🔸¿Qué es lo que sientes?🔸

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— ¿Ya se fue tu amigo? — preguntó mi mamá mirando por la puerta que continuaba abierta

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— ¿Ya se fue tu amigo? — preguntó mi mamá mirando por la puerta que continuaba abierta.

Yo seguía mirando hacia el exterior recargada en el marco.

— Sí... — contesté con la vista perdida en la negrura.

— Debiste haberme dicho que era ciego — replicó ella una vez que me di vuelta hacia el interior y cerré la puerta tras de mí.

— ¿Por qué?

— Para haber estado preparada — dijo ella como excusa tal vez de su comportamiento.

— ¿De qué manera? ¿para haber tenido un lazarillo? — pregunté de manera sarcástica.

— No, pero...

— Me voy a dormir — dije yo interrumpiéndola.

No quería saber en qué forma hubiera estado preparada para la visita de mi compañero. Además, me sentía muy cansada, las últimas noches no había podido dormir muy bien, pero esa estaba segura de que no sería igual.
Y estaba en lo correcto, en cuanto me puse el pijama y me metí en la cama cerré los ojos y me quedé completamente dormida. Aquel día no había sido tan malo como el anterior, y esperaba que el próximo fuera aún mejor.

Desperté la mañana siguiente demasiado sobresaltada, pues había despertado casi media hora más tarde de lo normal, eso quitaba tiempo a mi arreglo personal, algo que no podía concebir, así que decidí que no me vendría mal saltarme la clase de matemáticas para poner un poco más de tiempo a ello.
Llegué justo a tiempo para la clase de literatura, no hubiera tenido ningún problema en pasar aquella también y llegar más tarde aún a la escuela, pero había que calificar la famosa tarea de los hermanos Grimm.

— Muy bien — decía el profesor Smith mientras leía el ensayo —. Bastante completa... ¿Qué me puedes decir sobre los hermanos Grimm, April?

Aquella pregunta me tomó casi por sorpresa, me sobresalté un poco en un principio, pero aspiré hondo y traté de recordar lo que James me había dicho la tarde anterior sobre ellos.

— Pues... son escritores de cuentos para niños, pero en un principio no se creía así, pues... sus escritos tenían cierto toque de realidad cruel o eran muy terroríficas para los niños. — comenté  examinando bien mis palabras, era como James lo había dicho.

— Muy bien — me felicitó el profesor sonriendo ampliamente.

— Gracias... de hecho, fue James quien me lo dijo — repuse yo mirando al chico que estaba sentado en la fila contigua a la mía —. A mí no se me da muy bien eso de la lectura.

— Entonces debo decir que el señor Bennet ha hecho un buen trabajo. — comentó el hombre sin quitar aquella sonrisa de suficiencia.

— He tenido una buena alumna — exclamó James a su vez sonriendo.

Miradas del corazón [COMPLETA ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora