Un acosador absolutamente se quedaría mirando fijamente el rostro de una persona por alrededor de media hora. Por tal, Terushima Yuuji ahora mismo se consideraba el más grande acosador del mundo, porque ¿cómo no quedarse admirando el rostro durmiente de Miya Osamu cuando habías resguardado sus sueños entre brazos? Luego de una noche que no iba a poder olvidar.
Jamás pensó que las relaciones íntimas eran cosas que se podrían romantizar, siempre las consideró un acto natural, crudo, inevitable. Que detrás de ellas no habían nada más que placer, que las palabras dichas entre jadeos y gemidos carecían de significado, pero ahora sentía las mil y un especies de mariposas revoloteando en cada poro de su piel que se juntó con la de su novio y no estaba seguro si podría sobrevivir a tener el corazón tan agitado y cálido.
Qué miedo despertarse si era un sueño. Ojalá el tiempo se detuviese en esa línea del alba asomándose por la ventana de la habitación y pudiese sentir la calidez de su cuerpo por siempre bajo las sábanas.
Osamu siempre le inspiraba calma, amor y compañía. Sin él juraba que no tendría idea de qué hacer.
Lo abrazó un poco más, besándole la frente, después de quitar una minúscula lágrima que se había quedado estancada en la comisura de sus párpados.
No pasó mucho hasta que notó que sus pestañas temblaron. Lenta y perezosamente se desvelaron sus grandes ojos grises. Hicieron contacto visual y sin alterarse mucho, pero notando sus mejillas colorarse, terminó enterrando el rostro en su pecho.
-Buenos días, novio... -dijo con la voz adormilada.
Terushima rió, risueño. Pudo sentir perfectamente que los labios de su novio se ensanchaban en una tímida sonrisa sobre su piel.
-Buenos días ¿soñaste conmigo?
-¿También quieres invadir mis sueños? ¿No te basta con estar gran parte del tiempo en mi cabeza cuando estoy despierto?
-Hey, pero si tú vives 24/7 en mi cabeza -acarició su cabello-. Si me preguntaran cuál es el símbolo químico del oxígeno ahora mismo, diría que es Miya Osamu. Así de tonto me tienes.
-No, si ya eras tonto desde antes de salir conmigo, pero ahora tienes ínfulas de poeta.
Se quejó ligeramente, acercándose a su oído para susurrarle unas palabras. Casi al instante sintió un pellizco en su brazo.
-Que no me susurres eso, te he dicho. No me gusta -reclamó, sus ojos cerrados con el ceño fruncido.
-Pero si es la verdad -se quejó.
Ambos se levantaron, quedándose sentados sobre el colchón, aún con pereza, abrazándose uno del otro. Osamu le dejó un beso en la mejilla, mientras este acariciaba suavemente la piel de su espalda, admirando las diversas marcas que decoraban sus hombros y clavícula.
-Hum... ¿estás bien? -preguntó con cierta vergüenza y nervios, desviando la mirada- ¿No te duele nada?...
-Qué tierno... -susurró entre un bufido- Estoy bien, gracias...
-Entonces... -dudó un poco, frunciendo los labios- ¿Quieres ir a jugar volleyball con mis amigos?
Alzó la cabeza, mirándolo lleno de entusiasmo y un poco de incredulidad.
-¿¡De verdad!?
-Sí... Supongo que los puedo controlar.
-¡Sí! -afirmó, antes de levantarse para ir al baño. Sin embargo, se quedó parado tímidamente en el marco de la puerta- Oye, Yuuji...
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CAJA DE SORPRESAS - TeruSamu. Haikyuu!!
Hayran KurguUna vez empezaron a conocerse, tanto Terushima como Osamu empezaron a descubrir cosas uno del otro, así como de ellos mismos que ni siquiera sabían. -El otro día me estaba preguntando, Terushima... ¿A qué se supone que estamos jugando? -¿Estamos ju...