Capítulo 18 - Tuya.

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Rosé sonrió con complicidad, y la imagen de ambas siendo llevadas por la lujuria era algo borrosa. Lo único que Jisoo sabía, es que ahora se encontraban en la habitación que compartían, en la cama, con Rosé sobre ella saboreando su cuello, y disfrutando de la calidez que desprendía de su cuerpo. Una de sus piernas se encontraba entre las suyas, causando una fricción que la tenía gimiendo del gusto.

—No sabes las ganas que tengo de hacerte mía—jadeó la Alpha, tirando del cabello de su mate para que esta le dejara más espacio en su cuello por recorrer—. Quiero... marcarte.

"Hazlo" se contuvo a decir Jisoo.

Aún quedaba una parte de racionalidad en su cabeza para saber que eso no debía pasar, por más que lo anhelara, por más que quería sentirse completamente suya en cualquier sentido: no estaba bien.

Pero con cada rocé que Rosé le brindaba, una parte de su cordura se iba al demonio. Podía sentir como las manos de la pelirosa acariciaban su abdomen debajo de la camisa, causando que se estremeciera. Sus manos fueron en ascenso, al igual que su prenda. Hasta que esta la saco sin problemas por su cabeza.

Rosé detuvo cualquier movimiento para mirar el cuerpo de su mate, apreciando la belleza de la Cazadora. El rostro de Jisoo pasó a tener un tono rojizo, he intento tapar su piel de la mirada de Rosé, pero esta fue lo suficientemente rápida como para sujetarla por las muñecas y dejarla presa bajo su cuerpo.

—Eres la criatura más hermosa que he tenido la dicha de mirar, Luna. Por favor, permíteme deleitarme un poco más.

Besó cada lunar de su piel blanquecina, dejando pequeñas marcas rojizas a su camino, que poco después pasarían a ser moradas. Quería dejarle en claro que le pertenecía.

La impaciencia lleno su cuerpo al ver como la Alpha se deshacía de sus pantalones, dejando besos en sus muslos, enviando descargas a todo su cuerpo. Sintiendo como su ropa interior se humedecía con el contacto de sus labios.

Jisoo no podía estar más perdida, tanto placer que le brindaba esa chica no podía ser real. No debía serlo
¿Cómo podía haber vivido antes sin ella? Claramente no lo hacía, sentía que ahora realmente estaba viviendo.

—Tan hermosa. Tan mía—gruño Rosé, rasgando deliberadamente la ropa interior de encaje en Jisoo, tirando los restos de esta en algún lado de la habitación.

Estaba por reclamar eso, pero al momento de abrir la boca sólo un jadeo se escapó. La imagen de Rosé en esa posición tan sugerente sólo le provocaba que su centro palpitara ansioso. Era una imagen digna de apreciar. Pero solo vista por Jisoo. Nadie más tenía el permiso de hacerlo.

—Demonios Jisoo—Rosé acerco su rostro entre las piernas de la pelinegra, inhalando con anhelo y deseo el aroma que desprendía de sus flujos—. Hueles tan exquisita.

Abrió más sus piernas con urgencia, y siendo cuidadosa a la vez. Sus ojos cambiaron a un color amarillento, llenos de tentación. Un lobo a punto de atrapar a su presa. Podía sentir la humedad en su intimidad.

—Eres mía Luna. Sólo mía.

Y con eso dicho, el primer gemido surgió desde la garganta de Jisoo. Sentía como se estremecía ante el contacto de su lengua en su clítoris. La llenó de un placer indescriptible, y continúo así. Sus dedos sujetaban con fuerza las sábanas, casi haciendo sus nudillos blancos por la fuerza que ejercía. Rosé abrazó las piernas de su Luna, apresando con fuerza para tenerla a la disposición de su boca, casi haciéndole daño.

Seguramente quedarían las marcas de sus manos en ellas. La habitación se llenaba de los gemidos, sólo la parte superior de su cabeza tocando la almohada, siendo transportada a un lugar donde no había más preocupaciones. Sin Joya. Sin la comunidad. Sin su familia.

⌗𝐋𝐔𝐍𝐀 ; 𝐂𝐡𝐚𝐞𝐬𝐨𝐨 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢ó𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora