XL

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Narra Bárbara:

Me quedo inmóvil en mi lugar al escuchar esa voz. Se me hace malditamente familiar.
Mientras la sombra del sujeto avanza hacia mí, disimuladamente muevo mi brazos unos centímetros para alcanzar mi látigo.

- No hemos tenido la suerte de encontrarnos con una preciosura como tú hace bastante. - dice el hombre caminando los últimos pasos que nos separan.

Veo su rostro gracias a la leve luz de la luna y hubiera deseado no hacerlo. Es él. Es ese hijo de puta. Por eso reconocí su voz.

- Wow, ¿nos conocemos? - cuestiona él, observando detenidamente mi rostro.

Al parecer tiene un vago recuerdo de mí, pero no se lo diré. No le diré que si nos conocemos y que fue él quien terminó de arruinar mi vida cuando era una niña.
Él no aparta la mirada y se acerca cada vez más a mí. Mantengo mi posición, tratando de ser fuerte ante él, incluso cuando siento una de sus manos acariciar mi cara para después enredar sus dedos en mi pelo.

- Sé quien eres, pequeña Barbie. - susurra en mí oído y con solo recordar el apodo que me puso, la ira me invade totalmente.

Con una de mis manos sujeto con fuerza mi látigo y lo paso por detrás de su cabeza, para tomarlo con la otra mano y apretar su cuello cada vez más. Él comienza a tirar de mi cabello, pero no me importa.
Lo último que puedo hacer antes de sentir como alguien me agarra desde atrás, es patear sus testículos lo más fuerte que pude.

- ¡Puta de mierda! - grita él, retorciéndose en el suelo.

Yo intento soltarme de los dos hombres que me tienen sujetada desde atrás, pero un cuarto hombre aparece y me apunta directo a la cabeza, logrando que deje de removerme.
En eso, el sujeto al que odio tanto se pone de pie y se acerca a paso decidido a mí antes de golpear mi cara. Una, dos, tres veces, logrando desestabilizarme. Golpea mi estómago, dejándome sin aire y quedo de rodillas en el suelo, aún siendo sostenida por los brazos, y escupo la sangre que se acumuló en mi boca.

- Eso te enseñará a respetarme. - dice él y escupe sobre mí.

Quise responderle, decirle que se joda, que una persona como él no merece respeto, pero escucho balbuceos en el interior del auto: Judith.
Maldigo en susurros y cierro los ojos, frustrada. Por lo visto le quedó gustando llamar la atención en los momentos más inoportunos.

Él, me mira de una manera escalofriantemente divertida y camina hacia la parte trasera del auto, observando por la ventanilla. Cuando está a punto de abrir la puerta, me pongo de pie como puedo e intento deterle.

- No. - exclamo, haciendo que se detenga y me mire burlonamente. - Aléjate de ella.

- Querida Bárbara, lo que me estás pidiendo es muy desconsiderado de tu parte. - responde él, mirando una última vez a Judith para acercarse a mí de nuevo. - Tú no vivirás demasiado después de esta noche. Mis hombres y yo nos divertiremos tanto contigo que luego de unos días no serás más que un pedazo de carne que ni los muertos querrán comer. Entonces, ¿quién cuidará de la niña?

Sus palabras hacen que mi estómago se revuelva. Siento la bilis subir hasta mi garganta con solo imaginarme lo que él pretende conmigo.
Escucho las risas de los hombres y me siento perdida. ¿Por qué Daryl no está aquí?

Lo veo caminar en dirección a Judith otra vez, y esta vez digo lo que sea para que la deje de una vez. Por nada en el mundo dejaré que él se le acerque, así sea lo último que haga.

- Me tienes a mí. Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero déjala, por favor.

Él se detiene de golpe y me examina de pies a cabeza, mordiendo su labio. Le pide a los tipos que me sujetan, que me aten a la puerta del auto através de la ventanilla y ellos lo hacen.
Permanezco quieta en mi lugar, sintiendo miedo y mi cara arder por los golpes, pero no lo demuestro. Él camina tranquilamente hasta mí y sujeta mi rostro, presionando justo en donde me golpeó.

Survive (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora