Capítulo 15

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Dedicado a JessicaDeChacon

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Dedicado a JessicaDeChacon

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Luego de un último vistazo al espejo, Hana tomó su bolsa y salió rumbo al punto de encuentro que le había dicho al jodido Tadashi. No le apetecía que él viera donde estaba viviendo —en caso de que Haru no se lo hubiera contado—, por lo que lo esperaría a una cuadra del hotel frente a un mejor vecindario.

Todos a su alrededor la observaron mientras salía del ascensor y se alejaba del edificio. Ciertamente su apariencia no guardaba relación alguna con el desolador panorama de aquel vecindario. Había escogido su mejor vestido: uno negro y brillante. Era de tirantes, con un escote bastante pronunciado y largo hasta casi rozar el suelo. Sus zapatos de tacón eran igualmente negros y llevaba el cabello recogido, dejando la piel perfecta de su espalda al descubierto. Del maquillaje solo resaltaban sus labios rojos.

Tadashi no tenía idea de con quién estaba metiéndose. Si quería guerra, eso era exactamente lo que iba a obtener.

El japonés fue muy puntual y no la dejó esperando más de un par de minutos. Apenas llegó, se bajó del auto y caminó hasta estar frente a ella. La escrutó de pies a cabeza y en su rostro se dibujó una pequeña sonrisa ladeada. Al parecer aprobaba el vestuario —que combinaba a la perfección con su impresionante traje negro—, pero no dijo una palabra. Se limitó a abrirle la puerta del acompañante.

Hana tampoco habló. Le costaba mucho ocultar su desagrado hacia él y hacia toda la situación.

—No te preocupes —dijo él finalmente cuando puso el auto en marcha—. La pasarás bien esta noche.

Su tono denotaba lo mucho que le estaba divirtiendo tenerla a su disposición.

—Apuesto que sí —respondió ella sin mirarlo y sin dejar que su voz revelara emoción alguna.

«Imbécil», añadió mentalmente.

El ambiente dentro del auto era asfixiante, a diferencia de como había sido con Haru. Afortunadamente, el recorrido no se prolongó por demasiado tiempo.

Tadashi detuvo el auto frente a un lugar en el que ella ni siquiera había soñado entrar alguna vez. Era uno de los mejores restaurantes de la ciudad, que solo las personas más influyentes y adineradas podían permitirse. Y los japoneses celebrarían el buen comienzo de su empresa de mierda probablemente costeándolo con el dinero que le habían robado a su familia. Su ceño se frunció y sus labios se contrajeron solo de pensarlo.

Sin embargo, cambió la expresión al descender del vehículo y ser recibida por los atentos empleados del local. Se suponía que como acompañante debía entrar del brazo de Tadashi, pero no tocaría a ese cabrón bajo ninguna circunstancia.

Los condujeron a ambos hacia el reservado, que era incluso más lujoso que el área común. Las paredes eran una combinación de piedras oscuras de varios tamaños que encajaban a la perfección entre sí. Todos los muebles eran de madera, y la superficie de la gran mesa relucía tanto que reflejaba todo a su alrededor. La iluminación no era brillante, solo lo necesario, lo cual le confería un aire más íntimo y acogedor.

La flor del ocaso © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora