Hogar

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Jungkook abrazaba fuertemente el pequeño peluche de delfín, el suyo era de un color rojo, extraño sí, pero, muy adorable. Recordaba bien los colores de los que le tocaron a sus amigos, el de Seokjin era de un bonito color azul, el de Taehyung había sido morado, y el de Wheein anaranjado. Los cuatros colores eran raros para unos delfines, bueno, eso pensaba el pequeño, aunque le encantaba pensar que el suyo, era un delfín espacial con una increíble misión en la tierra. ¡Evitar que Pepper lo atrapará entre sus garras toda la noche!

En los últimos días, las salidas de juegos con Jimin se habían hecho casi diarias, los dos pequeños congeniaban muy bien, y a veces llevaban de paseo al perrito de Jimin, y a Pepper, para que no se quedara sola en la casa. El señor, y la señora Jeon habían conseguido unos empleos una semana atrás, así que Jungkook se pasaba las mañanas con su abuelita, y la gatita, y por las tardes, en que la abuela tenía sus salidas con sus viejas amigas, el pequeño salía a jugar con Jimin.

Pero también, el pequeño había sido informado de algo que no le gustaba ni un poco, así que cada vez que compartía tiempo con su mamá o su papá, tenía un humor feo, no le gustaba estar enojado con ellos. Jungkook en serio amaba a sus papás, pero estaba muy molesto porque no le preguntaron con antelación: Se habían mudado a la casa de la abuela. Eso significaba que Jungkook no iría a la escuela que conocía nunca más. Ahora iría a una cerca de donde su abuela, con Jimin, eso sí, Solo que, Jungkook quería ir a la misma escuela que Seokjin y Taehyung, quería seguir siendo amigos con ellos dos, seguir jugando todos los fines de semana con ellos. Ya no podría porque vivía ahora en otra ciudad.

—No, Pepper, no te daré al sr. Delfín —Se quejó el pequeño al sentir que la gatita intentaba arrancarle de los brazos el muñeco, usando sus garritas por supuesto—. Basta, tus garritas duelen, Pepper.

El pequeño pelinegro lucho un poquito con la gata por el muñeco, cuando gano la contienda, se aseguró de esconder el muñeco para que la minina no pudiera tomarlo si se distraía. Regresando a su cama, se fijó en la pequeña pulsera de hilo y cuentas, tenía una letra "J" en ella, por Jungkook claramente, y colores variados, era muy bonita, y sabía que era otra cosa que lo conectaba con sus cuatro amiguitos. Pues, su papá le había comprado una a cada uno, al igual que con los muñecos.

—Calabacita, voy a pasar. —Escucho la voz de su mamá al otro lado de la puerta, el pelinegro no dijo nada, solo se echó en su cama y uso una almohada para abrazar, con toda la fuerza que podía. Jiyeon se asomó en la habitación del pequeño, y no pudo hacer nada, mas, que sonreír con tristeza—. ¿Sigues molesto con nosotros, calabacita?

El pequeño emitió un pequeño "si", lo estaba, aunque no quería ni le gustaba. Cerro sus ojitos cuando sintió que su mamá se acomodaba con él en la pequeña camita, recordando perfectamente todas esas veces en que se metió a la cama de su mamá cuando los truenos en las noches de lluvia lo asustaban. 

Cuidado con contarle eso a alguien, porque Jungkook lo negaría en su totalidad.

—Jungkook, no fue fácil para tu papá tomar esta decisión, mucho menos para mí. —El pequeño, que sin querer cubría sus ojos con la almohada, bajo un poco esta para poder ver a su mamá—. Sabemos que debimos decirte antes, pero era difícil, ¿sí?, entiendo que quieres volver y seguir viendo a tus amiguitos, solo... no podemos amor, tomamos esta decisión por tu bien y el de tu abuela.

—¿La abuelita?

—Sí, amor, tu abuela es una mujer mayor, ¿sabes?, subir las escaleras de ese departamento a diario le hacía mal, y necesita aire más sano que el de la ciudad, además que ella nunca quiso dejar su casa tampoco, era injusto para ella tenerla allá.

Sonrisas y Caramelos {Jinkook-Kookjin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora