La caja de arena

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Jungkook iba de la mano de su madre al jardín de niños, iba algo contento ese día porque se sentía mucho mejor luego de haber estado reposando en cama casi todo el día —tuvo que jugar en la cama todo el día, pero eso estaba bien—, y ahora podría con su mejor amigo durante toda la mañana, ¡era excelente!

Cuando estuvieron por llegar a las puertas de la pequeña escuela, sonrió muy contento al reconocer la lonchera rosa de su querido amigo, como a cualquier otro pequeño, no le importo llamar la atención de nadie al gritar el nombre de Seokjin, de manera que el contrario giro el rostro para encontrarse con la dulce sonrisa de Jungkook, el castaño con una sonrisa, soltó la mano de su madre para acercarse al pelinegro, quien había hecho exactamente lo mismo.

El par se encontró a medio camino y se abrazó con dulzura, con algo de fuerza también, pues el día anterior Seokjin extraño mucho a su mejor amigo, tanto que se pasó toda la mañana enfurruñado en una esquina, sin querer jugar con ningún otro niño del grupo.

El par de pequeños mantuvo una sonrisa al separarse de ese apretado abrazo y se despidieron de sus respectivas madres para entrar casi corriendo a la escuela, para la sorpresa de ambas, pues nunca pensaron verlos entusiasmados por estar en el aula.

Tanto como Seokjin, como Jungkook, saludaron a la señora Choi al entrar al aula, para después acomodarse en la mesa en que siempre se sentaban y esperar a que iniciara la clase, últimamente estaban aprendiendo las letras, e incluso estaban aprendiendo a escribirlas, por ello fue que Jungkook tomo la oportunidad de contarle todo lo que jugo con su madre el día anterior a su compañero, pues una vez que empezará la clase no podrían hablar. 

Seokjin escucho todo con una sonrisa.

Durante la media hora de receso, que a veces parecía mucho tiempo, y en ocasiones parecía muy poco, el par fue corriendo a la caja de arena, ese día sería su turno de usarla, así que una vez que ganaron el lugar para jugar a otros niños, inventaron una aventura en un desierto lejano, donde buscaban un enorme tesoro que solo los mejores aventureros podrían conseguir, y por supuesto esos eran Jungkook y Seokjin, vagaron de un lado a otro, hicieron montañas de arena para luego cruzarlas durante la encrucijada, hasta llegar a su destino, al gran tesoro que escondían las dunas de arena.

El tesoro era un pequeño carrito que otro niño había perdido días atrás en la dichosa caja, y aunque en su juego se alegraron enormemente de encontrar el gran tesoro, ninguno de los dos quería ese carrito naranja para nada, así que una vez que termino el receso, se acercaron al extravagante Taehyung, otro pequeño castaño que estaba en su clase.

Taehyung llamaba la atención siempre porque era algo más alto que el resto de niños en la clase, y siempre, siempre estaba haciendo preguntas o haciendo algo que no tenía que ver con la clase, casi siempre era él quien se llevaba los regaños de la señora Choi.

Al recibir el carrito perdido, Taehyung agradeció demasiado efusivo al par, por lo mismo, fue que movió por completo a su compañera de mesa, la cual termino derramando la pintura que usaba en todo el dibujo que estaba haciendo. Seokjin y Jungkook se fueron rápido a su mesa, no querían que la niña se enojará con ellos también, pues parecía muy concentrada en el berrinche que le estaba haciendo a Taehyung.

El dúo intento hacer el trabajo que la maestra Choi les mando luego de calmar a la pequeña Wheein, que seguía muy molesta por el accidente de la pintura. Él trabajo era sencillo, solo era intentar escribir las letras que estaban aprendiendo ese día, por ello es que el par se atrevió a estar hablando de la grandiosa aventura que tuvieron en la caja de arena.

—Hay que jugar mañana en ella otra vez

Aunque cómplices con una sonrisa sobre ello, ambos sabían que tendrían que volver a ganar la caja a otros niños, pero querían seguir teniendo asombrosas aventuras.

—Juguemos a que estamos en el mar mañana, ¡será grandioso!

Añadió Jungkook a la propuesta de Seokjin, aunque la sola mención de ello hizo al castaño poner una pequeña mueca, ¡él no conocía la playa!, ¿Cómo jugaría a estar en ella?, desde luego, ninguno había estado en un desierto tampoco, pero la imaginación de la aventura había sido suficiente en ese momento.

—¿No conoces la playa, Seokjinnie? —cuando el castaño negó, agrego:—. Entonces un día te llevaremos, la abuelita tiene una casa allá. 

Sonrisas y Caramelos {Jinkook-Kookjin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora