Capítulo 5

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Dedicado a jessicaleal140193

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Dedicado a jessicaleal140193

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Como cualquier día en la empresa, ese estaba siendo agobiante y agotador. Haru no paraba de hacer llamadas a clientes y proveedores, y su agenda estaba llena de citas con futuros empleados y personas influyentes que los ayudarían a progresar.

Era ciertamente difícil establecer y consolidar una empresa de construcción en ese país, pero esa sería la puerta para el triunfo de su familia con sus verdaderos negocios. Sus padres casi lo habían logrado con la venta de antigüedades, pero los tiempos habían cambiado y el mundo empresarial había evolucionado. La construcción era un área necesitada en cualquier lugar, además de que no implicaba demasiada inversión y les permitía mantener un perfil bajo.

Sin embargo, todos los comienzos eran complicados.

Apenas colgó el teléfono, una nueva llamada entró. Su secretaria le avisó que la nueva abogada había llegado y él la hizo pasar de inmediato.

Cuando la chica entró a la habitación su respiración se cortó por un instante y la pluma de escribir se resbaló de entre sus manos. Su belleza simplemente lo impactó, pues había estado esperando alguien ordinario como los otros dos abogados que había puesto a su servicio el mismo bufete. Portaba un traje negro con falda hasta la rodilla que se ceñía perfectamente a sus curvas balanceadas. Su cabello era negro y brillante y sus labios eran carnosos y resaltaban con el color rojo. No obstante, sus magnéticos ojos azules eran lo que más llamaban la atención.

—Em... —comenzó a decir y se aclaró la garganta. Se había quedado mirándola más tiempo del necesario y no quería que ella pensara que uno de sus futuros jefes era un idiota. Aunque ella no parecía incómoda en lo absoluto y se limitó a sonreírle ligeramente—. Bienvenida, mi nombre es Haru Miyasawa.

—Un gusto conocerlo, señor Haru —respondió ella y le extendió la mano. El gesto lo sorprendió un poco, pero se levantó de su asiento y tomó la delicada mano de la chica para devolverle el saludo—. Yo soy Hana Langford, seguramente el señor Barnes ya le habló sobre mí. Soy joven, pero tengo un enorme interés en el trabajo.

—No se preocupe, si él decidió enviarla es porque está totalmente convencido de que usted es muy competente. —Trató de sonreír un poco para aligerar el aire tan formal—. Además, nuestra empresa es bastante joven, señorita Langford, toda larga carrera se comienza por el primer paso.

—Tiene razón, creo que—

El violento sonido de la puerta la interrumpió. Era Tadashi —su primo— que entró a la habitación con la misma cara de mierda que solía mantener todo el tiempo. Pasó por el lado de Hana sin mirarla siquiera y lanzó un expediente en el escritorio. Luego se dio media vuelta para largarse, pero Haru le habló y lo hizo detenerse:

—Ella es Hana Langford, la nueva abogada.

Su primo miró de pies a cabeza a la chica sin demasiado interés y luego se volteó hacia él.

Esta es solo una zorra bonita —soltó con desprecio y Haru sintió una enorme vergüenza. Realmente esperaba que ella no hablará japonés. Luego de eso se marchó tirando nuevamente la puerta.

Haru suspiró profundamente.

—Lo siento —trató de excusarse—. Él es Tadashi, el segundo director de la empresa. Está algo «tenso» estos días, estamos teniendo mucho trabajo.

—Comprendo —dijo ella y sonrió—. Supongo que luego tendremos más tiempo de conocernos y será más... «sociable».

«Eso quisiéramos todos», pensó Haru. Tadashi nunca había sido demasiado agradable con nadie. Él, por otro lado, se esforzaba por ser amistoso por ambos.

—Ha sido un placer conocerte, Hana. Mi secretaria, la señora Louisa, te dará todas las indicaciones que necesitas por ahora.

—De acuerdo, señor Miyasawa. También ha sido un placer para mí...

—Oh, no tienes que llamarme de ese modo, puedes sencillamente decirme Haru. Y también puedes tutearme. Ahora seremos colegas, después de todo, y no soy mucho mayor que tú.

—Me parece perfecto entonces, Haru. Que tengas un buen día.

«Ya ha sido más que bueno», se dijo, pero se limitó a asentir y verla salir de la habitación sin poder quitarle los ojos de encima.

Luego aflojó el nudo de su corbata y se restregó los ojos con las manos. Debía verla solamente como una más de sus empleados, no podía siquiera ser su amigo.

Hana era ciertamente muy bella. Y la belleza solía ser una clara señal del peligro.

 Y la belleza solía ser una clara señal del peligro

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La flor del ocaso © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora