—Fe-liz cum-ple-años te dese-a tu noovi-a.
Solté una carcajada al ver a Angie a través del celular haciendo pasos de robot, fingiendo una voz y haciendo sonidos con la boca. Luego de intentar cantarme toda la canción de cumpleaños en idioma robótico, se rindió a reírse conmigo.
—Te extraño mucho—lloriqueé entre risas.
—Yo igual.
Me lanzó besos desde su lugar y yo hice el ademán de atrapar varios hasta llevarlos a mi pecho.
—¿Ya hablaste con tus padres?—preguntó.
—Sí, mamá y Nani casi te quitan el tiempo de llamada.
Angie rió.
—Les haces falta.
—Sí...
—Dylan Hallward, pase con la doctora Daniela, por favor.
Angie se despidió de mí y colgó la llamada, yo recogí mis cosas del comedor y me dirigí con mi psicóloga; ella me sonrió en el pasillo, con una carpeta manila entre brazos.
Caminamos por el pasillo blanco un rato, charlando acerca de lo lindo que estaba el día.
—Es un excelente día para cumplir años.
—Sí—sonreí—¿De qué quería hablar?
—Bueno, traje los resultados de tu evaluación psicológica, Dylan.
Me detuve, tenso. Ella se volteó hacia mí, arqueando sus cejas y frunciendo los labios pintados de rojo.
—¿Y...?—mascullé con nerviosismo. La mujer bajó la vista hasta la carpeta y sacó una hoja tamaño carta con unos gráficos de barras.
—Lo hice de esta manera para que lo entendieras un poco mejor.
Se acercó hacia mí y me mostró el gráfico, había barras que subían y bajaban por cada mes que pasé en el hospital; seis en total. Justo al tercer mes, una de las barras se desplomó hasta casi los suelos.
—Este fue el lapso de tiempo cuando tuviste el estupor emocional—explicó al señalar la barra más pequeña—. Pero afortunadamente, el mes siguiente mejoraste bastante, y en el último mes, tu estabilidad subió un veinte porciento más.
Clavé la mirada en las últimas tres barras, que solo tenían unos centímetros de diferencia en altura.
—Pero sigue baja...
—Baja con respecto a la anterior, Dylan. Pero, mira el tamaño de la barra del primer mes.
Era mucho más pequeña que la del quinto mes, incluso casi igualaba a la del bajón.
—¿Esto qué significa?—titubeé.
—Cuando entraste, tenías tan solo un quince por ciento de estabilidad, por así decirlo; cuando tuviste el ataque fue un diez, y ahora dos meses después de eso, estás en sesenta.
Volví a mirar el gráfico, perdido.
—¿Cómo sabe que esto no es solo un paso adelante para volver a caer?
La psicología sonrió.
—¿Deseas caer, Dylan?
—No...—murmuré.
—Entonces no caerás.
—Entiendo.
—Dylan—llamó. Yo alcé la mirada hacia sus ojos—¿Quieres pasar este día con tu familia?
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El monstruo dentro de sí
Fiksi RemajaAlguien una vez me dijo que la vida es un escenario, que un escenario es un cielo lleno de estrellas, y que las estrellas somos nosotros. Pero ¿qué sentirías si tu estrella preferida empezara a apagarse y no pudieras hacer nada para salvarla? ¿Te qu...