El chico me miró durante algunos segundos, pero no se atrevía a decir nada.
Yo mantuve mi postura altiva y lo miré a los ojos, luego sin previo aviso se dio vuelta y anduvo con paso decidido hasta la acera para después caminar por el lado izquierdo de esta. Me quedé observando el punto por el que Justin había desaparecido y me di cuenta de que lo que había hecho ya no me causaba ningún daño, pero aun así quería que se mantuviera lo más alejado de mí posible.— ¿Era el tal Justin? — dijo de pronto alguien tras de mí.
— Sí. — contesté al momento que me daba la vuelta.
Mi mamá miraba desde la puerta algo apenada.
— Debí haberle dicho que no estabas, ¿verdad? — sugirió encogiéndose de hombros con incomodidad.
— No. Fue lo mejor — respondí pensándomelo bien.
—Bueno... ¿entras? Vamos a comer. — dijo ella señalando el interior de la casa.
— Sí, solo voy a estar un momento más aquí.
— Bien. — exclamó sonriendo levemente como señal de darme ánimos y luego entró en la casa sin decir nada más.
Tomé asiento en los escalones de la puerta de entrada, estaba confundida hasta cierto punto, pues hasta hace un día pensaba que Justin me gustaba, sin embargo, ahora no sabía que pensar.
Aspiré profundamente el frío aire de noviembre, el clima ya se sentía helado, me abracé con fuerza sin dejar de presenciar el paisaje a mí alrededor. Todo era tan distinto a lo que se veía en San Diego, pero extrañamente ya no me molestaba tanto.El resto del fin de semana no volví a ver ni rastro de Justin, algo que la verdad ya me lo había imaginado después de la manera en que le había hablado. Después de aquel encuentro que fue lo más emocionante que tuvo mi fin de semana no pasó nada más. Estuve en mi habitación la mayor parte del día haciendo cualquier cosa solo para no morirme del aburrimiento, y cuando llegó la hora de dormir aquel domingo, casi lo agradecí, pues estaba ansiosa de salir de mi casa aunque fuera solo para ir de nuevo a la escuela.
— ¿Estas lista? — preguntó mi mamá saliendo de la cocina en cuanto notó mi presencia en el vestíbulo.
— Sí — contesté yo mientras me ponía mi chaqueta. Hacía mucho frío fuera.
— ¿Quieres que te lleve? — preguntó mientras tomaba las llaves del auto del pequeño perchero.
— Mamá, la escuela está muy cerca. Puedo ir caminando.
Mi mamá solo sonrió al escuchar aquello. Ella siempre hacía cosas como aquellas cuando pensaba que había hecho algo mal, siempre trataba de reponer su mala acción con alguna buena. Pero no había hecho ningún mal, de cualquier manera habría pasado.
— ¿Estas segura? — insistió dando vueltas a las llaves en su dedo índice.
— Me hará bien caminar — contesté con decisión.
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Miradas del corazón [COMPLETA ✔️]
RomanceEn un mundo guiado por las apariencias, April Wilson es arrastrada inevitablemente a ser la chica nueva de la preparatoria del pueblo al que su papá es enviado por motivos de trabajo. La muchacha llena de pesimismo y mala conducta piensa que su vida...