La flor del ocaso © [✓]

Capítulo 11

Dedicado a BlueShootingStar96

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Ya había oscurecido por completo cuando el auto negro entró al aparcamiento de la casa. Tadashi lo observó desde la ventana de su habitación en el segundo piso. Aún no había cenado, pues él y Haru mantenían la costumbre de sentarse juntos cada noche a la mesa.

Aunque era evidente que a su primo no le interesaban demasiado las costumbres o los juramentos que había hecho.

Bajó las escaleras para enfrentarlo justo al entrar al salón principal.

—No sabía que Hana vivía en la ciudad vecina —le dijo con sarcasmo.

Haru no se inmutó ante sus palabras.

—Estaba lloviendo demasiado, tuve que esperar un poco.

—¿Ya te revolcaste con ella, entonces? Debo reconocer que tiene un buen trasero —replicó para provocarlo. Y lo consiguió, pues su primo lo miró con hostilidad.

—¿Qué demonios quieres ahora, Tadashi?

—Deja de jugar con fuego, no la conoces. Ella puede ponerlo todo en riesgo, y no creo tener que recordarte que en esa empresa nos estamos jugando la mayor parte de nuestra herencia...

—Tú no tienes que recordarme nada, sé perfectamente lo que tengo que hacer.

—Esta fue tu maldita idea, nunca estuve de acuerdo y mi padre lo sabe. Si todo fracasa será tu culpa... Y lo decepcionarás sin remedio...

—Eso no ocurrirá nunca —respondió Haru con firmeza—. Todo marcha bien y así se mantendrá. Encárgate de tus propios asuntos y yo me encargaré de los míos.

—Solo no digas luego que no te lo advertí... —dijo finalmente y se dio la vuelta.

Hana Langford no lo convencía de sus buenas intenciones con su rostro inocente, pero su primo siempre había sido un idiota cuando se trataba de mujeres. No obstante, moría de ganas de saber qué se traía entre manos esa chica antes de que Haru estuviera demasiado involucrado.

Quizás debía dejarlo a su suerte en ese asunto. O quizás solo debía intervenir...

Meterse en el medio lograría mostrar su teoría de que ella no era más que una embustera caza fortunas. Aunque también lograría cabrear mucho a Haru, su modo de mirarla era demasiado evidente. No sería sencillo, pero, si había algo que realmente amaba, eso eran los retos. Hacían la adrenalina recorrer su cuerpo.

Y Hana sí que prometía ser uno de los más divertidos...