Siguiendo a ciegas.

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Hoy iba a ser uno de esos días de porquería. 

Al Inarizaki ser el mejor equipo de su prefectura ya no le quedaban escuelas rivales con las cuales tener partidos de practica realmente productivos, por lo que el entrenador consideró que estaría bien que jugasen contra un equipo universitario.

Se supone que debían de ganar experiencia y aprender cosas nuevas, pero eso no existía en el mundo de Atsumu. O ganabas o mejor desaparecías del mundo. Como iba a ser obvio siendo su primera vez perdieron y Atsumu sólo tenía una persona con la cual desahogar toda su frustración.

Al llegar a casa, lo primero que hizo fue tomar con fuerza por la chaqueta a Osamu y empezar a gritar y escupir todos los errores que había cometido en el partido, todo lo inútil que era pese a que le daban unos pases perfectos, sus faltas de habilidades y que simplemente, alguien que apestaba tanto, debería dejar el volleyball.

Lo típico. Con que gusto no le hubiese callado la boca con un puñetazo o una ronda de patadas, pero aquel no era el caso. No estaban rodeados de gente, estaban solos, y cuando las cosas eran así, se aguantaba, porque no estaba la presión social de defenderse, porque recordaba que a pesar de todo era su maldito hermano gemelo. 

Por dentro se congestionaba, respondía a cada uno de los insultos, se suponía que él era un buen chico que se propuso ser amable y diferente. Así que, simplemente esperó a que terminara su rabieta y subiese a encerrarse en la habitación, luego de un portazo.

Apestaba tener habitación compartida, porque siempre era él quien se quedaba afuera hasta que a Atsumu se le pasase la rabia.

Decidió irse al patio trasero de la casa y recostarse en la grama, mirar un poco el cielo anochecido y sentir la brisa fresca.

Necesitaba que se le despejasen los pensamientos y el estrés. Luego de que esas cosas ocurrían buscaba pasar el rato en los mensajes con Suna, pero nunca más habían hablado desde ese día que lo rechazó. Necesitaba hablar con alguien. No quería molestar a Kita, Aran o Akagi, estaban más ocupados que de costumbre ahora que pronto se graduarían. Siendo así, sólo le quedaba una opción...

Había estado evitándolo desde aquello que pasó en el grupo de chat, pero ahora necesitaba a su lado esa sensación de libertad y de que nada le importaba. Hablar con Tersuhima era como su único y secreto placer culposo. Escribió:


>>Hey, Terushima, ¿estás?


Por su parte, el Johzenji había terminado las prácticas por el día de hoy, ya la red y todas las pelotas habían sido recogidas, sólo faltaba limpiar el piso y podrían irse.

-Capitán, no flojees...

-No estoy flojeando, estoy tomando mi selfie diaria, luego del entrenamiento. –Dijo con el celular en manos, buscando una posición donde se viese bien.

Pero, fue suficiente ver aquella notificación emergiendo para que se le olvidase por completo. Osamu le había escrito... 

Él. de. verdad. había. escrito. primero.

Nunca antes había pasado, no tenía idea de por qué, pero le llenaba de alegría. Por alguna razón había tenido el presentimiento de que lo había estado evitando.

Guardó el celular en el bolsillo, se estiró y colocó en posición con el trapeador. Empezó correr con toda la velocidad y fuerza que le fue posible, limpiando la cancha. En menos de un minuto el suelo estaba reluciente y él ya había tomado sus cosas.

-¡Buen trabajo el día de hoy! –Gritó, ya fuera del gimnasio. -¡Yujuuuuuuu! –Dijo tras un salto.

Salió de la escuela y entonces, ya a una cuadra, contestó el mensaje.

CAJA DE SORPRESAS - TeruSamu. Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora