Capítulo 42 - Siendo idiota.

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Se sentía atrapada. De pie en medio de un campo de batalla. No sólo estaban matando al azar, se estaban llevando a los niños. ¿Por qué demonios hacían eso? Y mientras su cuerpo le pedía a gritos refugiarse bajo el cuidado de su Alpha, su instinto la llevó a tener otras opciones.

–¡No, suéltalo!–escuchó un desesperado alarido femenino.

De inmediato se giró a esa voz, descubriendo en el apuro en el que se encontraba la joven madre. Uno de los cazadores intentaba arrebatarle de los brazos a su pequeño. La sangre le hervía de enojo, pero ya no de impotencia. Y antes de siquiera analizarlo, ya se encontraba corriendo en su dirección. El pequeño se zafó de las manos del hombre, justo a tiempo para que Jisoo lo derribase, ambos cayendo de bruces entre los caminos de piedra.

Con un firme empujón de su cuerpo se volvió a poner de pie, notando que al cazador le costaba volver hacerlo, tampoco es que se lo haya permitido, pues de inmediato le propinó un golpe en el estómago que lo dejó sin aire y fuera de combate.

Soltó la respiración que había estado conteniendo, totalmente agitada. Ya no estaba en su mejor condición.

Un fuerte golpe ensordecedor resonó detrás suyo, y se giró alarmada. Encontrando un cuerpo más sobre el otro cazador, y a la Omega con quien antes hablaba; sosteniendo una pala con manos temblorosa.

–Él te... iba a disparar por la espalda–intentó excusarse, mirando la sangre que se disipaba por el suelo–. ¿Es... Está muerto?

La chica se desarmaba de lo atemorizada que estaba, parecía que se iba a desmayar en cualquier segundo, la pala se le resbaló de las manos cayendo a sus pies, y cubrió su boca con una mano. Jisoo la tomó por los hombros, logrando que la Omega apartara la mirada del cuerpo, y la fijara en ella.

–Tranquila, no lo está. Tranquila.

Sí que lo estaba, pero sabía que no podría lidiar con la idea de haber terminado con la vida de alguien.

–¡Sam!–escuchó la infantil voz del niño a sus espaldas, y se apartó un poco para permitirle que abrazase a la Omega, quien de inmediato supo que se trataba de su hermano menor.

–¿Por qué intentan llevárselos?

–No lo sé, pero escóndanse–ordenó. A lo cual ellos no añadieron más y corrieron en dirección contraria al caos.

Jisoo no perdió tiempo, la verdad es que no entendía esa estúpida táctica de ataque tan repentino. Era obvio quien llevaba ventaja. Se dirigió con rapidez a su casa, observando como Jungkook se acercaba a ella con expresión preocupada.

–¿Se encuentra bien, Luna?

–¿Dónde está Rosé?

–Salió a buscarla apenas escuchamos los cañonazos–respondió impasible–. Los cazadores tienen algunos niños pero nuestros hombres los esperan en los extremos del territorio para impedir que se los lleven.

Tiró de su cabello desesperada.

Un mal presentimiento le oprimió el pecho apenas repitió en su cabeza lo que el hombre le había dicho.

–¿Y Alice?

Jungkook puso los ojos en blanco.

–La dejé en su habitación, le dije que no saliera–su voz había sonado poco convincente, o como si realmente estuviese arrepentido de haber hecho eso–. Debería seguir ahí...

–¡Se suponía que tú la cuidabas!–le reprochó furiosa, y ambos se dirigieron a la familiar puerta de madera con un peculiar tallado de flores. Jungkook intentó abrirla, pero al ésta estar con llave, optó por darle una firme patada–. ¿Alice?

⌗𝐋𝐔𝐍𝐀 ; 𝐂𝐡𝐚𝐞𝐬𝐨𝐨 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢ó𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora