🔸Soluciones y posibilidades🔸

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Mis pasos resonaron en el pasillo mientras andaba con mi cabeza gacha completamente abatida, sintiendo una enorme impotencia, tan pequeña y débil

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Mis pasos resonaron en el pasillo mientras andaba con mi cabeza gacha completamente abatida, sintiendo una enorme impotencia, tan pequeña y débil. Yo no podía hacer nada.
Por un momento en realidad había creído que hablando con el médico todo se arreglaría, pero ahora lo veía como un plan tonto y poco pensado, pero entonces, ¿qué podía hacer?

La enfermera que me había indicado en dónde estaba el consultorio me miró fijamente en silencio, parecía sorprendida y a la vez asustada. ¿Habría escuchado? Bueno, la verdad no sabía y no me importaba, yo solo seguí mi camino y mantuve mi vista fija en el piso.

La tarde empezaba a caer una vez que salí al exterior, el sol empezaba a ocultarse poco a poco tras los árboles, como mi felicidad se ocultaba dentro de mí.
Suspiré mientras observaba el cielo que poco a poco se iba tornando de un azul cada vez más oscuro, limpié las últimas lágrimas de mi rostro y me eché a andar de nuevo.

Crucé el parque una vez más, pero de nuevo no reparé en nada de lo que se encontraba ahí. Quería ir a casa. Ni siquiera quería ver a James y decirle que no había logrado nada. Sabía que solo lo desilusionaría aún más y no podría soportarlo.

— Hola. — exclamó mi mamá en cuanto me vio entra en la casa.

 
No contesté.

— Dije hola. — repitió ella dándole énfasis a su saludo.

— Hola. — contesté yo con desgana.

— ¿Qué pasa?

— No pasa nada, mamá. — mentí para zafarme de aquello.

— ¿Has discutido con James? — insistió ella no conforme con mi respuesta.

— No. — atajé dándole la espalda.

No quería hablar de ello, pero sentía cómo desde mi interior las palabras estaban a punto de surgir sin poder contenerlas.

— Entonces... — empezó ella.

— ¡Es ese maldito doctor Anderson! — grité explotando al fin.

Mi mamá me miró sin comprender. Ella no entendía de qué estaba hablando, pero parecía dispuesta a ponerme la mayor de las atenciones por si eso me ayudaba un poco.

— ¡He ido a hablar con él y aún así no le dará a James el trasplante! ¡¿Cómo se atreve…?!

El rostro de mi madre aún seguía confuso, parpadeando una y otra vez, mirándome fijamente con aquellos ojos verdes tan parecidos a los míos. Caminó hasta mí lentamente y colocó una mano sobre mi hombro.

— April… — exclamó en voz baja y lenta —. No comprendo del todo lo que me estás hablando. Mira, siéntate y trata de relajarte un poco.

Me llevó de la mano hasta uno de los sillones de la sala y se sentó junto a mí.

Miradas del corazón [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora