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—No, no, no, no, no, ¡no! Esto no puede estar pasándome. No otra vez. ¡Daniel!, ¿sigues aquí?
El cachorro se asomó desde la puerta, hizo caso omiso al escándalo que estaba haciendo su dueña y se fue a su casita.
Atemorizado, fingí confianza y caminé a la sala.
Ella aun tenía puestas sus pantuflas y su bata de baño, llevaba el cabello recogido en un chongo con algunos mechones saliendo de su peinado matinal, caminaba de un lado a otro con frustración y dejaba florecer su humor mañanero.
—Ay, dios mío, ¿ahora que hice?
El viejo cochecito de los bebés estaba a su lado, y tenía en su mano izquierda lo que parecía un test de embarazo.
—Aquí está tu rapidito en el hotel de Taiwan, Danielito.
No, puede, ser.
La mujer me lanzó la prueba en el pecho y se fue a encerrar a nuestra habitación.
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—Cielo, abre por favor... no me dejes así.
Se escuchó como quitaba el seguro de la puerta y giraba el picaporte. Un puchero se adueñaba de sus facciones.
Yo intenté acercarme para darle un abrazo pero me lo impidió.
—Se que estás molesta, y sé que esto no era lo que planeábamos, pero esto es predilecto... recuerda lo que nos dijo tu madre, cuando a un niño le toca nacer, es porque le toca.
—No estoy molesta, sólo, un poco shockeada. Daniel, acabamos de casarnos, Hyun y YeJi cumplirán apenas 2 años y, primero y principal, ¡sabes que yo no estoy hecha para los dolores de parto y las contracciones!, las toallas clínicas post-parto, los pañales, las noches en vela y...
Su voz fue interrumpida por un sollozo que ahogó mis oídos y me puso en alerta.
—Cariño, te entiendo, es difícil... sé que estás asustada, pero lo vamos a superar. Además, no puedes negar que apenas los sentiste dentro de ti los amaste —la atraje hacia mí y besé su sien, su respiración se había normalizado.
No lo sé, siempre amé el efecto que le causa mi cercanía... es como si todo se pusiera en calma dentro de ella; lo adoro.
— ¡Ese es el problema! Que la vida puede cambiar en un segundo. No quería parir y ahora soy madre de dos y medio. Y los amo, ¡los amo mucho! Vendería tus órganos y te prostituiría con tal de asegurarles una vida feliz.
—Gracias, eso me reconforta, creo —me burlé.
— ¡Hey! Aquí la que necesita apoyo soy yo —gritó golpeándome en el hombro.
—Y lo tienes, sabes que tendrás mi apoyo siempre, Ji. Te amo, aunque quieras vender mis órganos y prostituirme.
—Te amo, aunque quieras negarte a lo segundo.
— ¡¿Y lo primero?! —me escandalicé.
—Nada que un poco de anestesia no arregle, le podría decir a Dahyun que me la consiga.
—A veces te tengo miedo JiJi.
—Y haces bien Dani baby, haces bien... ahora, ¿qué tal si nos damos una pequeña ducha juntos?