CAJA DE SORPRESAS - TeruSamu. Haikyuu!!

Enemigos desconocidos.

-Osamu... ¿Qué demonios te hizo pensar que podrías gustarme?

Ahí fue cuando segado por la presión cometió un error fatal. Se segó a sí mismo, descargó con él lo que no debió y nunca mereció. 

-¿Pensaste que yo de verdad podría sentir lo mismo?... 

Sí lo sentía, Osamu, pero fui cobarde... 

-Tú mismo lo dijiste, no nos conocemos casi, no malinterpretes las cosas... 

Fui yo quien lo malinterpretó todo, creyendo que tendría el derecho de herirte de esa manera. 

-Que te tenga cariño como amigo no quiere decir que me interese en ti... Para mí, en ti no veo nada que yo pueda amar... 

Era mentira, mentira... 

veía demasiadas cosas que incluso me segaban.

-...¡Sólo olvídate de mí Osamu! No quiero que me mires de esa manera...

Y lo peor fue que lo dije con aquel rostro tan frio de que nada me interesaba. 

-¿Por qué entre nosotros debería siquiera de haber algo? Sólo somos compañeros de equipo y nada más. 

Recuerdo que la voz me tembló. Entre nosotros lo quería absolutamente todo, sólo que no fue el lugar ni el momento, sólo que fue mi error dejarme llevar por el pánico. Si yo hubiese pensado un poco más, si no me hubiese dejado congestionar... si no fuese de paciencia corta... Si no aparentara tener tanto orgullo y hubiese sido más abierto contigo... 

Cuando mi vista se aclaró y la lluvia dejó de hacerme ruido, me di cuenta de mi error. 

Osamu sólo había escuchado en silencio, viendo cada una de sus expresiones, sintiendo cada uno de sus sentimientos. Bajó la mirada, haciendo todo lo posible por no desplomarse en llanto allí mismo. 

-Ya... - había susurrado, con la voz más fuerte que le quedaba. 

Ese sonido fue suficiente para abrir un agujero en el corazon de Suna. Osamu era el único que lo hacía sentirse débil y en ese momento, cuando vio aquella mirada llena de tristeza, pero aquel pequeño brillo extinguiéndose, sintió que había muerto. 

-De verdad lo lamento, Suna... -mordió sus labios con fuerza. -Jamás fue mi intención hacerte esto... 

Y jamás fue la mía herirte. 

Sabía que últimamente habías estado algo raro, pero lo ignoré.