Dedicado a NataliaMartinez956
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Todo lunes en la oficina era bastante agitado. Hana no había tenido casi tiempo para respirar con tanto trabajo acumulado. Sin embargo, lo agradecía. De ese modo no podía pensar en más nada.
Ese imbécil la había abandonado en medio de la madrugada con una excusa que ni siquiera él se creía. ¿Tadashi preocupado? ¿Era en serio? Ella no era una puta barata a la que podía usar y dejar de ese modo, mucho menos después de que se había sincerado con él.
Lo odiaba. Lo odiaba mucho más que antes.
No se habían cruzado en toda la mañana y eso había sido lo mejor. No se sentía capaz de hablarle sin lanzarle su café caliente encima. ¿Qué diablos se había creído ese maldito japonés?
«Lo siento. Luego hablamos», le había dicho. Y aún estaba esperando que se atreviera a dar la cara.
Todo su cuerpo se tensó en la silla al verlo aparecer. Venía igual de elegante y atractivo que siempre, y lo aborrecía incluso más por eso. Pensó que pasaría de largo y entraría a la oficina. Sin embargo, él comenzó a avanzar hacia la zona de los abogados, más específicamente hacia su escritorio.
—Buenos días —la saludó, sin mirarla directamente.
—Buenos días, «señor» Haru —respondió ella, haciendo énfasis en «señor».
—Hana… hay algo sobre un asunto legal que necesito discutir contigo, ¿puedes acompañarme a mi oficina?
—Por supuesto, señor.
Él asintió con la cabeza y ella se levantó para seguirlo.
Cuando ambos entraron, Haru cerró la puerta y suspiró de una forma audible. Hana moría de ganas de saber qué otra excusa utilizaría, pero no pensaba rebajarse de ningún modo ante él.
—Hana… —dijo Haru y se recostó en el escritorio frente a ella, que permaneció de pie. No pensaba perder demasiado tiempo allí—. Yo… siento que te debo una disculpa.
—¿Una disculpa? —contestó en un tono neutro—. ¿Por qué tendría usted que disculparse conmigo?
—No estuvo bien que me marchara la última vez que nos vimos, pero realmente debía hacerlo.
—Entiendo.
—Por eso debo disculparme contigo. No era mi intención irme de ese modo después de lo que ocurrió entre nosotros… Simplemente no quiero que me malinterpretes, ni tampoco que lo ocurrido afecte de algún modo o interfiera con nuestra relación laboral… —Su tono denotaba algo de arrepentimiento. No obstante, eso no marcaba diferencia alguna.
—Ya veo… —dijo ella y miró un instante al suelo. No quería que sus emociones le jugaran una mala pasada y demostrarle cuán molesta estaba por lo que había hecho. Eso era admitir que sentía al menos atracción por él. Por ese motivo, simplemente inhaló profundo y lo miró a los ojos, revistiéndose de esa frialdad que siempre usaba cuando se sentía vulnerable—. No se preocupe, señor Haru. Nada interferirá con nuestra relación laboral o con mi papel aquí en la empresa, porque creo que ambos estamos de acuerdo que lo ocurrido fue un error y que no volverá a pasar. Además de que significó exactamente eso: nada.
Haru la observó en silencio un instante. Parecía ligeramente sorprendido por su respuesta, pero no lo negó. Terminó por asentir con la cabeza.
—Bien —dijo ella—, luego de aclarar las cosas, debo volver a trabajar. Si me disculpa, me retiro.
Él asintió una vez más y fue suficiente para que ella saliera y se alejara con rapidez de esa oficina. Sentía que el colgante que llevaba no la dejaba respirar. O quizás era el nudo en su garganta después de lo que había dicho allí dentro. Se sentó en la silla e intentó concentrarse, pero el teléfono no se lo permitió. Era Barnes.
—Es hoy —aseveró él.
—¿Estás seguro? —preguntó ella con algo de escepticismo.
—Totalmente. Llevo toda mi vida en este tipo de asuntos, pequeña flor. Sé que se están preparando para la reunión que tendrá lugar esta noche. Pasaré a recogerte temprano.
—De acuerdo —respondió ella y luego colgó.
Sintió algo de alivio al saber que toda la humillación que Haru Miyasawa la había hecho pasar al menos no había sido en vano.
«Prepárate, cabrón —se dijo—, porque hoy voy a por ti…».
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La flor del ocaso © [✓]
غموض / إثارة"Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos". -William Shakespeare. ** Hana Langford no conoció a su padre. Él murió en un accidente de tránsito antes de que ella naciera, o al menos eso le han contado. Sin...