LEVI.
Habían pasado siete días, dos horas y un minuto y medio desde que puse en marcha mi plan para encontrar a Mía, no era como si llevara la cuenta, por supuesto. No me negaba a admitir que la primera parte del plan resultó tal cual lo mentalicé, tampoco podía hacer de cuenta de ella no me dejó confundido. Pero, por sobre cualquier cosa, debía admitir un hecho: Mía Monroe no era lo que esperaba.
No era una chica emo, al menos no del todo. Quizás la imaginé así debido a que fue el concepto que tuve de ella apenas vi su fotografía por primera vez entre los archivos de mi madre.
Aun así, nunca había visto un par de ojos tan hermosamente tristes como los suyos.
Me planté creer que la fotografía no era reciente, puesto que su cabello en la actualidad le llegaba a los hombros. A menudo me encontraba con rostros alegres en las calles y de los cuales podía asegurar que no eran más que un disfraz, Mía no se molestaba en llevar uno, sin embargo, parecía que a nadie le importaba. Una expresión neutral rozando lo amargado pegada en una cara casi tan pálida como la mía.
Conocía a personas que afirmaban que los detalles no importaban, que era en vano tomarlos en cuenta, mas yo bien sabía que mi situación era el perfecto antónimo. Para quienes nos apasionaba escribir, hallar los pequeños detalles era necesario... Eso también aplicaba en asuntos legales. En cada parte del universo habían detalles que por sí solos no valían nada, pero sumados conformaban una galaxia entera digna de apreciar.
Existían tantos detalles en Mía que hubiese pasado horas analizando, me conformé con observar un par de minutos su perfil mientras ella miraba hacia el exterior de la heladería; la forma en que sonreía por cortesía, sin que la sonrisa llegase a sus ojos, y el exceso de ceño fruncido, aunque de eso último no estaba seguro de si ella era consciente cuando lo hacía.
Antes de encontrarme con ella, creía que era el tipo de chica que entraba en una habitación y todas las miradas iban hacia ella, no obstante, la realidad no era del todo diferente. Sí, varios voltearon a verla, pero nadie en su sano juicio hubiese deseado ser visto de esa manera, con lástima. Parecía que Mía poseía un imán capaz de atraer lo oscuro, triste y vacío.
Estaba confundido. Muy confundido.
¿Qué había pasado en su vida para que la mitad de una preparatoria, a excepción de su director, se compadeciera de ella? No tenía idea, pero lo iba a averiguar.
Mi hermana, Dalmata, se había tomado el trabajo de hacer una investigación exhaustiva de Mía en las redes sociales. ¿Facebook? No tenía un perfil creado. ¿Twitter? La última vez que retuiteó un meme fue dos años atrás. Instagram fue la salvación. Allí recolectó una información decente; una fotografía en la que la habían etiquetado, la fecha era bastante similar a la de Twitter, en ella aparecía Mía junto al tal... ¿Conrad era su nombre? Sonreían frente a un edificio con las iniciales G & H. Esa fue la excusa ideal para aprovechar la feria de beneficencia.
Fui uno de los primeros en anotarme a la lista de quienes irían a Grayson & Hudson, por suerte no había llegado de último, o los cupos hubiesen estado agotados y mi plan en el basurero.
Por otro lado, el pasatiempo favorito de su madre constaba de hablar mal sobre Mía. ¿Por ese motivo las consultas con su psicóloga eran reiteradas? ¿Cuán horrendo era lo que decía de ella como para afectarle de tal manera? ¿Hasta qué punto dolía y cuándo se convertía en una rutina?
—Llámala —la voz hastiada de mi hermana rompió el silencio en el que nos habíamos sumido después de que le resumí el encuentro con Mía.
Vivir en un sitio casi apartado de la civilización, donde la fila de árboles eran los vecinos más cercanos, tenía muchos beneficios (la privacidad, por ejemplo), aunque también muchos puntos negativos; como que el sol no era bloqueado por la altura de los edificios, por lo tanto, las ventanas de la sala eran golpeadas por los rayos anaranjados la mayor parte del día, a pesar de ser otoño. Y yo detestaba, entre otras cosas, el sol.
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Si las estrellas mueren [✔]
Roman pour Adolescents"Quisiera no haberme despedido entre gritos, y que ese no hubiera sido nuestro último adiós". Último año escolar. Mía enfrenta un futuro inminente que avanza rápidamente y amenaza con llevarse todo a su paso, si no logra liberarse del peso del pasad...