Dedicado a JennyCasanova4
***
Haru dio por terminada la junta de dirección y comenzó a recoger y guardar sus documentos. Los miembros restantes hicieron lo mismo y se fueron marchando uno por uno de la sala. No obstante, Hana fue la última. Parecía sopesar sus opciones.
El clima no hacía más que empeorar. Había llovido a cántaros y relampagueado durante toda la tarde. Seguramente ella no tenía otra forma de marcharse a casa que no fuera en autobús o esperar un taxi, y ninguna de las opciones parecía prometedora. Además, estaba oscureciendo.
Quizás por eso decidió acercársele.
—Um... —comenzó a decirle. Ella lo observó de inmediato con sus enormes ojos azules—. ¿Cómo te irás a casa?
Hana pareció sorprenderse ante la pregunta, lo cual hizo que se arrepintiera un poco. Estaba cruzando los límites laborales con ella y eso podía disgustarla. Sin embargo, no podía evitar preocuparse.
—Pues... —respondió ella—. Supongo que bajaré y esperaré un taxi.
—Afuera está lloviendo demasiado, si quieres... Es decir, puedo llevarte...
—Oh —dijo y abrió enormemente los ojos—. No es necesario. No quiero causar molestias. Puedo irme sola, es solo lluvia.
—Por favor, insisto. Si te mojas puedes enfermar, y te necesitamos aquí. No me molestaría en lo absoluto, no vives demasiado lejos, ¿o sí?
—No. —Pareció dudar un instante, pero terminó por asentir—. De acuerdo, aceptaré entonces.
Haru sonrió complacido y se movió para que ella pasara primero. Luego ambos caminaron fuera.
—¿Nos vamos a casa? —le preguntó Tadashi a la salida de la habitación. Su sonrisa desapareció por completo al ver a su primo.
—Em... Iré un poco más tarde, antes llevaré a Hana a su casa...
Tadashi abrió la boca para contestar, pero terminó tragándose lo que estuviera pensando en ese momento. No obstante, la expresión en su rostro denotaba que no aprobaba la idea. Pero a Haru no le importaba en lo absoluto lo que él pensara. Ambos eran adultos y libres de hacer lo que quisieran, después de todo.
Finalmente, Tadashi asintió.
—Nos vemos en la noche.
Haru continuó su camino hasta alcanzar a Hana y bajar con ella hasta el aparcamiento. Su auto era uno de los primeros, negro y reluciente. Le abrió la puerta del acompañante a Hana y luego se sentó al volante.
Durante el trayecto no cruzaron ni una palabra. Quizás ella también se sentía un poco cohibida ante ese acercamiento, pero eso era algo que él hubiera hecho por cualquiera de sus empleados —o al menos eso le gustaba pensar—.
Quería concentrarse solo en la carretera, pues cada vez la lluvia le dificultaba más conducir. Sin embargo, el perfume de Hana se había adueñado de todo el vehículo, y la cercanía con ella le resultaba ligeramente sofocante. En ocasiones sus ojos se escapaban y no podía evitar mirarla de reojo. Era demasiado hermosa, desde sus seductoras curvas hasta su rostro que parecía tallado por los ángeles. Contrastaba con sus fieros y vibrantes ojos. Se sentía un poco tonto por pensar de ese modo.
—Ya estamos aquí —le dijo a la chica cuando detuvo el auto frente a la dirección que ella le había indicado. Ella le sonrió.
—Gracias por traerme, aunque no me gusta ser una carga.
—No te preocupes, no tenía nada demasiado importante por hacer esta tarde —respondió para tranquilizarla.
Ella suspiró profundo y miró hacia la carretera. Las cosas de perdían de vista con la intensidad del agua.
—Sube conmigo —dijo y él se quedó perplejo ante la invitación.
—Tú... ¿me estás invitando a subir a tu casa...?
—Así es —afirmó sin titubear. Le encantaba la actitud decidida de esa chica, a pesar de que lo había tomado por sorpresa—. Sé que no resulta muy bien visto que una empleada invite a su jefe a subir a su cuarto, pues... ya habrás notado que por el momento estoy viviendo en un hotel... Pero has sido muy gentil al traerme, me gustaría devolverte el favor invitándote a tomar algo.
» Tengo un par de cervezas en la pequeña nevera de la habitación que serían perfectas para esperar que la lluvia disminuya un poco. De cualquier modo —señaló hacia afuera y se encogió de hombros—, no creo que puedas conducir así...
Él lo pensó por un instante. Definitivamente no parecía una buena idea, pero hacer cosas que desafiaran a la razón era su especialidad.
—De acuerdo —dijo finalmente y le devolvió la sonrisa mientras guardaba sus llaves en el bolsillo de su traje—. Espero que esas cervezas estén bien frías...
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La flor del ocaso © [✓]
Mistero / Thriller"Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos". -William Shakespeare. ** Hana Langford no conoció a su padre. Él murió en un accidente de tránsito antes de que ella naciera, o al menos eso le han contado. Sin...