Los nudillos en la puerta de mi habitación me pusieron en alerta, pero como de costumbre, hasta que mi madre no dijo que era ella, no di ningún permiso. Lo único que me extrañó fue que cerró la puerta para que Jesús no se enterara de nuestra conversación.
—¿Ya habéis vuelto?
—Sí, ¿tú hoy no vas dónde María?
—No... No están las cosas como para vernos, no sé. Da igual.
—En parte por eso vengo. Jesús y yo vamos a estar fuera todo el fin de semana, nos vamos a Albacete para intentar conocer las nuevas técnicas de riego automático y ver si podemos tener un contrato decente con alguna empresa. La idea es que no pasemos tanto tiempo regando, vamos a ahorrar mucha más agua y...
—Mamá, me fascina saber que eres la mujer del tío de Bricomanía; pero por favor, no me interesa nada.
—Ya, claro. El caso es que nos vamos y había pensado que, sin que Jesús se entere, darte permiso para que invites a Natalia.
La imagen de mi amiga con derechos se me vino a la mente; desde que toda la historia con María había empezado, no me había vuelto a acordar de ella. Ni siquiera la había llamado.
—¿Y estás segura que Jesús no se va a enterar cuando en este pueblo hay veinte mil ojos?
—Si lo organizamos bien, no.
—Me sorprende que tú misma me digas esto cuando la primera vez intentaste que me ocultara.
—Y eso te lo voy a seguir pidiendo, pero... Creo que te vendría bien distraerte un poco, la verdad.
Clavé la mirada en mi madre, intuyendo por donde iba, pero con ganas de que ella misma me lo dijera.
—¿A qué te refieres?
—A María.
—¿Por qué iba necesitar distraerme de María?
—Ya lo sabes.
—No, mare, sorpréndeme. ¿Cuál es tu punto de vista?
—¿Has hablado con ella? —Negué con la cabeza—. Con más razón, Joana. Yo entiendo que te guste mucho y que ella está descubriendo cosas que no sabía. Pero su situación no es fácil y me da miedo que te arrastre a algo que ni tú misma quieres.
—¿Cómo qué?
—No quiero que te hagas ilusiones con ella. Un lío de verano es eso, un lío. La verdad es que ella tiene una relación muy estable con Pablo y es cuestión de tiempo que terminen casándose, y eso es algo que, por mucho que hayas aparecido tú, no va a cambiar.
—¿No crees que María pueda dejarle?
—No, no lo creo.
Agradecí su sinceridad de la misma manera que lo sentí como un cubo de agua helada sobre mí.
—Dudo mucho que arriesgue todo lo que tiene por una persona que acaba de conocer, como quién dice. Y siento decírtelo así, hija, pero es lo que yo creo.
—No, no lo sientas —susurré agachando la cabeza—. Supongo que llevas razón porque una parte de mí también sabe que será así.
—Sigo pensando que deberíais hablar, a lo mejor yo estoy equivocada. Pero también creo que hacerte ilusiones con ella, solo te hará más daño.
El recuerdo de estar con María y sentirme completamente emocionada, me llegó; de la misma forma que el beso en el río consiguió estremecerme en un momento.
Pero no podía engañarme y mi madre tenía razón; si pensaba que ella lo dejaría todo por mí, es que estaba analizando todo como quería, no como debía.

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La chica del pueblo.
Storie d'amoreJoana vive en Barcelona, es muy joven como para seguir las normas que su padre le impone. Ese es el problema. Después de escaparse de casa para acudir a un festival en la ciudad condal junto a sus amigos; su padre decide que ya es suficiente, decide...