🔸Una navidad con los Bennet🔸

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Salí al pasillo que a la vez servía como sala de espera del pequeño hospital del condado de Moore; me senté en una de las muchas sillas que había ahí, y sin nada que hacer me dediqué a mirar a mi alrededor en un intento de no aburrirme demasiado.

Dentro, en la habitación en la que se encontraban James y su padre no se escuchaba nada, era como si la habitación se encontrara sola, pero a la vez era una buena señal, era indicio de que estaban hablando pacíficamente, y esperaba yo que estuvieran resolviendo sus diferencias.

Los minutos pasaron lento, y claramente vi desde una ventana cómo el sol empezó a alzarse hasta el punto más alto del cielo, pero tan débil que sus rayos apenas calentaban.
Al cabo de casi una hora, la puerta de la habitación de James volvió a abrirse y su papá salió por esta. Miró a lo largo del pasillo como si buscara algo, posó su vista en mí y sonrió más abiertamente que cuando había entrado en la habitación.

— Gracias. — dijo casi en un susurro cuando se topó conmigo.

— No hay de qué. — contesté yo a la viva imagen de un James con algunos años más.
 

Por que ahora que lo miraba bien y más de cerca podía ver el gran parecido que tenía con su hijo. Tenían el mismo color de piel, cabello y ojos, pero los de Edmond Bennet, el padre de James, parecían cansinos y estaban surcados de arrugar.

Me acerqué a la puerta de la habitación, que él mantenía abierta para mí, y luego se alejó sin más que decir. Lo observé brevemente alejarse por el pasillo hacia la puerta. Entonces me volví al interior de la habitación que estaba más iluminada, cerré la puerta con el más cuidadoso de los movimientos, pero James en cuanto escuchó el clic de la puerta al cerrarse, movió la cabeza hasta el punto en donde yo me encontraba.

— Hola de nuevo. — dije yo dándome a conocer.

— Hola. — contestó él esbozando una amplia sonrisa que me dio casi todas las respuestas a las preguntas que estaba por hacer.

— ¿Cómo estas?

— Bien — contestó él sin dejar de sonreír —. Y creo que todo esto te lo debo. Gracias, April.

— No hay de qué — dije mientras me sentaba de nuevo en la silla junto a su cama —. Lo hago por que te quiero. — continué mientras tomaba su mano.

— Te amo. — dijo él llevándose mi mano a sus labios y besándola tiernamente.

 
Pasé gran parte del día al lado de James, sin despegarme ni un momento de él. El muchacho me contó sobre la charla que había tenido con su padre, este había prometido dejar de beber y que no volvería a descuidar a su familia; se le veía muy feliz, y su felicidad hacía que yo también me sintiera contenta.

Miradas del corazón [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora