambas manos sobre el cristal y lágrimas de mis ojos que resbalaban por mi rostro hasta caer de mi barbilla. Cerré los ojos, esperando que al abrirlos todo hubiera sido un mal sueño, pero al hacerlo nada había cambiado y mi frustración creció. Golpeé el vidrio con una mano y este vibró amenazadoramente, pero no pasó nada.
— Hija, el desayuno está listo. — dijo una voz tras de mí.
— No tengo hambre. — contesté yo limpiando mis lágrimas con el dorso de la mano.
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Miradas del corazón [COMPLETA ✔️]
RomanceEn un mundo guiado por las apariencias, April Wilson es arrastrada inevitablemente a ser la chica nueva de la preparatoria del pueblo al que su papá es enviado por motivos de trabajo. La muchacha llena de pesimismo y mala conducta piensa que su vida...