Hermanos

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Jungkook tenía una sonrisa mientras su mamá le arreglaba la ropa de ese día, no sabía porque ella estaba tan contenta, pero le gustaba verla feliz.

—Te ves muy bonita hoy, mami. —El pequeño compartió una sonrisa con ella, además, era más que verdad, porque ese día su mamá se colocó un vestido floreado de lo más encantador. Jungkook, que iba a la escuela como todos los días, traía su trajecito de uniforme, pero ese día estaba más limpio y oloroso de lo usual, y su mamá se encargaba de que luciera perfecto.

¡Hasta la abuelita parecía haberse arreglado ese día!

Jungkook no comprendía que estaba pasando, tampoco le habían dicho nada sobre alguna sorpresa o una fiesta, pero seguro se trataba de eso último, porque siempre que iba a una fiesta, su mamá lo vestía bonito y ella misma se arreglaba un poco. Así que seguro que irían a una nada más salir de la escuela.

Eso era lo que pensaba el pequeño, y se pasó toda la mañana deseando acabar las odiosas planas y lecturas. Incluso había emocionado a sus amigos con el tema de una fiesta, bueno, los tres sabían que no podían ir así como así, porque bueno, no estaban enterados de eso de antes, así que no eran de los invitados, eso no les desanimo a decir verdad, pues estaban felices por su amigo, quien seguía contagiando el buen ánimo al grupo.

Después del almuerzo, y de tener mucho cuidado de no manchar su camisa con la comida o el juego, el pelinegro se dedicó a colorear un dibujo de unos puerquitos en una casita de ladrillos, aunque no pudo terminar su dibujo porque la maestra le mando a llamar.

Así mismo, su pequeño grupo de amigos fue detenido de sus propios dibujos, pues la maestra les dejo salir del salón.

Empezando así la increíble sorpresa para el pelinegro.

Afuera del aula, estaban su mamá y abuela, luciendo felices y despampanantes con sus vestidos de día, pero había alguien más. Un señor que Jungkook no conocía, no se veía como los abuelitos amigos de su abuela, parecía más bien alguien como de la edad de su mamá, pero estaba vestido con un uniforme de soldado, como esos de las películas que muy de vez en cuando podía ver con su abuela.

El señor se acercó un poco a los niños, siendo que detrás de Jungkook se intentaban ocultar sus tres amigos, y se agacho para estar un poco a su altura, solo entonces, Jungkook pudo leer el nombre en la plaquita plateada que traía.

—"Jeon... Hyuk" —El pelinegro parpadeo un par de veces, sin saber muy bien cómo reaccionar, al menos hasta que se dio cuenta de quién era el hombre frente a él.

El sr. Jeon estiro los brazos para atrapar en un abrazo al pelinegro que estaba brincando contra él con emoción, así lo pudo levantar en sus brazos en medio de un fuerte abrazo. Jungkook no recordaba nada de su padre, pero Jeon Hyuk había estado ahí durante los primeros meses, siendo un padre torpe, obviamente primerizo, pero con un profundo amor por su hijo, y ahora, por fin, podía abrazarlo y llenarlo de mimos, pues oficialmente era retirado de sus cargos en la milicia.

Jungkook miro a su padre con una enorme sonrisa, no recordaba haberse sentido tan contento desde la vez que Seokjin le regalo dulces cuando fueron a jugar con los conejitos en el zoológico.

—Mi pequeño Jungkook, mírate, todo un hombrecito. —Hyuk sonreía paternal ante la imagen de su joven hijo, claro que Jiyeon siempre le enviaba fotos de Jungkook, a toda hora, dormido, despierto, molesto, haciendo tarea, Hyuk había visto a su hijo en múltiples facetas, también por medio de fotos había conocido a sus tres amiguitos que ahora lucían igual de emocionados que su propio hijo—. Dime, mi hombrecito, ¿cómo se llaman tus amigos?

El sr. Jeon bajo al pequeño para poder hacer las presentaciones, de nuevo sobre una de sus rodillas, les dio una sonrisa paterna a todos los niños ante él.

Sonrisas y Caramelos {Jinkook-Kookjin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora