MÍA.
Cabía la posibilidad de que terminar en detención por una injusticia no se definía como la mejor forma de comenzar el día, mucho menos la semana.
Pero corría con la suerte de los desafortunados, de aquellos que paseaban tranquilos por las calles y tropezaban con un extraño, quizá ese encuentro inesperado terminaba con una historia imposible de olvidar, solo que con mi suerte ese extraño no era el amor golpeando la puerta, sino un ladrón y en cuanto me ponía de pie me daba cuenta de que había perdido el teléfono móvil y la billetera.
Mi estómago rugió en reproche porque no le di nada como desayuno. El castigo apenas daba inicio, así que debía aguantarse y hacer ruidos de ballena alucinando hasta que terminase en un par de horas.
Mientras chocaba la punta de mi lápiz contra el cuaderno en el cual hice garabatos, se oyeron dos golpes en la puerta del salón de castigo. Tanto el conserje (a quien le encargaron vigilarme por si intentaba escapar y a quien le ofrecí jugar una partida de cartas pero declinó), como yo, levantamos la cabeza.
La persona imponente al otro lado de la puerta era el director, tan recto que hasta mi espalda dolía.
—Traje a uno más —informó gélido—. Al parecer esta escuela debe mejorar en muchos aspectos, principalmente en ser estrictos con sus alumnos.
En cuanto terminó de hablar, un par de botas negras entraron sin pedir permiso, su dueño no era ni más ni menos que...
—Levi Thompson.
Tres horas antes.
Las mañanas no eran divertidas teniendo una madre a la que le encantaba dejar las ventanas abiertas de mi cuarto para que las "propiedades bondadosas del sol" me dieran de lleno en la cara siendo apenas las siete de la mañana. No podía considerarlo un buen día si todo lo que quería hacer consistía en pasar las próximas horas bajo las sábanas, permitir que la melodiosa voz de Stewart McCain se incrustarse en mis oídos y, tal vez, ver alguna película por enésima vez para repetir los diálogos y las frases icónicas.
Pero así no fueron las cosas para mí aquel lunes.
Mis ojos se toparon con la luz tan natural como sofocante, así que, cansada de soportarla, pegué un brinco de la cama para ir a cerrar las benditas cortinas floreadas que parecían de mi abuela, aunque no, porque dudaba que ella las hubiese querido decorando su hogar. Aquel día no tenía las chances de ser uno disfrutable, después de todo, el director de la preparatoria a la que asistía había decidido unir fuerzas con la de su hermano gemelo y así crear una feria benéfica en conjunto.
Al menos eso creía.
Me moví con rapidez en busca de mi bata y me apresuré aún más en entrar al cuarto de baño y abrir la ducha, tratando de lograr una estabilidad entre el agua fría y el agua caliente. Una vez satisfecha, sabiendo que no me quemaría ni volvería un cubo de hielo, dejé que la cascada me cayera en la parte alta de mi cabeza y el resto del cuerpo.
Cuenta una vieja leyenda que los gemelos Grayson y Hudson formaron dos escuelas, las cuales se volvieron una especie de alianza entre ellas, hasta que uno creyó tener más poder y control sobre el otro. Surgieron los problemas y llegó el día en que cada uno decidió colocar su inicial por delante en el edificio que le pertenecía. La suerte otra vez corrió a mi favor, pues me había tocado tener como director al hermano impaciente, estricto y cuyo mantra era: "Los jóvenes no son el futuro, son inútiles. Los adultos somos sabios, nadie me hará cambiar lo que pienso".
Quince años más tarde, las preparatorias volvieron a unir fuerzas, dejando las diferencias a un lado y de esa forma contribuir a una buena causa. De seguro en la última reunión estudiantil dijeron de qué iba este nuevo proyecto, pero debí de estar estancada en mis pensamientos como para no escuchar. Últimamente todo se resumía a eso. Por ahí decían que los problemas eran similares al dolor de cabeza, por lo que la cura era la misma; evitarlo y esperar a que se marchara por cuenta propia, o medicarse.
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Si las estrellas mueren [✔]
Teen Fiction"Quisiera no haberme despedido entre gritos, y que ese no hubiera sido nuestro último adiós". Último año escolar. Mía enfrenta un futuro inminente que avanza rápidamente y amenaza con llevarse todo a su paso, si no logra liberarse del peso del pasad...