Estaba comiendo tranquilamente, apenas era medio día así que aún faltaban un par de horas para que su esposo volviera. Al terminar se limpió los labios, apartó el plato y estiró una de sus manos para tomar un dulce pero Amber, la chica que los ayudaba tomó el frasco y lo jalo hacia ella.
—¿Que haces?- Pregunta el pelinegro con un puchero en sus delgados labios rosas.
—El señor Lee...el doctor Lee.- Rectifica la chica al darse cuenta que los dos eran "Sr. Lee" —Me dijo que no lo dejará comer un solo gramo de azúcar sino se terminaba las verduras.- Ella le sonríe mientras aprieta el frasco contra su pecho. Donghae siente el enojo y frustración oprimir su pecho y borbotear en su interior.
—¡Dámelos!- Ordena el moreno como si fuese un niño pequeño, pero la rubia solo niega.
—Su esposo dijo que solo lo mimaba con dulces porque comía bien, pero amablemente le dije que regalaba las verduras que no le gustaban. Además de que agregará un bono extra a mi paga si se come sus vegetales.- Amber sonrió aún más hasta que sus ojos se empequeñecieron pero no pareció que una sola de sus palabras convencieran al joven embarazado.
—Puedo pagarte más de lo que él te dará.- Ofrece Donghae con voz dulce y persuasiva.
—El doctor Lee dijo que me ofrecería más, pero me recordó que es por el bien de su bebé.- La chica se encogió de hombros, estiró una de sus manos tomando el plato lleno de verduras y lo puso frente al pelinegro.
—Mi bebé está bien, me alimento bien y tomó mis vitaminas. He salido perfectamente en mis revisiones médicas ahora dame mis dulces.- Donghae se cruza de brazos esperando pero eso no sucede, la chica ni siquiera pestañea, al parecer era muy decidida.
—No quiere que le diga a su esposo lo que le sucedió a las verduras de la semana pasada, ni que le mencione que los papeles que traía no se perdieron en la mudanza sino que usted accidentalmente los quemo intentando prender la chimenea, o que le diga que a veces olvida cerrar bien las llaves del gas y que sino fuera por mi las puertas de la casa y del frente nunca tendrían llave.- Amber sonríe inocentemente pero ve la maldad brillar en esos ojos castaños.
—No te atrevas...- Donghae la señala con un dedo.
—El señor Lee lo ama mucho, así que debe ser un alfa muy protector por lo que no creo que quiera que su omega, preñado de tres meses, con su hijo en su vientre sufra algún accidente por sus descuidos.- La beta extiende su mano y con el dedo índice empuja el plato más cerca de Donghae.
—Tu...
—Además de que un viaje a Hawái se puede cancelar si su esposo se entera que ha sido un chico muy mal portado. Creerá que necesita más cuidados así que tendrá a una enfermera rondándolo todo el día además de que comerá mucha más verdura de la que ya come. ¿Cree que su marido lo mime con más dulces?- La chica sonríe lista para agacharse si Donghae decide tirarle el plato encima.
Amber ya ha estado al cuidado de omegas o betas en cinta y sabe que las hormonas los vuelven locos. El señor Lee le encargó algunos quehaceres en su casa y entre ellos su joven esposo. La chica sabía que ser firme con un omega tan adorable y hermoso como lo era Lee Donghae no sería fácil. Ponen unos ojos de cachorro y olvidas hasta porque los regañabas pero ella podía con el chico. Se abstuvo de sonreír triunfante cuando entre quejidos el pelinegro tomó el cubierto y siguió alimentándose.
Entre ambos hubo un largo silencio, la chica no se movió hasta que el plato estaba reluciente. Entonces abrió la caja llena de dulces y sacó tres, uno de fresa, otro de uva y un chocolate, los dejó frente al omega, cerró el frasco y lo sostuvo contra su pecho nuevamente. Los ojos castaños del más joven, iban de los dulces a ella y de regreso.
—¿Qué es esto?- Pregunta Donghae indignado.
—Son sus dulces señor, si quiere otro debe comerse tres brócolis más y si desea una rebanada de pastel, un plato de ensalada César con un delicioso y refrescante vaso de agua.- Amber trata de no reírse del gesto del omega, porque es todo un poema.
—¿Crees que soy un conejo?- Pregunta con las mejillas encendidas y el ceño fruncido. A Amber no la intimida, le parece tremendamente tierno.
—No señor Lee, se que la carne es muy importante en su alimentación pero por el día de hoy ya comió bastante. Su cuerpo está muy bien a lo qué proteína se refiere.
—Le diré a Hyukjae que no me quisiste dar mis golosinas, a él no le gusta que me hagan enojar. Soy su marido, su omega y su dulzura. Tú no me prohibirás nada.- Donghae se pone de pie y camina directo al teléfono de la sala pero no alcanza a llegar a él cuando una voz lo detiene.
—Le diré al señor Lee que no come suficiente comida porque cree que está gordo y eso afecta al bebé.- Dice con simpleza la chica. Espera que el doctor Lee no le diga que se sobrepasó, pero él le dijo que hiciera lo necesario para que Donghae comiera lo que debía y ella simplemente obedecía.
—Eso no es verdad.- Respingo el más joven. Amber dejó las golosinas en la mesa, se giró hacia él omega y camino con calma hasta el. Le resultaba algo gracioso que el señor Lee tuviera tan malcriado y berrinchudo a su esposo, no es que lo criara pero era obvio que lo consentía mucho y para evitar pelear con el, estaba Amber de intermediaria. Solo debía guiar al joven omega, entre ambos lo cuidarían, cada quien de forma distinta, claro.
—Claro que lo es, no come la suficiente verdura y fruta. Su cuerpo necesitó poco de todo. Además cree que podrá más su influencia en su esposo o la preocupación de éste por su hijo.
Donghae camino hecho una furia hasta la rubia y tomó sus dulces, se dio la vuelta y subió las escaleras, bajo la atenta mirada de Amber que vigilaba no fuese a tropezar. La rubia suspiró aliviada y sonrió, esperaba que el señor Lee no se enojara porque hizo rabiar a su joven esposo. Pero para eso la contrato, le guste o no a Donghae iba a ser cuidado.
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Dulce y Descarado [Omegaverse]
FanfictionLee Hyukjae es un hombre tímido y vergonzoso respecto a la intimidad, a sus veintiocho años termino una relación de un lustro, pero después de diversos imprevistos termina casado con Lee Donghae un joven de veintiún años que al contrario del otro, e...